Recién instalados, los ocupantes del terreno de Villa Muñecas denuncian que ya hay transas
Cada vez hay más usurpadores en el predio donde hace una semana fue abusada y asesinada Abigail, en la zona noroeste de la Capital. Los vecinos cuentan que algunas parcelas son vendidas a traficantes por valores de hasta $ 50.000.
La toma del predio en donde fue abusada y asesinada Abigail Riquel aún no ha concluido y los ocupantes ya denuncian que se han instalado transas entre los lotes improvisados. Incluso, aseguran que algunos de los comerciantes de drogas han pagado hasta $ 50.000 para hacer posesión de alguna parcela del terreno usurpado, que pertenece a un fideicomiso integrado por el empresario Oscar Hugo Mejail y que se encuentra en un litigio judicial. En tanto, ayer decenas de personas han colocado toldos en el lugar -tras el visto bueno de la Policía, según confiaron a LA GACETA- con la intención de asentarse allí de forma definitiva.
En el descampado, que está delimitado por el Camino del Perú y las avenidas Francisco de Aguirre y América, al menos 200 familias ya habitan de forma precaria bajo cartones, chapas y plásticos. Ante el clima de tensión, la mayoría es renuente a conversar en on con la prensa. Algunos justifican la usurpación por razones de seguridad y extrema necesidad. Otros, sin embargo, se quejan de que hay vecinos que supuestamente pretenden especular y vender algunas parcelas “para gente ajena”.
María Bustos se ha convertido en la vocera de un grupo de ocupantes. Ayer, al recibir a LA GACETA en el predio de Villa Muñecas, explicó que se observan más personas en el lugar porque muchos se instalaron unos días después de demarcar -con cintas y palos- alguna porción de la propiedad en disputa. “Hace unos días ha venido la Policía para medir el límite por las calles. Han dicho que iban a volver pronto con un agrimensor para que cada familia tenga un lote 10x30”, aseveró la mujer, que se identificó como militante “luchadora” del Frente Popular Darío Santillán.
“Hacemos la toma porque mucha gente necesita una casa y para que este terreno no sea más un nido de delincuentes”, reafirmó Bustos, tal como lo ha hecho desde que se inició el conflicto. Y adujo: “es preferible esto antes de que todo siga podrido”. Ella dice reconocer que la propiedad tiene dueños, pero insiste en que permanecerán allí hasta que haya alguna decisión judicial firme.
Al lado de “María la del barrio”, como la han apodado, uno de los vecinos acota que su intención -y la de varios más- es pagar por el terreno. “Lo ideal sería que el dueño nos entregue la tierra en forma de pago. No queremos que nos regalen nada; estamos dispuestos a pagar”, asintió Diego Moreno. Él vivía a 200 metros del lugar y, según su relato, no tiene un hogar en el que residir junto con su pareja y su hija con discapacidad. “Me traslado de un lado al otro y quiero ser independiente. Quiero mi casa. Me encomiendo a Dios para que tengamos la chance de quedarnos. Soy jornalero y no hay nada de trabajo”, dijo con los ojos llorosos.
Entre transas y la avaricia
Sobre la avenida América al 2.600, a metros de donde fue hallado el cuerpo sin vida de Abigail hace una semana, los ocupantes de las tierras comparten y se ayudan de forma mutua. Sin embargo, más lejos en el descampado, cerca del cruce formado por el Camino del Perú y la avenida Francisco de Aguirre, ya hay otros grupos desconocidos. “Ha llegado gente de La Bombilla y otras villas. Muchos se quieren aprovechar para vender y esa no es la idea”, protestó Bustos.
Según su criterio, las parcelas deben ser iguales para todos los ocupantes. “Supe de una chica que pedía seis lotes. Esto ya es avaricia; no es necesidad”, criticó la referente. En diálogo con este diario, otros usurpadores contaron que algunos vecinos de la zona se “adueñaron” de algunas porciones para vendérselas a los transas. “Así como si nada unos han sacado $ 50.000 y se han ido en camioneta. De acuerdo a la cara del estafador, otros han vendido por $ 12.000”, señalaron.
Los enfrentamientos por las tierras no han cesado desde el comienzo de la toma. “Ya el primer día había gente que se estaba agarrando a las piñas”, expresó Moreno. “La gente sabe que esto es provisorio, que no se sabe si esto va a ser o no va a ser. Nadie debería hacer negocios con esto porque perjudican nuestra lucha”, aportó Bustos.
Mariela Peñalva, hija de la militante, es una de las 10 personas que ya habitan -de forma hacinada- en una de las carpas montadas hace apenas cuatro días. “Yo vivía con mis tres hijos en una casa que había comprado en Villa Carmela. Hace un año me la han usurpado y me robaron todo. Me quedé sin nada. Hice la denuncia en la Policía, pero no me han llevado el apunte”, recordó la joven, que es madre soltera. Y siguió: “con la platita de los planes alquilaba en Manantial Sur, pero me quedaba sin comer para pagar. Por eso me vine acá, sólo con un bolso de ropa”.
Peñalva y sus tres hijos, menores de 10 años, duermen sobre el piso en un colchón prestado. “Le pido a Dios que no nos saquen porque no sé a dónde ir. Mi caso es de necesidad absoluta; ahora no tengo ni para una casilla”, se lamentó. Sin dar nombres, contó que debe pagar $ 250 al mes a una asociación para garatizarse “el sueldito” que le permite vivir.
Acciones estatales
Al mediodía, en el terreno (ya había sufrido un intento se usurpación en 2013) trabajaban varias maquinarias. Unas, que son de la Municipalidad, realizaban tareas de limpieza frente a la casa de Abigail. Otra, perteneciente al Gobierno provincial, aplanaba el sitio exacto en donde fue asesinada la niña. “Estamos acondicionando para que haya una misa aquí. El proyecto, con el permiso del dueño, es hacer luego una gruta”, dijo Sergio Leiva, director del Ente de Infraestructura Comunitaria. Por ahora, allí sólo una cruz sencilla conmemora a la víctima del brutal crimen.