“Quiero que lo encuentren al basura de mi hermano y que pague por lo que hizo. Yo no me llevo con él ni con mi mamá; ahora tengo que estar con miedo de que nos hagan algo por todo esto. Tengo que andar escondiéndome con mis hijos para que la gente no nos haga daño”, señaló Sebastián Galván, de 27 años. El joven es hermano de “Culón”, el acusado de haber abusado sexualmente y haber matado a Abigail Riquel, de 9 años.
El lunes por la tarde, una turba de más de 20 personas se presentó en una vivienda del barrio Nicolás Avellaneda IV de Yerba Buena, donde Galván vive con su suegra, y destrozó la casa. Los agresores irrumpieron creyendo que allí podrían estar ocultando al sospechoso. Según describen los testigos, llegaron portando armas en una Toyota Hilux, en una Ford EcoSport y en varias motos. Horrorizada, María Belén Moya vio cómo estos desconocidos rompieron la pared y la puerta de la casa materna y luego robaron cosas. “El día que vinieron yo no estaba, porque temí por algo así. Si no me hubiera ido creo que me liquidaban a mí”, dijo Sebastián, padre de cuatro niños.
Según contó, hasta que cumplió los 14 años, ambos hermanos vivieron en una casa de ese barrio de la “Ciudad Jardín”. A esa edad el joven se instaló con su pareja a la casa de su suegra. A su vez, “Culón” y su madre se fueron mudando a distintos domicilios y así Galván habría perdido mucho contacto con esos familiares. “Muy rara vez me iba a visitar a mi mamá, pero cuando me enteré de que mi hermano andaba robando yo corté relación para que no me comprometieran a mí. Pensé en mis hijos”, señaló. Mientras hablaba, uno de sus hijos iba a abrazarse con su tía. Los tres lloraron al reencontrarse.
“Le pido a la gente que no venga a buscarme a mí, que no tengo nada que ver en esto y que tengo a mis hijos”, suplicó Galván, señalando la injusticia que le tocó vivir. “Si yo llego a saber algo de él avisaré, que sepa que aquí no puede venir porque no será recibido. Si llega a venir a poner en riesgo a mis hijos yo mismo lo entregaré a la gente para que hagan lo que quieran con él”, aseguró. “Quiero que lo encuentren -insistió- de hecho estaba contento cuando se decía que lo habían atrapado en Los Pocitos porque pensé que la gente me dejaría tranquilo”, explicó con lágrimas en los ojos. “Sé que robaba, eso se sabe. Me dijeron también que quiso abusar de mi mamá en un momento, pero ella nunca nos contó eso. No nos consta. Cuando vi sus fotos en las redes no podía creer que le haya hecho eso a una chiquita, a una nena de la edad de mi hija. Es un monstruo”, concluyó.
El ataque
“Estábamos en la vereda el lunes. Esta gente llegó y empezó a destrozar todo. Rompieron a patadas la pared de ladrillos y la puerta de mi mamá, que ya la envié a casa de una tía porque todo esto le hizo muy mal. Nosotros no tenemos nada que ver; mi cuñado es hermano del acusado. Querían atacarlo a él, que tampoco es responsable de nada, y nos rompieron la casa a nosotros”, dijo María belén Moya. Los agresores se llevaron una garrafa, planchas, parlantes, sillas y algunas pertenencias de los dormitorios, según describió Moya. En la casa había varios menores cuando ocurrió la agresión. Según calcula, fueron unas casi 50 personas las que irrumpieron.
“No nos hirieron, pero vivimos un calvario. Buscaban a mi cuñado porque creen que él ocultaba al supuesto asesino, no sé qué le hubieran hecho a Sebastián si hubiese estado en la casa”, dijo. También agregó que desde hace años no ve a la familia de Galván, dado que el joven habría cortado relación.
“Vinieron a robar, de paso destrozaron todo. Entendemos la bronca que hay contra el acusado, pero lo que hicieron el lunes acá estuvo pésimo”.
Ayer una patrulla de Infantería de la Unidad Regional Norte custodiaba la vivienda para evitar nuevas hostilidades.
“Parecía película”
“Cayeron en camionetas, en motos. Estaba todo organizado. Entraron a la casa a robar más que nada, a hacer daño, creo que lo demás era excusa la verdad. No podíamos creer lo que veíamos, parecía una película”, describió Hugo Sánchez. El hombre se mostró indignado con el suceso que vivió el vecindario el día lunes. “Eran muchísimos y estaban armados hasta los dientes”, dijo. Sánchez se mostró preocupado: “el muchacho al que buscaban es buena gente; ni sabíamos que era hermano del (supuesto) asesino; este chico sale a trabajar de sol a sol”, enfatizó.
“Mucha gente estaba en la calle, pegaron dos gritos y nos metieron a todos adentro, no querían que haya nadie afuera. Era mucha gente, era una barbaridad de motos en la calle”, contó Cecilia, una vecina que prefirió preservar su apellido. “Les robaron hasta las sillas, no tienen dónde sentarse”, agregó. (Producción periodística: Santiago Re).