La reflexión que hace Julio Cantero sobre la presencia masiva de gente que hubo en el velatorio de Carlos Monzón pone de manifiesto lo que el boxeador provocó con su vida. “Fue tan, pero tan grande que trascendió el ‘chiquitaje’ de la cargada Unión-Colón”, le explicó a LG Deportiva el periodista que fue el autor de la biografía de Monzón para el Diario Uno de Santa Fe. Su padre fue amigo del campeón y también su biógrafo. “Mi papá recordaba que cuando vino Evita a Santa Fe fue algo extraordinario, pero el velorio de Monzón fue multitudinario, más grande”, contó sobre aquel 9 de enero de 1995. Se estima que unas 60.000 personas rindieron tributo al nacido en la localidad santafesina de San Javier. Monzón perdió la vida en un accidente en la ruta provincial N°1 cuando regresaba al penal en el que cumplía la condena por la muerte de Alicia Muñiz, su última esposa. “Monzón se fue por la misma ruta por la que había venido 40 años atrás, hizo la comparación mi padre”, comentó Cantero que destacó el origen sumamente humilde del deportista.
“Cuando él empezó a boxear, se lastimaba las manos porque de chiquito comía día por medio. Sus huesos no se calcificaron bien. Después, siendo campeón del mundo, lo operaron y pudieron solucionar el problema. De esa miseria, pasó a sentarse con el Príncipe Rainiero de Mónaco”, relató.
En la Municipalidad de Santa Fe lo acompañaron 12.000 personas y en el cementerio, otras 6.000. En el trayecto miles más, tantas que el ataúd fue depositado en el nicho dos horas más tarde de lo previsto porque el cortejo avanzaba muy lentamente. El gobernador, que por ese entonces era Carlos Alberto Reutemann, dio asueto y la provincia se declaró en duelo.