“Soy un arquero que labura, que trabaja bastante. Que cuando se pone un objetivo, trata de cumplirlo”. Así contesta Tomás Marchiori a la típica pregunta que se les suele hacer a los refuerzos no tan conocidos de un equipo (¿cómo te definirías como jugador?). El mendocino de 25 años elige hacerlo con características que describen mejor su personalidad que su juego y quizás sea lo apropiado en este caso. Marchiori viene a Atlético a ocupar el virtual puesto de primer arquero suplente, un lugar en el que esas cualidades que menciona el arquero son muy importantes. Adelante tendrá a Cristian Lucchetti, que en ocho años en el club construyó la figura de un ídolo a base de esfuerzo, épicos partidos, grandes atajadas y constancia, mucha constancia. Una constancia en el arco que implica, involuntariamente, dejar sentado al arquero suplente toda la temporada.
“Está de más decir lo que es Lucchetti para Atlético”, arranca Marchiori, pero igualmente lo dice. “Tiene una gran trayectoria, es ídolo, referente del club... Con la edad que tiene mantenerse ahí en ese nivel, es increíble. Espero pronto estar entrenando con el y conocerlo y seguir aprendiendo”, asegura el primer refuerzo “decano”. Reconocer al arquero con el que competirá por el puesto es fundamental así como anticipar lo mucho que trabajará para lograr lo imposible: mandar a Lucchetti al banco.
Cuando el “Laucha” llegó a Atlético lo hizo junto a Ezequiel Cacace, un arquero surgido de la Primera B Metropolitana, que venía de jugar en la Primera de Chile y que vino a inaugurar el puesto virtual de “primer arquero suplente”. Algo así como un cargo disponible, no así el de titular. Nunca en Atlético (al menos en esta última década), un puesto tuvo un titular tan indiscutible. Incluso hasta Luis Rodríguez tuvo su época de ir al banco sin estar lesionado.
Aún en estas condiciones, arqueros como Marchiori o Cacace en su momento, aceptaron el desafío. “Cuando me llamaron para demostrarme interés, no lo dudé en ningún momento. Más sabiendo que el equipo juega copas internacionales”, confiesa. Marchiori sabe que el desafío seguramente incluirá varios partidos en el banco pero también entiende que no muchos clubes de Primera pueden garantizarle la titularidad a algún jugador.
Además, en todos los equipos hay un arquero fijo. El suplente aprovecha algunos torneos menores para jugar. El tema es que Lucchetti rara vez suele dejar el puesto aún en esas competencias. Las oportunidades suelen aparecer con las lesiones. Eso le posibilitó, por ejemplo, jugar a Lucas Calviño (vino después de Cacace, desde Huracán), el desempate por el ascenso ante Huracán en 2014 y otros partidos. Lo mismo le pasó a Josué Ayala. Casi dos años en el club (entre 2015 y 2017) y jugó una cantidad de partidos que podrían ser contados con los dedos de las manos. Jugó cuando el “Laucha” estaba lesionado, como aquel histórico 1-0 en cancha de Boca (club de donde había surgido en inferiores) en 2016.
Quizás sea algo que termine pasándole a Marchiori pero ni lo piensa ni lo proyecta. Solo trabajará y se entrenará para jugar. Lo hará inmediatamente después de que cumpla la cuarentena en la que está desde el domingo junto a su novia en el hotel Catalina’s Park.
El último “primer arquero suplente” fue Alejandro Sánchez, que se fue a Central Córdoba buscando continuidad. El “Oso” aprovechó todas las chances que le dio Lucchetti en sus lesiones pero claro, la tarea del titular en los partidos y cuando estaba sano, era muy buena. Como lo es desde 2012.
“De chiquito, mi ídolo era (Gianluigi) Buffon”, admite. Vaya si Buffon -que sigue atajando- no dejó en el banco a decenas de arqueros.
Pero Marchiori viene a traer algo diferente a su nuevo cargo. Quizás técnicas que otros no tenían. “Hago yoga en los ratos libres, como para complementar el entrenamiento”, revela. La paz y el entendimiento serán fundamentales ahora. Además de todo lo positivo que puede sumarle a su trabajo como arquero. Porque aunque tenga paciencia y sea difícil modificar la situación, Marchiori querrá jugar partidos y a eso vino a Atlético.