Postales del microcentro: una peatonal que palpita

Postales del microcentro: una peatonal que palpita

Los espacios públicos exclusivos para peatones ya existían en la antigua Pompeya. Hoy son centro de confluencia tanto de consumidores como de quienes se dedican a la venta ambulante para sobrevivir.

EL GAUCHO LALO. Con su bombo infaltable es uno de los personajes que anima a las peatonales con su arte. LA GACETA / FOTOs DE JOSé NUNo LA GACETA / FOTOS DE JOSÉ NUNO

Hagamos un pequeño repaso sobre lo que significan las peatonales y cómo surgieron. Según la historia los pasos o sendas peatonales existían en la época el imperio romano en algunas ciudades tales como Pompeya. Dichos pasos eran usados con el fin de que los peatones no se ensuciaran con el barro, en el que se mezclaba el polvo con las cenizas del Vesubio. La delimitación se hacía con piedras, y los peatones caminaban sobre ellas para evitar el lodo.

En la época moderna, no fue sino hasta 1949, en Inglaterra, cuando George H. Charlesworth se planteo cómo hacer para que las personas no fuesen atropelladas ante el creciente tránsito vehicular. Tras dos años de experimentación se decidió, el 31 de octubre de 1951, sancionar una ley al respecto. En 1961 el ministerio británico de Transporte encargó al ingeniero escocés Colin Buchanan el estudio del tránsito urbano en las ciudades de ese país. En 1963 se publicó el “Informe Buchanan” o “El Tránsito en las ciudades”. Allíse menciona “los recintos ambientales”, en los que, gracias a la restricción del tránsito, se mejoraría la calidad de las zonas residenciales. De allí en más diferentes países, primero en Europa y luego en todo el mundo, fueron adoptando y adaptando los resultados obtenidos en Inglaterra según sus propios usos y costumbres. Así llegamos a las actuales peatonales, arterias donde no circulan vehículos.

En Tucumán

Las peatonales de calles Mendoza y Muñecas, con sus zonas de influencia en 25 de Mayo, San Martín, Maipú y Córdoba, son aquellas donde la población acude día a día para abastecerse de distintos productos. Por eso mismo, estas áreas se han constituido además, sobre todo durante esta pandemia, en un foco de atracción para aquellos que necesitan una actividad para subsistir.

Por todo esto es que podemos decir claramente que la peatonal palpita.

JUAN ÁNGEL GONZÁLEZ SUÁREZ. Desde hace un año aproximadamente le pone ritmo de folclore a la peatonal.
ERNESTO ANDRÉS. Profesor de música, desde hace nueve años recorre la peatonal con su bandoneón. Además, es fotógrafo de naturaleza
EMANUEL SOTELO. Recorre las peatonales y todo el centro con su canasta ofreciendo pan, bizcochos, alfajores y otros productos.
CRISTINA VALDEZ. Junto a sus anteojos de sol. Cuenta que prácticamente se crió entre vendedores ambulantes. Esta es su vida.
LUIS LISBOA. Es un venezolano que vende barbijos confeccionados por su hermana y su cuñado. También vende panes.
FERNANDO ORIETA. Oriundo de la provincia de Buenos Aires, y radicado en Tucumán. Se dedica a plasmar en papel el rostro de los transeúntes.
DARÍO ROMERO. Vende pequeños juguetes, cremas y pomadas, enchufes eléctricos y otras chucherías. Está allí desde hace cuatro años.
ERNESTO ÁLVAREZ. Se instala con su puesto de especias y otros artículos sobre la semipeatonal de calle San Martín.
ARIEL CASTILLO. Se sumó a las necesidades que trajo la pandemia y ahora se dedica a la venta de barbijos.
MILAGROS FRÍAS. Desde hace tres años está cantante amateur llena de música la peatonal.
ENRIQUE GONZÁLEZ. También tiene su puesto de venta de artículos varios por calle San Martín.
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