El desborde de fieles en Monteros en el día de la celebración por la virgen Nuestra Señora del Rosario desató una ola de quejas por las redes sociales a causa de la multitud que se congregó para venerarla. “¡Qué falta de criterio de los organizadores, viendo tanto amontonamiento deberían haber regresado la virgen al templo. Ella no quiere procesiones, sólo oraciones”, planteó Micaela Bordón. “Así, en dos semanas colapsa todo. Ojalá mi predicción sea errónea”, expuso Javier Pancini.
El recuerdo de lo sucedido en los primeros día de septiembre el bar El Ángel, cuando un campeonato de billar desató un brote de contagios que costó la vida a tres personas, no sirvió de escarmiento. Gaby Orellana Barros justificó el apiñamiento sosteniendo que fue por la fe. “Todos con barbijo. Y sí, desbordados de amor. Creo en el poder de Dios y su protección. Salimos porque lo único que se mantiene cerrado son los templos. Para muchos de nosotros la fe es vital. Creo que Dios protege a su pueblo”, dijo.
El obispo de la Diócesis de la Santísima Concepción, monseñor José Melitón Chávez, ratificó que procesiones y toda celebración religiosa que genere aglomeraciones están prohibidas por la Iglesia, a partir de las disposiciones del Comité de Emergencia. En relación a lo ocurrido en Monteros insistió en que las previsiones son claras, el resto corre por responsabilidad de cada uno. “Ojalá que ese hecho no traiga consecuencias para lamentar”, imploró. La tradicional celebración del día de la virgen patrona fue programada por vía virtual. La misa celebrada por el cura Hugo Delgado se transmitió por distintas redes sociales.
La procesión no estaba prevista. La imagen iba a ser montada en una camioneta para que recorriera distintos barrios de la ciudad y así los fieles pudieran tomar gracia de la virgen o elevar plegarias desde sus casas. Pero a las 18, cuando fue sacada de la parroquia del Rosario, cientos de personas ya estaban apiñadas frente al templo. Algunas sin barbijos y sin distancia social.