Ya está volviendo a hacer frío en Escocia, Gran Bretaña. Dentro de poco, las clases de las escuelas no podrán seguir siendo al aire libre, en los patios y jardines, como lo ha impuesto la pandemia. En esta segunda vuelta del virus por Europa, la arquitectura y el diseño de interiores han comenzado a transformar los espacios para dar lugar a la nueva normalidad. “Había empezado con pequeñas modificaciones en la casa, pensando que sería algo pasajero pero ahora la pandemia ya ha comenzado a cambiar la arquitectura, primero de las casas y después en las ciudades”, observa Lucía Jimena Juárez, arquitectura tucumana, que vive en Escocia junto a su marido, también tucumano, y a sus dos hijos.
“El hecho de que la gente esté trabajando desde la casa ya implica ciertas modificaciones: tener un espacio especial, cambiar la silla por otra más cómoda, poner el escritorio en un lugar con buena luz, hacer modificaciones para tener más intimidad, cambiar la disposición de los espacios ... y así a otra escala, se va transformando la ciudad”, explica Lucía, mamá de Ben, de casi siete años, y de Ian, de casi dos.
Lucía es docente en la prestigiosa Universidad de Edimburgo, Escocia, donde también realizó su doctorado en Arquitectura. En su tesis ha vinculado a los escoceses con los argentinos a través del patrimonio industrial. La aprobó con honores (Suma Cum Laude) en esa universidad, y también fue distinguida con una mención de honor por sus cualidades y valores dentro del Premio Turriano 2020, que otorga el Comité Internacional de Historia de la Tecnología. En ese trabajo menciona ejemplos del patrimonio de Tucumán y de Argentina.
La pandemia va cambiando la fisonomía cotidiana de las ciudades. “He visto diseños muy interesante de cubículos de vidrio dentro del cual la gente se sienta a cenar como dentro de una burbuja. En las veredas se usa mucho el one-way system o camino de una sola dirección para que la gente vaya caminando en un mismo sentido y no se cruce con otros de frente. Cuando voy a dejar a Ben en el colegio, todo está muy bien organizado. Si bien concurren todos los chicos, no lo hacen al mismo tiempo. Van entrando por grupos cada media hora, por orden alfabético. Los padres hacemos una fila rodeando el edificio, siguiendo las flechas y la distancia marcada en el piso en donde nos tenemos que parar. Nunca hay amontonamientos. La gente siempre va delante de nosotros, a dos metros de distancia. En la puerta se deja a los chicos y uno no puede entrar al edificio ni volverse hacia atrás, tiene que seguir. Adentro, los chicos se lavan las manos a cada rato y son ubicados en el sistema de burbujas. Tienen clases fuera del edificio, al aire libre. La escuela tiene varias puertas de salida para que los alumnos no se amontonen”, dice.
“En los gimnasios los lockers no están habilitados. Hay cosas que pueden cambiar temporalmente y otras que no, incluso hay cosas que pueden desaparecer. He visto edificios de cines grandes que están cerrando pero a la vez cambian los hábitos: se imponen el autocine y los bares donde te sirven algo para comer por la ventanilla del auto”, explica.
“La gente, ahora, busca que las casas tengan más verde. La arquitectura responde a las nuevas funciones, como lo ha hecho históricamente. Sé que por este tiempo los diseñadores de interiores han tenido mucho trabajo porque la gente necesita adaptar los espacios a las nuevas necesidades. Primero se busca dar una solución simple y después la casa cambia porque la gente necesita adaptar los espacios a nuevas funciones. La ciudad va sufriendo modificaciones. Se priorizan los espacios abiertos, se incorpora el escritorio para trabajar desde la casa”, describe.
Cómo se vive
En Escocia si bien las medidas no han sido tan estrictas, las normas que han dado han sido respetadas por todos los ciudadanos. “Desde el principio, cuando se determinó la cuarentena, siempre hemos podido salir, a correr y a caminar. Todo el mundo respeta la distancia y el uso de la máscara, que es algo nuevo que se incorporó recientemente. En algún momento hemos estado más abiertos (durante el verano) pero ahora nos estamos cerrando nuevamente. Cada lugar de Gran Bretaña -Escocia, Irlandia Gales e Inglaterra - tienen diferentes medidas sociosanitarias”, cuenta en una entrevista vía WhatsApp.
Los restaurantes están abiertos. Uno entra con máscara, la deja para comer, pero si se tiene que ir al baño se la vuelve a colocar. Luego para comer se la vuelve a sacar. Es un ejercicio al que todo el mundo se va acostumbrando”, cuenta. “Además nadie puede llegar a un lugar sin antes pedir una reserva por on line, eso pasa en el restaurante y en todos lados. En el aeropuerto y en las estaciones hay un sistema de testeo, donde te acercás en el auto, bajás la ventanilla y te toman una muestra, previo haber sacado un turno por internet. En menos de 24 horas te llega el resultado por mail”, dice.
En Gran Bretaña Lucía realizó un laureado trabajo sobre el patrimonio industrial. Hizo un relevamiento sobre lo que todavía se conserva de las antiguas estructuras escocesas. Muchas de esas obras tienen relación directa con los ferrocarriles de Tucumán. Visibilizar el patrimonio industrial y poder mostrar al mundo lo que de ello queda en Argentina fue un trabajo muy valorado en Gran Bretaña.