Casi desde cualquier punto de Yerba Buena se escucha, con la primera luz del día, los aviones hidrantes que buscan detener el incendio en San Javier. El trabajo de los jóvenes pilotos se extiende hasta que se oculta el sol, algo que pone de manifiesto la incesante tarea que realizan los aviadores. Los cinco pilotos parten desde el Aeroclub de Yerba Buena, sobrevuelan la montaña tucumana y descargan 1.500 litros de agua sobre las zonas incendiadas, mecanismo que repiten día a día desde el viernes. “Fue increíble ayudar y combatir el fuego”, dijo Santiago Seiler, de la empresa Agroalas, que puso a disposición dos de sus aviones.
“Fue muy difícil. El primer día nos costó muchísimo, hacía mucho calor, mucha turbulencia, fue muy largo, estuvimos desde las 6.30 hasta las 19.15. Había muchos focos, controlábamos uno y se disparaba el otro. Por suerte a la tarde ya habíamos podido controlar gran parte y sólo quedó quemándose la parte sur del incendio”, recordó Seiler sobre el primer día. Los días siguientes, según le contó a LA GACETA, fueron más tranquilos; aunque siguieron los vuelos, el incendio ya no tenía la misma intensidad.
Al terminar cada día, los pilotos recibieron un cálido aplauso en reconocimiento de su labor en la lucha contra el fuego.
“Fue increíble, una sensación espectacular que te reconozcan así, por más que siguen diciendo que somos los héroes y nos felicitan, también hay que reconocer a todo el equipo de tierra, que sin ellos no podríamos hacer nada, y a los bomberos, que están allá arriba bancando el calor. La verdad que somos un eslabón más de la cadena”, reflexionó, con humildad, el piloto. Y agregó: “los héroes son todos los miembros de la comunidad, porque desde la gente que se acercó a ayudar hasta el personal que nos carga los aviones, fueron importantes”.
Mario Yori, otro de los pilotos que estuvo combatiendo el fuego, también analizó la situación. “Me gusta volar, a la mañana temprano puede ser que sea divertido un poco, pero después ya es como un laburo cualquiera, hay que estar”.
“Es difícil volar. Por la temperatura, hay un viento variado y en la parte que nos tenemos que meter hay un corte que nos tira, nos chupa, suelta. Además está muy abajo el lugar que tenemos que cubrir, y para hacerlo tenemos que trepar los 4.000 pies de altura del cerro y largarnos desde arriba en punta con todo el motor cortado. En momentos se pone peligroso y tenemos que cortar un tiempo hasta que podamos volver”, explicó sobre las condiciones del clima que dificultan el trabajo de los pilotos.
“La verdad que venga gente al Aeroclub a ver y acompañar te da más ganas. Sabés que hay mucha gente a la que le interesa que se apague el fuego y estamos todos metidos en esto”, indicó Yori, que por cada vuelo, dependiendo del lugar donde esté el foco de incendio a contener, debía estar entre 8 y 15 minutos en el aire.
Los pilotos están acostumbrados a trabajar durante largas horas en ciertos períodos del año. “Somos pilotos agrícolas y durante la campaña es normal arrancar a las 5 de la mañana, por eso los aplausos nos hacen sentir muy bien, pero es nuestro trabajo. Los que la pasan mal son los bomberos que están ahí arriba”, reconoció Emilio Pilot, dueño y piloto de una de las empresas, que contribuyó con su esfuerzo a contener las llamas.
“El cerro se ve hermoso, la verdad que Tucumán tiene unos paisajes espectaculares. Además desde arriba no se lo ve tan quemado porque no fue un incendio copa, sino que se dio en la parte de abajo”, añadió Pilot.