Profunda autocrítica puertas adentro, si hay algo para reprocharse. Sacar lo bueno de los malo, también. Pero llorar sobre la leche derramada, no. El pasado, pisado. A levantar la vista, sacudirse las esquirlas de la bomba que hizo perder sólo una batalla. La lucha tiene diversas formas, hay que seguir. Estará dicha la última palabra desde la justicia deportiva mediante un fallo inapelable, al que hay que aceptar, para eso están los jueces. Pero todavía está lo que se puede escribir en un campo de juego. Será duro, un volver a empezar vestido con los andrajos de un golpe emocional. Pero no imposible.
Aquí hay valores que empujan a ver las cosas en colores y no en blanco y negro como induce el presente. Hay una tremenda historia por detrás, alimentada de coraje, de glorias individuales y colectivas. Hay corazones que palpitan al unísono. Hay voluntades que entienden que la salida es empujar el carro, hoy como otras veces, puesto otra vez más en subida.
Cuesta, claro que cuesta. ¿A quién le gusta perder una oportunidad? ¿Quién no sufre por una pérdida, por un objetivo que no puede concretarse? ¿Cómo pensar en actos necesarios como reconvertirse o reinventarse si el dolor todavía se siente? A respirar profundo y buscar salidas. Que se entienda. Hubo imperios que se levantaron desde las ruinas.