Crematorio, iniciativa que requiere debate público

Crematorio, iniciativa que requiere debate público

La propuesta de instalar un parque cinerario, con los correspondientes hornos crematorios, en la localidad de San Pablo, sobre la ruta 338, ha provocado la indignada reacción de los vecinos de esa comuna y de barrios privados cercanos. La cuestión ha dejado expuesta una serie de cuestiones trascendentes, tanto de forma como de fondo.

Entre las primeras, la más trascendente es que Tucumán lleva casi dos décadas de marchas y contramarchas con estos emprendimientos, sin que nada se haya aprendido, cuanto menos en términos de normas estatales. Recién en días pasados la comisión de Medio Ambiente de la Legislatura le dio dictamen favorable a un proyecto de ley de crematorios, aunque hace 17 años que en la provincia se suceden polémicas al respecto.

La primera propuesta para instalar un horno crematorio en Tucumán data de 2003, en la zona de Villa Carmela. El reclamo de los vecinos frustró el proyecto. En 2008 hubo propuestas en Yerba Buena y en San Miguel de Tucumán, pero la inquietud vecinal frustró lo que habían aprobado los concejales. En 2016 volvió se planteó montarlo en el predio de Overa Pozo, a 50 km de la San Miguel de Tucumán, donde un Consorcio Metropolitano de Residuos recibe la basura de seis municipios, pero entonces se dijo que el predio iba a estar muy cerca de la gente. Sólo en 2017 una empresa de servicios fúnebres consiguió montar un complejo en Tapia, lejos de toda población.

En cuanto a las cuestiones de fondo que plantea la iniciativa propuesta para San Pablo (el delegado comunal ha dicho que no es un proyecto y ni siquiera un anteproyecto, sino tan sólo una “idea”), la mayor objeción radica en que una cuestión de semejantes características y envergaduras se haya encarado en secreto. Los vecinos que se han autoconvocado en asambleas en el predio lindero al campus de la Universidad San Pablo T, donde ya se han realizado movimientos de suelos, han reprochado de manera pública y reiterada que se enteraron por trascendidos de esta “idea”, que hace un mes presentó un pedido de evaluación de impacto ambiental en la Dirección de Medio Ambiente de la Provincia.

Emanuel Kant, considerado el filósofo de la ilustración, anotó una máxima rectora para los tiempos que llegaban con la Modernidad. Kant fue contemporáneo a la Revolución Francesa y enfrentó el dilema de simpatizar con la Revolución Francesa, mientras vivía en la Prusia monárquica. En esa coyuntura apuntó que ninguna revolución podía ser considerada buena, porque se tramaba en secreto. Por lo mismo, anotó, tampoco podía admitirse ninguna contrarrevolución. Lo que explicita Kant, entonces, es que cualquier política tiene que ser pública si aspira a ser virtuosa. Ese es uno de sus requisitos indispensables. Aclara, también, que no por el hecho de que se dé a publicidad ello garantiza que vaya a ser buena; pero si no es pública, no importa lo que proponga, nunca podrá aspirar a ser considerada virtuosa.

Tucumán debió haber tenido resuelto mucho antes una legislación que estableciera con claridad cuáles son las condiciones ambientales y también las restricciones en materia de ubicación de estos emprendimientos, para evitar conflictos desgastantes, puesto que con sólo cumplir con la ley no había forma de truncar un proyecto de estas características.

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