¿Cuánto hay de concreto en los tratamientos que, desde distintos niveles científicos y no tanto, comienzan a aparecer como una esperanza en medio de la batalla contra la covid - 19? Según el médico Gustavo Costilla Campero, jefe del Servicio de Infectología del Hospital Padilla y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Infectología, no hay estándares probados, ni hay evidencia suficiente para alentar el uso, por ejemplo, de la ivermectina, o del spray nasal, como así tampoco de altas dosis de vitamina D o del ibuprofeno inhalado.
Según el especialista, “hay una presión muy grande de la sociedad para obtener medicamentos que puedan prevenir o hacer que la enfermedad sea menos grave, pero la que debe promover los beneficios debe ser la comunidad científica. No podemos entrar por un supuesto beneficio a dar cualquier cosa. Vemos con preocupación que se promueven terapéuticas sin ningún tipo de respaldo científico”. “Considero -agregó- que la sociedad no está bien informada y desde el ministerio se debería fijar una posición muy precisa al respecto”. Costilla recordó que hace pocos días, desde la SADI, se emitió un documento con aclaraciones en ese sentido: “Con gran preocupación notamos que en el tratamiento de pacientes con covid-19, tanto a nivel individual, institucional y aún de políticas sanitarias, se está promoviendo el uso de medicamentos y terapias que carecen aún de comprobación científica respecto de su eficacia. Y cuya seguridad tampoco conocemos por completo. Entre estas terapias podemos mencionar hoy el uso del ibuprofeno inhalado, la ivermectina y hasta el plasma de convalecientes. Del mismo modo discutimos hace algunas semanas atrás el uso de lopinavir/ritonavir, la hidroxicloroquina y azitromicina, y hoy sabemos que no sólo son inefectivas, sino que algunas hasta podrían ser perjudiciales”, dice el texto. “No se puede aceptar la recomendación y hasta la promoción de terapéuticas de eficacia no comprobada sin la aclaración de que se trata de productos experimentales y cuya utilidad aún no se ha demostrado. De esta forma no solamente se obstaculiza el progreso de la ciencia que sustenta a la medicina sino que indudablemente engaña a los pacientes y a toda la sociedad. Estas conductas generan expectativas inapropiadas, consumo injustificado de recursos y mayor estrés al sistema de salud”, agrega el documento.
Costilla Campero recordó que, por ejemplo, la provincia “tiene un protocolo para la utilización del ibuprofeno, pero no es cualquier médico que lo pueda recomendar, ni es para cualquier tipo de pacientes. Debe ser en el marco del uso compasivo, ante un riesgo de muerte, no está indicado para hacer prevención, sino para uso de tratamiento como el plasma”. “Se está generando una industria paralela de farmacias”, remarcó.
Las sociedades científicas están preocupadas por la difusión de recomendaciones y uso masivo de alternativas de prevención y terapéuticas para covid-19 que se difunden rápidamente por los medios y los chats por diferentes fuentes, no siempre confiables, que divulgan supuestos beneficios que parten de observaciones empíricas o aún parciales de estudios no finalizados e incluso no iniciados. “Tenemos la responsabilidad médica y sanitaria que toda propuesta debe ser evaluada en el marco de ensayos clínicos que cumplan todos los requerimientos regulatorios y sobre todo cumpliendo los principios éticos en investigación para seguridad de las personas”, dijo.
Pero, ¿cuáles son estos posibles tratamientos y en qué fase de estudio están? En el siguiente recuadro -“Posibles tratamientos”- está una lista de los más conocidos el menos en el país,