La Encrucijada: el suelo donde la desobediencia se convirtió en patria

La Encrucijada: el suelo donde la desobediencia se convirtió en patria

En la localidad ubicada en el departamento Burruyacú, un monumento recuerda el campamento donde en 1812 se encontraron Belgrano y Bernabé Aráoz. Decidieron dar batalla y el 24 de septiembre la victoria en Tucumán cimentó la Independencia.

HOMENAJE. Además del mural y de los mástiles, un monolito con placas homenajea a los próceres. HOMENAJE. Además del mural y de los mástiles, un monolito con placas homenajea a los próceres.

“Nosotros nacimos aquí y crecimos jugando en esta lomada. Jugábamos a la escondida, a la pilladita, sin saber qué era el suelo que estábamos pisando. Aunque es poco el tiempo que hace que lo descubrimos, claro que es un orgullo para nosotros”.

Así describe Ludmila Lotz, de 20 años, al lugar donde vive. Un caserío pequeño a la vera de la ruta 304, a unos 3 kilómetros de La Ramada. La localidad ahora se conoce como La Encrucijada pero, según sus pobladores más antiguos, no siempre la llamaron así.

En la lomada donde Ludmila, sus amigos y familiares jugaban antes, ahora hay mástiles y un mural de mosaicos en el que se destaca la figura de Manuel Belgrano. Es ahí donde el creador de la bandera vivió la que sería, quizás, la encrucijada de su vida.

“Belgrano venía del norte luego de promover el éxodo jujeño, siguiendo las órdenes del Triunvirato de dejar la tierra arrasada para cuando llegaran las tropas realistas. La estrategia del gobierno central era establecer como límite mínimo Córdoba, por lo que se abandonarían los pueblos del norte al avance de las tropas de Pío Tristán. Y acá, en este suelo, tuvo lugar el encuentro decisivo que torció la historia. Estamos en suelo de patriotas”, describe el historiador Facundo Nanni, que acompañó a LA GACETA a recorrer la zona donde Belgrano acampó con el Ejército del Norte en el marco de su retirada hacia el sur argentino.

Los documentos históricos ubican entre los días 10 y 12 de septiembre de 1812 aquella reunión entre futuros próceres. Un mitín que sería un “parteaguas” en el desarrollo de la gesta independentista, según lo califica Nanni. “Pensemos en la tensión del momento: Pío Tristán venía literalmente cortando cabezas a su paso y el ejército belgraniano, en retirada. Fue así que una comitiva encabezada por Bernabé Aráoz se acercó al campamento a pedirle, o a convencer, a Belgrano de que dieran batalla en Tucumán. Tratando de meternos en la piel de ese diálogo, imagino que el tono del pedido sería de desesperación”, relata Nanni.

La encrucijada para Belgrano era entonces acatar lo que mandaba el Triunvirato y abandonar los pueblos del norte; o desobedecerlo y tomar el pedido de los Aráoz, junto con sus ofrecimientos de hombres para la batalla. Su consciencia o la historia lo juzgarían. Elige la segunda y más heroica opción.

“Finalmente Belgrano decide dar la batalla que tuvo lugar el 24 de septiembre, apenas 10 días después de ese encuentro, en el Campo de las Carreras, en la ciudad de Tucumán. Fue la batalla que cambió el rumbo de la historia argentina, una batalla que -debemos insistir en esto- tiene una trascendencia continental, no sólo nacional. Fue la lucha que hizo posible que cuatro años después se declarara la Independencia”, remarca el historiador.

Por muchos años desconocido, el paraje La Encrucijada comienza a tomar notoriedad recientemente. Una ley de agosto de este año, finalmente, le atribuye su valor histórico (ver “En busca de un museo...”).

“Nosotros no sabíamos nada de esto. Vivimos acá hace 43 años y recién hace unos cinco años comenzamos a ver el movimiento y la gente de la comuna nos explicó cuál era la importancia del sitio”, señala Francisca Nora Oscari, abuela de Ludmila y esposa de Pedro Lotz, hijo de un alemán que llegó al país al final de la Segunda Guerra Mundial.

La Encrucijada: el suelo donde la desobediencia se convirtió en patria

“A nosotros, cuando nos preguntan, esto sigue siendo la localidad de San Patricio; casi nadie la identifica como La Encrucijada, aunque para nosotros sería bueno que lo cambiaran”, destaca Francisco Lotz, hijo de Pedro y de Nora. Más allá del nombre, lo que valen son los hechos. La historia grande escrita allí.

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