Si bien muchos podrán elaborar un proyecto para mudarse, al final solo un 10% o un 20% lo logrará. A esa conclusión llegó -después de una investigación- Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular y autor del libro “EnCambio”. “El culpable de que no nos animemos a patear el tablero es nuestro cerebro. Porque es conformista, temeroso, cobarde, egoísta. Es feliz cuando corre pocos riesgos. No quiere que pienses, le encanta que repitamos”, describe.
En general, las personas tienden a conservar el estado de las cosas, respondiendo al principio: “nadie se mueve de una posición en la que se encuentra cómodo”, explica el psicólogo Arturo Gómez López. “Sin dudas, hay situaciones - algunas esperables y otras no- que generan una modificación abrupta de las circunstancias de vida. Hay personas para las que la pandemia generó un cambio en todas esas cosas, configurando así una crisis sin precedentes”, apunta.
“El coronavirus nos hizo pensar -y a muchos los hizo experimentar- no sólo que estamos de paso en este mundo (cosa que ya sabíamos pero la pandemia vino a recordártelo de un modo más contundente), sino que un hecho como este puede cambiar tu manera habitual de trabajar, de dormir, de comer, de higienizarte, de divertirte y de comunicarte con los demás. En definitiva, un cambio radical en nuestra forma de vivir”, señala.
Según Gómez López es bueno sacar todos los aprendizajes que nos plantea la pandemia. Por ejemplo, que es posible vivir con menos, que tenemos muchas más cosas de las que necesitamos para ser felices y que es bueno resignificar el valor de las cosas, sobre todo de las intangibles, como la salud, la familia, la amistad, el afecto, la fe, la paz, el tiempo.
El psicólogo resume: “esta pandemia debería poder enseñarnos a aprender a vivir mejor en todos los aspectos, a fin de aprender a gestionar y sostener nuestra salud física, mental, moral, familiar, social e institucional. Porque si no hacemos aprendizaje de estas experiencias, estaremos perdidos y, entonces, le haremos honor a la célebre frase de Einstein: hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y estoy más convencido de lo segundo que de lo primero”.