20 Septiembre 2020
A partir de la pandemia, la palabra “sanitizar” (que proviene del inglés sanitize, desinfectar) pasó de ser una que casi nadie conocía o utilizaba a instalarse entre las más frecuentes en el vocabulario cotidiano específico de este contexto tan particular. Por esa razón, podría inducirse que herramientas como la pintura sanitizante son novedades propias de este nuevo escenario, pero no. “Los esmaltes sanitizantes existen ya desde hace mucho, pero ahora tomaron protagonismo por todo lo que está pasando”, explica la arquitecta María Silva Dip, de Aislar NOA.
“Este esmalte es antibacteriano. Por la composición que tiene, evita la formación de microorganismos y hongos que suelen aparecer en ambientes que son muy cerrados. Está pensada para tener un alto grado de asepsia, y por eso se la utiliza en lugares como quirófanos, laboratorios, consultorios y ese tipo de ambientes. También en cocinas o lugares donde se almacenan productos para el consumo humano”, explica Dip.
“Su aplicación es muy simple, no tiene ningún secreto. Eso sí, como con cualquier otra pintura, se debe realizar primero una limpieza de la superficie donde se la va a aplicar, sean estructuras metálicas, hormigón, paredes de durloc o lo que fuera”, amplía la arquitecta.
La versatilidad y simpleza del esmalte sanitizante, combinadas con el alto grado de asepsia que requieren espacios como hospitales, gimnasios, colegios o establecimientos vinculados a la industria alimenticia, lo convierten en una opción más que recomendable. “Si bien ya se la utiliza desde hace mucho, por sus características la vedette de este nuevo contexto”, califica Dip.
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