Atrapado entre las calles del barrio Juan XXIII, con cuatro materias “colgadas” de la secundaria, Bruno Mahmud, de 19 años, espera que nuevamente sus profesores le den una mano. Egresó el año pasado de la escuela Solidaridad y Paz y no consiguió ni trabajo ni tampoco inscribirse en la carrera de kinesiología. “Estuve esperando todo el año para rendir y recién ayer me llega el mensaje de la escuela para inscribirme”, se ilusiona. Pero a la par viene la decepción: “¿cuánto tendría que cargarle a la tarjeta para rendir las cuatro materias?”
En la escuela Solidaridad y Paz los docentes ya están pensando en hacer “una vaquita” como lo hicieron otras veces para ayudarlos con carga de datos a sus alumnos para poder rendir. “La modalidad de examen se inscribe en la forma en que se viene llevando la propuesta educativa, que está generando más desigualdad de la que había. La conectividad está distribuida de manera desigual por lo tanto el acceso a la educación también es desigual”, razona Adrián Barón, director de la escuela ubicada en el corazón de “La Bombilla” .
Algo similar ocurre en la escuela 229 Vicente Parra de Puma Pozo. “El instituto JIM que es padrino de esa escuela está gestionando una donación de carga virtual como ya lo hizo en otra oportunidad para que los chicos puedan rendir”, cuenta el profesor Pedro Verasaluce. “La escuela usará videollamadas y pospondrá los exámenes las veces que sea necesario hasta que los chicos consigan los elementos para poder rendir, dice.
Stephania Rivero docente de matemática en tres escuelas - de La Florida, Alderetes y Cruz Alta- reconoce que “la mayoría de los alumnos no cuenta con acceso a internet ni celulares donde descargar aplicaciones como Zoom o Google Meet. La mayoría no va a poder rendir y no conozco que los ayuden las comunas rurales, cada uno se las arregla solo”, señala.
“El 80% de los alumnos con materias previas no se inscribió, es poca la concurrencia. Además la mayoría tuvo que salir a trabajar. Te cuento un caso: un alumno mío de 6° año de una colonia de Cruz Alta, hace dos meses se le cayó el techo de su casa y perdió todas las carpetas. Yo soy su profe y traté de adaptarle todos los contenidos para que él pueda seguir estudiando en paralelo a su trabajo. Él también perdió su celular en el derrumbe así que depende de alguien que le preste un celular para poder poner su chip y bajar las tareas que le mando. Él quiere rendir pero no va poder”, relata la docente.
Sandra Correa también es docente de matemática y trabaja en cinco escuelas: en Mancopa, Leales; “Agustina de García Fernández”, de Bella Vista, en Los Pereyra, El Puesto y San Miguelito, de Cruz Alta. Estas tres últimas tienen graves problemas de conectividad. Para reducir los tiempos y evitar más gastos en datos -cabe recordar que según la disposición ministerial los exámenes deben ser grabados y los chicos deben conectarse 10 minutos antes del examen- varias escuelas dividen el proceso en dos etapas. “En mis escuelas - dice Correa - se hará un trabajo previo: cuatro días antes se le pedirá al alumno que haga un trabajo escrito y lo mande por WhatsApp, el medio que usamos. Lo corregiremos y le pediremos que el día del examen defienda ese trabajo en forma oral por videollamada, que consume menos datos que con otras aplicaciones”. Es una de las formas que encontraron los docentes para facilitar el derecho a rendir.