El mundo cambió en los últimos por la pandemia. Hubo que adaptarse a nuevas modalidades. Sin embargo, en el fútbol argentino todo sigue igual y no cambiará si nadie reclama las transformaciones necesarias para que el reparto de dinero y beneficios sean equitativos. La AFA jamás fue una verdadera Asociación del Fútbol Argentino. Siempre centralizó su gestión en los clubes de Buenos Aires y algunas ciudades cercanas. Nunca le interesó ni le preocupó lo que suceda en las otras provincias. Marcó diferencias claras cuando se hacía mención a los directamente afiliados y a los invitados. Prometió abrir sus puertas, pero no lo hizo completamente.
La semana que se inicia puede marcar un antes y un después en el fútbol argentino. El miércoles se hará la audiencia virtual entre San Martín y la AFA. Los tucumanos reclaman el ascenso por derecho deportivo. Si obtiene lo que busca y gana la pulseada, no será el triunfo de un club que se la jugó por sus propios medios. Será la oportunidad que el fútbol argentino en su conjunto busca desde hace muchas décadas para terminar con una discriminación que no está al tono con los tiempos actuales. Pero para aprovechar la ocasión hay que estar unidos. De lo contrario, el “Santo” pagará los platos rotos por desafiar al poderoso. Y las consecuencias pueden ser muy duras.
En la década del 70 se creó el Campeonato Nacional que permitía a los campeones de las ligas participar de esa cita que se disputaba en el último trimestre del año. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones de su creador, Valentín Suárez, la unificación del fútbol no logró concretarse. Una década después, Julio Grondona lanzó una reestructuración que como no fue a fondo. Llegó el momento de hacer otro intento. Tal vez la tercera sea la vencida. ¿Por qué la grieta que existe en el fútbol argentino se profundizó en los últimos años? A medida que el negocio crece, los intereses aumentan y algunos oportunistas aprovechan la ocasión para beneficios personales. “Hay dos clases de dirigentes: los que buscan su propio bienestar y los que trabajan a favor del fútbol”, lo dijo Suárez hace varias décadas y cobra otra vez vigencia. Como para tener una idea de lo que se trata, basta con escuchar al ex presidente de Vélez, Raúl Gámez. “Los actuales dirigentes no tienen capacidad pero si mucha ambición y ansias de poder. Hay que hacer algo para que no destruyan a la AFA”, indicó.
Miedo al poder
Gámez entiende que los clubes tienen miedo y por eso aceptan decisiones que son ilógicas e incompresibles. “El presidente de AFA maneja los árbitros, el Tribunal de Disciplina, la plata, la transferencia de los jugadores. Es muy grande el poder que acumula. Tiene que ser muy derecho para manejarlo con equidad. Y este no es el caso en este momento”, asegura. El fútbol argentino retrocedió en el plano internacional y sus competencias internas siguen a la deriva.
A lo largo de la historia los clubes tucumanos alzaron la voz y no se callaron ante poder afista. En los años 80, Natalio Mirkin fue el impulsor de la Unión de Clubes de Argentina (UCA). Junto con Amadeo Nuccetelli, presidente de Talleres de Córdoba, enfrentaron a la AFA en busca de igualdad. Julio Grondona sabía que esa movida podía tener graves consecuencias a nivel FIFA. Primero abrió las puertas para jugar en el torneo Metropolitano a través del Nacional, pero solo los cordobeses lo aprovecharon. Mirkin se quedó sin el acompañamiento necesario. Luego se modificó la máxima competencia de ascenso. Así surgió en 1986 el Nacional B -hoy Primera Nacional-, pero con algunas condiciones. Los equipos de la B Metropolitana se quedaban con toda la recaudación cuando eran locales. La AFA les pagaba los viajes y cuando jugaban en las provincias se llevaban el 20 por ciento de las recaudaciones. Una especie de indemnización que se abonaba para jugar dentro de la estructura afista.
Casi cuatro décadas después, otra vez San Martín fue protagonista. Su presidente Roberto Sagra alzó la voz y reclamó el ascenso a partir de los derechos deportivos. En la categoría lo dejaron sólo. Mario Leito, titular “decano”, y Andrés Fassi, máxima autoridad de Talleres, también cuestionaron las decisiones de la conducción. Pocas voces para defender tantos intereses. Por eso el TAS puede decidir más que un ascenso. Puede ser la llave para abrir las puertas de un futuro mejor, sin invitados a los torneo oficiales. Donde todos sean respetados y escuchados. Pero para se necesitarán muchas voces. Sin unidad, nada será posible.
Ragusa contra los “dirigentes traidores”
Salvador Ragusa, DT de Zapla, cuestionó al manejo de la AFA: “Basta de dirigentes traidores. Ya se lo dije a Toviggino. Cuando se pueda hay que ir a hacerse oír a la Capital y cortar la calle Viamonte”.