Hace casi un mes, mientras aceleraba con la puesta a punto tras la cirugía de rodilla, Juan Orellana se topó con un problema inesperado. Tras someterse a un hisopado, luego de conocer la noticia que Nicolás Castro había dado positivo, se dio con que él también había contraído la covid-19. Inmediatamente, el defensor viajó a su Taruca Pampa natal, se aisló, cumplió con todo lo que le habían ordenado los médicos y hoy, ya recuperado, se siente pleno. “Estoy de 10, esperando volver a entrenarme”, confiesa Juan en diálogo con LG Deportiva.
Se había roto los ligamentos de una de sus rodillas antes del inicio de la temporada, por eso debió conformarse con ver desde afuera cómo sus compañeros moldeaban una de las mejores campañas en la historia de La Ciudadela y justo cuando faltaban algunas semanas para recibir el alta médica, la pandemia de coronavirus detuvo la pelota, paralizó el país y lo obligó a seguir esperando. “No fue fácil, pero lo tomé como una prueba más. Venía de una lesión importante y cuando estaba para volver me salió eso. Estuve 16 días aislado y no tuve un síntoma”, asegura, contento, porque el mal trago pasó y porque sus seres queridos no contrajeron el virus. “Gracias a Dios a todos les dio negativo”, explica.
Hoy se entrena a la distancia en su pueblo, siguiendo las directivas que le dieron desde el club, esperando ansioso que se anuncie el retorno a los entrenamientos y mirando de reojo el tramo final del proceso por el reclamo que San Martín presentó ante el TAS pidiendo que se revean las decisiones que tomó AFA de dar por terminada la temporada, de suprimir los ascensos, y de dejar en suspenso los ascensos. “Lo más justo por el año que hicieron mis compañeros, y lo ideal para poder volver a jugar en Primera, es que nos den el ascenso. Igualmente si tengo que jugar en la Liga con San Martín, la juego”, aclara el defensor surgido de la cantera ubicada en Cebil Redondo e hincha confeso del “Santo”. “Igualmente sé que tenemos que pensar en entrenarnos y jugar, sin importar en la categoría en que estemos”, agrega.
Justo cuando estaba afianzándose en el plantel de Primera, sufrió una dura lesión que llegó de la mano con la pandemia que frenó la pelota y con el virus que lo obligó a frenar la recuperación un par de semanas. Su último juego oficial fue el 21 de abril de 2019, en Santa Fe contra Unión por la Copa de la Superliga. Se bancó el descenso, puso lo mejor de sí mismo para ganarse un lugar en el nuevo plantel, pero se topó con una lesión imprevista. Sin embargo, no es una persona de caerse así nomás. Está con muchas fuerzas, listo para recuperar el tiempo perdido y con la cabeza firme en seguir cumpliendo sueños. “No veo la hora de volver a jugar. Ya llevo más de un año sin hacerlo”, remata.
Orellana superó mil escollos y está listo para volver. Como sea y donde sea, quiere aportar su granito de arena para que San Martín pueda seguir adelante, de las manos de sus sueños.