La que fue declarada “Ciudad Histórica” va perdiendo su identidad al ritmo de la construcción de edificios de departamentos y de cocheras para albergar el incesante tráfico de San Miguel de Tucumán.
Ya por 1986 el microcentro tucumano recibía cinco veces más vehículos de los que sus calles permitían para ese entonces. Hoy seguramente esa cantidad estará superando las 10 veces.
Se estima que Tucumán posee 360.000 vehículos, o sea algo más del 2,5% del total del parque automotor de la República Argentina que se calcula en unos 13,3 millones de vehículos. De estos, un 85% corresponde a automóviles, 11%, a vehículos livianos y el resto, a vehículos pesados.
El Gran San Miguel de Tucumán, según el censo de 2001, contaba con cerca de 750.000 habitantes. Y en 2010 ese número ascendió a los 800.000, lo que hace suponer que las proyecciones para este 2020 estarán cercanas a las 850.000 o más personas. Esto equivale a decir que más del 50% de la población de la provincia (estimada en 1,6 millón de habitantes) se encuentra repartido en aproximadamente 115 km2.
Por ende deben replantearse, a veces significativamente, los modelos de segregación socio-espacial que se aplican, no sólo en Tucumán sino en América Latina toda.
Surge el interrogante respecto de los procesos que posibilitan el crecimiento de las ciudades intermedias (Yerba Buena, Banda del Río Salí, Las Talitas, Villa Mariano Moreno y Tafí Viejo) y si es que mantienen similares características.
No estaría mal plantearse lo que hizo al respecto la ciudad de San Juan, al preservar un sector de la urbe y permitir la modificación en otras áreas. Tampoco hay necesidad de poner metas inalcanzables, como la que tiene la ciudad de París, donde se preservan los mínimos detalles históricos y las nuevas construcciones se producen en La Défense dentro de una superficie de 160 hectáreas y una población del orden de las 40.000 personas.
Lo manifestado no habilita a que hermosas casas sean demolidas para construir cocheras o edificios de departamentos en perjuicio de la identidad de todo un pueblo, si bien existen algunas propiedades cuyos dueños mantienen la esperanza de conservarlas tal como fueron construidas.
Y la pregunta flota en el ambiente: ¿cuánto tiempos les resta en pie a estas históricas casonas?