Un afamado "caballero inglés" agoniza por la pandemia. Sir Harris, el tradicional café de la esquina de Mendoza y Laprida, no soportó la crisis económica que trajo consigo el coronavirus. Sin embargo, su propietario no culpa a la covid-19 por el inminente cierre del restaurante, que tras casi 20 años se convirtió en parte del paisaje urbano del microcentro.
"Acá falló el control del Estado. Si las cosas se hubieran hecho como corresponde, los que queremos laburar haciendo las cosas como se debe, cumpliendo con todas normas, estaríamos bien. Y los que no, estarían pagando multas o presos. Pero como siempre pasa en Argentina: se premia a los que hacen todo por izquierda, y a los que vamos por derecha, nos cagan la vida", afirma el empresario gastronómico Ernesto "Corcho" Farhat, en diálogo con LAGACETA.com.
Es lógico y evidente que está indignado. "Corcho", como lo conocen en el ambiente, está viendo cómo años y años de trabajo se esfuman entre la falta de ingresos y la imposibilidad de sostener las erogaciones que implica la estructura de su negocio: alquiler, salarios, gastos fijos, impuestos...
No se resigna. Piensa en alternativas. "Estamos evaluando el negocio, para seguir trabajando con nuestra gente. Son 15 familias las que dependen de esto. Pero el bar está cerrado casi definitivamente. Por el momento es temporal. Veremos unos días más. Los propietarios del local no querían que me vaya, pero no es sólo eso. Los costos son tremendos. El cierre es casi definitivo", agrega Farhat.
El empresario adquirió el bar en 2005, cuando ya llevaba un lustro abierto. Y mantuvo durante todo este tiempo una impronta característica. Miles de clientes comieron y tomaron café -y otras bebidas espirituosas- entre el mobiliario de madera y la calidez de las luces amarillas. Incontables tucumanos pasaron tardes enteras viendo los autos cruzar por esa esquina, junto a la vieja cabina telefónica pintada de rojo. Pero, como sucedió con tantos locales tradicionales del centro, Sir Harris quedó a oscuras, con las puertas cerradas y un silencio que atormenta.
"Vamos todos para el mismo lugar. Primero seremos los más 'grandes', por decirlo de una manera. Porque somos los que afrontamos costos fijos más altos. Tenemos los lugares más lindos, más grandes, pero así también son los números de la estructura. Los más 'chicos', que son atendidos por el dueño y algún empleado, tratarán de sobrevivir un poco más. Pero así es imposible remar", explica "Corcho".
Por el brote
El rubro gastronómico no puede recibir clientes desde el 29 de agosto, cuando el Comité Operativo de Emergencia (COE) restringió esta y otras actividades que implican la posibilidad de contacto social debido al brote de coronavirus, que multiplicó de manera exponencial los contagios y las muertes en Tucumán.
Hoy por hoy, las posibilidades de trabajo para bares y restaurantes se reducen a la entrega a domicilio (delivery) y a la compra para llevar (take away). "Eso no nos sirve. Quienes estamos en el centro no tenemos movimiento. A eso hay que sumarle el paro de colectivos, que es un horror. La gente directamente no viene. A las cinco de la tarde ya no hay un alma en la calle. Además, con esto de la cuarentena la gente cocina mucho más en su casa. Hay muchas cosas que el Gobierno no entiende. No saben ver nada de esto, porque han vivido siempre de la política y no saben lo que es caminar la calle", reniega Farhat.
¿Y la posibilidad de poner mesas en veredas y espacios públicos al aire libre? "Eso tampoco funciona. Quizás para algunos bares con veredas amplias o terrazas. Pero con mesas sólo en la vereda no hacés nada. Además, el cliente no la pasa bien. Hay mucha gente pidiendo en las calles. Y también está el tema de los descuidistas; es una cosa espantosa la que estamos viviendo con los ladrones. Adentro los clientes se sienten más seguros", sostiene el empresario.
Farhat no abandona su argumento central: a su criterio, la crisis no es sólo consecuencia de la pandemia, sino también de las medidas adoptadas por el Estado.
"Nosotros cumplimos con todos los protocolos. Es cierto que mucha gente no los cumple. Pero también ves otros rubros que están abiertos. Los bancos están llenos de gente amontonada, en las plazas se ven reuniones, en los barrios juegan a la pelota. Nosotros gastamos litros y litros de alcohol en gel por día, respetamos los protocolos, y tenemos que cerrar porque los 'señores' nos dicen: 'esto es masivo'. En realidad, es la solución más cómoda para ellos", insiste Farhat, quien pronto deberá girar por última vez las llaves de la pesada puerta de Sir Harris.