A lo Calamaro

Pasemos a otro tema, no quiero hablar de eso...

Por estos días, más complicados que otros, Juan Manzur debe andar tarareando la canción de Andrés Calamaro. El combate judicial entre el camarista Enrique Pedicone y el vocal de la Corte Suprema de Justicia, Daniel Leiva, ha vuelto más huidizo que siempre la gobernador de la provincia. “Los poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo son los tres poderes del Estado. Es la base de nuestro sistema democrático. Esta situación en la cual están involucrados un vocal y un camarista, obviamente hay denuncias y esto se tiene que dilucidar donde corresponde”, respondió el mandatario cuando fue consultado sobre el escándalo que puso en vilo a la institucionalidad. En este partido, todo parece indicar que Manzur ha cedido la pelota a su compañero de fórmula, Osvaldo Jaldo, que ya plantó estrategia en la contienda.

Está todo guardado, hay cosas con candado...

El gobernador no se sacará el casete, como esos jugadores de fútbol que ensayan las mismas respuestas, cada fin de semana, dependiendo del resultado. Su gabinete está algo anestesiado. Nadie hablará del caso hasta tanto se aclare el panorama. Muchos de los colaboradores del mandatario saben que esta pelea judicial será como una batalla inesperada, que dejará esquirlas para lo que se viene. “El silencio es salud”, ensaya un colaborador del Poder Ejecutivo como respuesta a tantos interrogantes abiertos. Más allá de eso, las diferencias entre Manzur y Jaldo han quedado atrás. Hoy hablan más que ayer. A solas, sin que se sepa, con certeza, cuáles son los temas de la charla íntima.

...y comprendeme, no puedo entender cuál es el juego; de verdad, no te voy a perdonar...

Los empresarios asisten preocupados a esta puja de poder. En los ámbitos del sector privado, el caso Pedicone-Leiva ocupa parte de las conversaciones, con un eje inquietante: la vulnerabilidad de la seguridad jurídica. A algunos hombres de negocios entrado en años les cuesta entender que estos escándalos se sucedan en un “pueblo chico, infierno grande”, en el que la pandemia de la covid-19 ha entrado de lleno y parece que no pasa. Otros sostienen que, claramente, se está frente a una posible intromisión en decisiones de otro poder. Los empresarios están convencidos de que este conflicto judicial debe resolverse lo más pronto posible para no seguir dañando la imagen de una provincia convulsionada. En el mientras tanto, hacen cuentas. La cuarentena se los llevó puestos y no hay empresario que no diga que está sobreviviendo a esta crisis sin precedentes. Varios bares y restaurantes del microcentro han decidido cerrar sus puestas temporalmente. A varios les resulta menos oneroso tomar esa actitud hasta tanto el Comité Operativo de Emergencia (COE) resuelva si los dejarán trabajar. “No estamos planteando salud o trabajo, sino salud y trabajo”, dice un referente de la actividad. Las pérdidas son terribles. Por caso, un negocio gastronómico del centro puede llegar a necesitar reunir $ 2 millones al mes. De ese total, unos $ 700.000 corresponden al gasto en mercadería. Otros $ 500.000 requerirán para pagar a los empleados, incluyendo las cargas previsionales y sociales. Entre IVA e Ingresos Brutos deberán abonar no menos de $ 200.000. Los servicios pueden demandarle $ 100.000 y, si el local está bien ubicado, el alquiler le significará unos $ 200.000. A esto hay que sumarle otros gastos corrientes atinentes a la actividad. “Para reunir todo este dinero, hay que trabajar a full; a medias, nada sirve”, reflexiona un empresario gastronómico que reclama por la reapertura.

Los comercios chicos no tienen margen para subsistir. Según los datos de la Cámara que representa a bares y hoteles, un 30% de los negocios del rubro debió cerrar desde que arrancó el aislamiento, a fines de marzo pasado, porque no tiene medios para subsistir. Aquellos que pudieron acceder al programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), pudieron sortear en parte el difícil trance de la pandemia. Con ese plan, sólo tuvieron que reunir para abonar el 25% de la remuneración de cada empleado. Sin embargo, la escasa actividad comercial ha causado otro inconveniente: el endeudamiento del personal para cubrir sus gastos corrientes. Varios empresarios señalaron que la pandemia ha forjado una relación más directa entre el dueño del negocio y sus trabajadores, con el fin de que estos no caigan en incumplimientos y, en definitiva, terminen siendo afectados por el Veraz.

El prolongado paro de colectivos ha significado otro dolor de cabeza para el sector privado. Propietarios de comercios y trabajadores deben abonar más de la cuenta en pasajes para cumplir con sus tareas y que no se resienta más la actividad. Esa es otra materia pendiente que tiene el Estado provincial. Hasta ahora no ha podido darle un corte a un asunto que viene mucho tiempo antes que se desencadenara la pandemia de la covid-19. Por de pronto y casi en silencio, el Poder Ejecutivo ha pedido a unidades académicas que le ayuden a efectuar estudios de costos para una probable conversión del servicio en una Sociedad Anónima con Participación Estatal Mayoritaria (Sapem).

Tantos frentes de conflicto abierto llevan a pensar la frase del abuelo de la canción de Calamaro: el lugar se cubrió de pedazos de cristal. Mejor no hablar de eso; pasemos a otro tema.

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