De las acepciones de la palabra burbuja, la que hoy aplica el deporte para practicar y competir en tiempos de pandemia es la de “habitáculo hermético y aislado del exterior”. En la práctica, buena parte de ello se cumple. Pero no siempre. Lo que pasó con Boca y la “pinchadura” que tuvo la estructura armada es una muestra.
Las hay de todo tipo: suntuosas o simples; bajo protocolos estrictos o permisivas; masivas o mínimas. Aceptadas a regañadientes, criticadas duramente o entendidas como la única manera de seguir adelante, estas organizaciones son las que hoy permiten, en muchos países, que ruede o pique una pelota, que un vehículo gire, que los músculos se desarrollen, que la mente fluya.
Pero no todo es un lecho de rosas. Para estar dentro de las burbujas hay que seguir reglas, protocolos. Someterse a exámenes permanentes, aislarse, hacer un trabajo individual, cuidarse y cuidar.
“Me costó mucho todo esto, fue como estar preso. Jugué en Cincinnati y al quedar eliminado estuve 10 días encerrado antes de volver a competir, con el estrés de someterme a hisopados que no sabés si darán resultado positivo y te impedirá jugar los torneos”. El cordobés Juan Ignacio Londero puso en tela de juicio, en las últimas horas, a las burbujas. Pero las terminó aceptando. “Me costó adaptarme a las nuevas condiciones, aunque también es cierto que era la única posibilidad para poder jugar los torneos. Creo que pude competir y hacerlo en un buen nivel, pese a que nunca me sentí cómodo”.
¿Sirven las burbujas deportivas? Nelson Ledesma, el profesional tucumano del golf que está jugando torneos en EE.UU. dice que sí. “No me adapto del todo todavía a las condiciones, pero no es nada grave. Además, todo esto nos está permitiendo trabajar, lo que no es poca cosa”, explicó.
Victoria Sauze estuvo hasta hace algunos días entrenándose con Las Leonas en Pinamar. “El tema de no poder salir a ningún lado sí se hacía un poco difícil. Aunque no lo sentíamos tanto, al estar en grupo. Además, el entrenamiento al aire libre nos dio muchos momentos lindos”, analizó.
Por el lado del fútbol, José Palomino, que jugó para Atalanta en la burbuja de la Champions League de Portugal, dijo que vio lo que se armó en Lisboa como muy positivo. Emilio Zelaya, que juega en un club de Arabia Saudita, al igual que Gustavo Rivas, en México, destacaron que para ellos no hubo burbuja, pero sí controles previos, que se complementan con medidas preventivas permanentes.
Los jugadores del seleccionado nacional de rugby trabajan en su propia burbuja, la Casa Puma, con la esperanza de jugar el Rugby Championship (cuya sede, Nueva Zelanda, está a punto de caerse). En la localidad bonaerense de Ingeniero Maschwitz hay varios tucumanos, entre ellos el concepcionense Matías Orlando. “Podemos entrenarnos en grupos reducidos. Ya el sólo hecho de hacerlo está muy bueno. Hay protocolos y pasos para dar en función de cuidarnos. El presente es así, es por lo que tenemos que pasar. Yo pasé la cuarentena en Tucumán, lo que me permitió practicar al aire libre y llevar adelante los trabajos que nos mandaban los preparadores físicos”, dijo.
Así como cada deporte y cada deportista es un mundo, cada forma o método para salir adelante también lo es. Hay una fórmula básica que cada participante entiende, ejecuta, proyecta y la hace funcionar. Es aquí donde aquello que muchas veces es difícil de categorizar en la vida cotidiana sirve de ejemplo. Si los buenos ejemplos cunden, y el deporte muchas veces los da, que se haya probado que las burbujas funcionan permite pensar que no sería una locura aspirar a que sean un espejo para otras actividades en estos tiempos tan difíciles.
Más testimonios
En Italia
“Por estos días estamos muy bien, entrenándonos para llegar de la mejor forma al torneo que empezamos el domingo 20. Con relación al protocolo de salud, teniendo en cuenta que la ciudad de Bérgamo fue una de las que más sufrió por el coronavirus, cada cuatro días nos hacen un test para comprobar que estamos bien. Cuando fuimos a la burbuja de Lisboa por la Champions, todo salió muy bien” (José Palomino, tucumano, integrante del plantel de Atalanta)
En México
“Solamente nos hicieron pruebas de sangre. Y ahora que empiezan las prácticas seguimos con el mismo control. Pero aquí nunca hubo ninguna burbuja. Con esta pandemia se atrasaron varios cosas, pero felizmente empecé a ver que las cosas ya están mejorando”. (Gustavo Rivas, arquero de 21 años y oriundo de Concepción, que juega hoy en el estado de Sonora en Soles FC, de la segunda división).
En Arabia Saudita
“En los últimos tiempos nos hicieron hisopados. Eso ocurrió antes de que empezaran los entrenamientos. Pero después no hubo nada más. Aquí no hubo burbuja para trabajar. Lo único que sí se hace en cada reunión que mantenemos con el cuerpo técnico es tomar el recaudo de estar todos con barbijos y con alcohol en gel a mano”. (Emilio Zelaya, tucumano, erigido en el goleador de Darmac FC de Arabia Saudita).