Colorido, sensualidad, exotismo, delicadeza, fragilidad, lujo, pasión... son sólo algunos de los sustantivos que el imaginario asocia a las orquídeas. Y automáticamente, uno imagina que cultivarlas es un problema muy complicado.
“Ni un problema ni tan complicado... y tampoco tan exótico: en Tucumán tenemos muchas especies autóctonas, lo que no las hace menos bellas, claro -asegura Gustavo Scrocchi, biólogo e investigador del Conicet en la Unidad Ejecutora Lillo, pero además orquedófilo por pasión y por vocación-. Hay muchos miles de especies en el mundo; se mencionan entre 25.000 y 35.000 naturales, y más de 100.000 híbridos, hechos por el hombre”.
Como buen “orquediero”, Scrocchi nos guía por este camino aventurado. “En primer año, un compañero que cursaba la carrera de Botánica me contó que tenía algunas orquídeas, y me ofreció una planta. Desde ese momento nunca pude abandonarlas -cuenta-. La siguiente planta la compré en Misiones al año siguiente (todavía la tengo). y nunca más nunca paré”.
Qué necesitamos saber
De las miles de especies que existen, la gran mayoría de las orquídeas que se cultivan son epífitas. “Eso quiere decir que viven sobre otras plantas, en general sobre árboles -explica-. No son parásitas, sólo los usan de apoyo”.
Y para iniciarse, conseja, lo mejor son estas; pero -aclara- el desafío es entender que al cultivarlas en macetas no debemos tratarlas como a las plantas “comunes”: “no van en tierra, pero sí necesitan un sustrato que las sostenga y nutrientes”, explica y agrega: “contra lo que muchos piensan, no les va la sombra: requieren mucha luz, aunque muy poco sol directo (y menos en verano)”.
“El primer consejo que puedo dar es que, al menos para empezar, lo mejor es comunicarse con otras personas que las cultiven: tienen los datos que enseña la experiencia, y que permiten ganar tiempo y ahorrar frustraciones -resalta-. En Tucumán recomiendo la Asociación Tucumana de Orquicultores, que además de reunir la mayor cantidad de cultivadores experimentados de la provincia, hace de la amistad su lema”.
Cómo empezar
Lo ideal, para ir aprendiendo, es arrancar con plantas que crezcan bien en la zona.
“Muchas personas se ‘enamoran’ de determinadas orquídeas y deciden cultivarlas sin tener experiencia. Y puede resultar más difícil porque, por ejemplo, vienen de lugares donde las temperaturas nunca bajan de 15º o 18°, y entonces nuestro invierno no les hace bien. Otras, de lugares donde se mantiene en 18° y 25º todo el año, y nuestros 40º del verano las matan”, advierte.
“Aquí en Tucumán conviene empezar con especies o híbridos de Cattleya (son las orquídeas en las que todo el mundo piensa cuando se habla del tema); dendrobium nobile y sus híbridos; cyrtopodium, encyclia, epidendrum... Una vez que se aprenda a manejar esto tipo de ejemplares, se puede seguir con otros grupos”, aconseja.
El riego
Y una clave que -asegura - vale para todas las plantas: “cuando rieguen, deben hacer que el agua corra y salga por la base de la maceta; no se debe mojar el sustrato sólo superficialmente, porque eso retiene las sales”.
“Al principio puede parecer complicado, pero es sólo cuestión de aprender unos cuantos puntos -señala Scrocchi-; después se hace más fácil. Además, cuando nuestras orquídeas florecen devuelven con creces los cuidados que les damos”.
Y ahora, una por una, las seis claves.
Para tener en cuenta
1- Luz: no necesitan sombra
La mayoría de las que se cultivan en Tucumán viven, en su hábitat, en las partes altas de los árboles, con muy buena iluminación; lo mismo necesitan las nuestras. Pero ojo: no sol directo, salvo quizás en las primeras horas de la mañana. En invierno toleran un poco más...
2- Humedad: cuidado con el exceso
Al vivir sobre los árboles, las raíces se agarran alrededor de las ramas, y nada las cubre. Cuando llueve, absorben agua y nutrientes (tienen un tejido particular que las ayuda en esto), y cuando pasa la lluvia se secan bastante rápido. En las macetas, a las plantas las sostiene un medio de cultivo que, en mayor o menor medida, retiene humedad por más tiempo que un tronco en la naturaleza. Por ello, es clave un buen drenaje en las macetas y aprender (y preguntar a los que saben) cuánto y cuándo regar. Sucede que si el sustrato está mucho tiempo mojado, afecta las raíces: mueren más orquídeas por exceso de agua que por falta de riego.
3- Sustrato: libertad a las raíces
Como en la maceta no hay de dónde “agarrarse”, la planta necesita sustrato, y que este permita buen drenaje, lo que se logra con una capa de piedras en la base (además ayudará a mantener en pie la maceta cuando la planta crezca). Hay que verificar que el sustrato deje espacio para las raíces (recordar que en la naturaleza nada las cubre) y asegurarles que circula aire. Se pueden usar trozos de corteza de pino solos o con carbón. Al plantarla, la orquídea debe quedar bien fijada para enraizar correctamente. Usar tutores que le den firmeza.
4- Recipientes: no muy grandes
Pueden usarse macetas de plástico o de barro. Las de plástico mantienen más la humedad, las de barro secan más rápido. Es fundamental que tengan buena salida de drenaje y no utilizar macetas muy grandes. Por un lado, porque mantienen mucho más tiempo la humedad, lo cual -ya vimos- es perjudicial; además, si son grandes, las raíces demoran más en llegar a contactar con las macetas y entonces pueden quedar “sueltas”, lo que -también vimos- no es bueno.
5- Abono: dependen de nosotros
En la naturaleza absorben los nutrientes que la lluvia desliza por las ramas, pero en las macetas no, así que debemos aportarlos. En el mercado hay muchos abonos; conviene uno equilibrado (igual cantidad de nitrógeno, fósforo y potasio) y ser regulares: una vez a la semana o cada 15 días, pero siempre igual. Según la frecuencia se dosifica la dosis. Dato muy importante: unas horas antes de abonar debemos regar las plantas.
6- Plagas: estar atentos
Puede haber otras, pero las más importantes son las cochinillas, los hongos y las bacterias. Una revisión constante de nuestras plantas nos permitirá detectarlas a tiempo y usar los remedios necesarios. Para los hongos es importante no usar siempre el mismo fungicida. También para combatir las plagas existen muchos productos en el mercado.