En las últimas horas había circulado por diversos medios una carta del médico Jesús María Amenábar, con la cual este agradecía las atenciones que estaba recibiendo por parte del personal de salud que lo atiende en el marco de su contagio de covid-19.
Aquel agradecimiento tomó, sin embargo, un tono duro, de crítica hacia el país en general. "Un nabo semioligofrénico entra de raso a alguna repartición pública con el único riesgo de desarrollar callos glúteos sentado en un escritorio, acomodado por un puntero. Los quiero a los residentes. Deben estudiar inglés e irse. Esto no tiene arreglo", decía Amenábar en su carta.
Sus dichos motivaron la reacción de la farmacéutica Rosana Herrera de Forgas, que desde su cuenta de Facebook le dedicó una carta abierta.
"Yo soy (o fui hasta hace muy poquito) una servidora pública, agente estatal o cualquier otra denominación que me corresponda pero de ninguna manera soy una 'nabo semioligofrénica... con el único riesgo de desarrollar callos y glúteos sentada en un escritorio', como usted define a los empleados públicos tan genérica como despectivamente. Quiero recordarle que yo, seguramente igual que usted, entré a trabajar en el Estado Provincial SIN RENDIR CONCURSO como tantos otros ciudadanos en tantas reparticiones estatales y privadas. Aunque hasta es probable que de existir ingresos por evaluación de antecedentes y examen usted y yo los hubiésemos aprobado con honores, ¿no cree? Pero nunca lo sabremos", responde Herrera.
"Todos queremos a los residentes, los mejores recuerdos los tengo justamente de un residente del hospital en el que usted está, que le salvó la vida a mi compañero cuando en un centro privado casi se la quitan. Y porque los quiero jamás les diría: estudien inglés y váyanse (...). Imagino que usted tal vez tenga los medios económicos para que al enfermarse en Europa o los EEUU pudiera asumir los gastos que representan los seguros de salud. En su caso, (tengo entendido que lleva ocupando varios días cama) serían cuantiosos. No creo que aquellos a los que usted aconseja que se vayan puedan tener ese nivel de bienestar en similar situación de vulnerabilidad", continúa.
La carta de Herrera tampoco tardó en viralizarse. A continuación, el texto completo.
CARTA ABIERTA AL DR. JESUS MARIA AMENÁBAR:
Mi estimado compatriota, antes que nada corresponde solidarizarme con usted y mandarle por este medio, mis deseos de pronta recuperación para que pueda volver a su hogar a recibir el amor de su familia, que es realmente lo más sanador en esta vida.
Su antónimo, el odio, o simplemente la bronca, a veces nos lleva a emitir expresiones poco felices, sobre todo si escribimos de un tirón, porque se corre el riesgo de que, lejos de lograr reivindicar al equipo de salud y de exigir mejores salarios para el sector que hoy está siendo el más afectado en el planeta entero, nuestras palabras pudieran sacar a la superficie un aparente desconsuelo personal y un evidente desprecio colectivo.
Por lo que usted cuenta en su escrito y muestra en su foto, me alivia ver que su estado de salud no parece tan deteriorado, ya que su sonrisa y sus ganas de compartir públicamente sus reflexiones políticas, me inducirían a pensar que si existió algún peligro, afortunadamente ya lo superó. Así que me siento con toda la tranquilidad para comentarles las mías. Ya que yo como usted, también soy una profesional de la salud.
Y fíjese que siguen las coincidencias: también a mí me gusta expresar mis pensamientos y también siento un gran orgullo por todos los trabajadores que honran la profesión y que por esas circunstancias del destino, hoy les toca vivir una tragedia que asola al mundo entero. Y que están la primera línea de fuego, poniendo en riesgo su vida y cuidando la mía para que yo los cuide a ellos, quedándome en casa.
Pero tengo algunas diferencias sustanciales con sus manifestaciones. Esas que, repito, a lo mejor usted no las haya escrito en su mejor momento emocional, producto de la alguna secuela de la pandemia -como dicen algunos expertos- y de ser así sería absolutamente entendible.
1) Quiero aclararle que yo soy (o fui hasta hace muy poquito) una servidora pública, agente estatal o cualquier otra denominación que me corresponda pero de ninguna manera soy una “nabo semioligofrénica... con el único riesgo de desarrollar callos y glúteos sentada en un escritorio…” como usted define a los empleados públicos tan genérica como despectivamente en la cadena de guasap con su foto y con su nombre que me llegó de parte de una colega suya.
Quiero recordarle que yo, seguramente igual que usted, entré a trabajar en el Estado Provincial SIN RENDIR CONCURSO como tantos otros ciudadanos en tantas reparticiones estatales y privadas. Aunque hasta es probable que de existir ingresos por evaluación de antecedentes y examen usted y yo los hubiésemos aprobado con honores, ¿no cree? Pero nunca lo sabremos
2) Los salarios del sistema de salud, históricamente, son de los más vergonzosos pero no precisamente los del subsector público. Por casualidad ¿usted tiene alguna relación con algún sanatorio privado? Por lo que me informan, salvo honrosas excepciones, las empresas del rubro no siempre son mejores empleadores que el Estado provincial ni brindan servicio de calidad superior. Y eso está mal. Está muy mal. Coincido con usted. Y es una batalla que hay que ganar: la lucha por disminuir las obscenas desigualdades.
3) La jubilación mínima, a partir de junio, se fijó en $ 16864 y se abona por los cajeros automáticos. Un empleado del Hospital si es profesional universitario con una carrera de cinco años o más, es un nivel “A” y si fue jefe de sala, cobraba un adicional del 30% sobre el básico. Si además tenía 40 años de aporte, resulta, a todas luces, imposible que cobre el 50% del piso de los haberes de los pasivos. Ahora como usted hace referencia a la caja de jubilaciones y a un señor que entrega un cheque, debe ser la jubilación de autónomos que es proporcional a los aportes realizados. O sea que el mencionado doctor percibiría de ser así dos jubilaciones: una como empleado del hospital público y la otra por la caja previsional de los médicos. Seguramente por su atención en el consultorio particular.
4) “El país está perdido. Los quiero a los residentes. Deben estudiar inglés e irse del país. Esto no tiene arreglo” Para usted es EL país, para mi es NUESTRO país y si tiene arreglo, doctor Amenábar, permítame disentir: si el sector salud sobrevivió a los cuatro años del gobierno de Cambiemos donde (por nombrar sólo algunos despropósitos sanitarios): se eliminaron los Ministerios de Salud y de Ciencia y Tecnología para desfinanciarlos y convertirlos en Secretaría; se sacaron vacunas del calendario obligatorio; se suspendió el Plan REMEDIAR; se dejaron hospitales a medio construir e inclusive en la CABA, los enfermeros pasaron a ser personal administrativo, etc, etc y el país resucitó y se está arreglando para poder darle a usted una atención de excelencia. ¿Por qué supone que está perdido?
5) Todos queremos a los residentes, los mejores recuerdos los tengo justamente de un residente del hospital en el que usted está, que le salvó la vida a mi compañero cuando en un centro privado casi se la quitan. Y porque los quiero jamás les diría: estudien inglés y váyanse. Les digo que se queden en este, NUESTRO PAÍS, porque es el mejor del mundo. Y mis hijos aprendieron a amarlo, por fortuna.
6) No sé porque pero me imagino que usted tal vez tenga los medios económicos para que al enfermarse, viviendo en Europa o los EEUU, pudiera asumir los gastos que representan los seguros de salud. En su caso, (tengo entendido que lleva ocupando varios días cama) serían cuantiosos. Así que no creo que aquellos a los que usted aconseja que se vayan, puedan tener ese nivel de bienestar en similar situación de vulnerabilidad.
7) Me parece que podría ser interesante encarar esta problemática en un gran debate público (como prestadores y consumidores). Así que lo invito a que cuando le den el alta, encontremos el espacio para exponer las debilidades y las fortalezas del subsector público del sector salud. En mi carácter de no médica pero especializada en políticas públicas, ex funcionaria política del área y eterna enamorada de mi tierra y de su gente.
Pero por ahora lo importante es su salud, esa que con tanto amor fue cuidada en ese servicio de avanzada, por héroes y heroínas anónimas tan mal pagos pero hoy tan reconocidos por la sociedad.
Cuídese. Atentamente.
Fca. Rosana Herrera de Forgas. Integrante de la Junta Ejecutiva Nacional de EL MANIFIESTO ARGENTINO.
Miembra del Directorio del INSTITUTO DE ESTUDIOS Y FORMACIÓN PARA LA IGUALDAD.