El ataque de un lugareño con un machete a un endurista en una senda que une San Javier con Potrero de las Tablas puso de relieve situaciones de tensión en la montaña, que se potencian en estos tiempos en que cada vez más motociclistas, ciclistas y senderistas van a recorrer los senderos del cerro. El agresor ha sido detenido y en estos días sería sometido a proceso, pero el origen del incidente, que es el cobro de peaje de hecho a los que usan las sendas de la montaña muestra una situación que puede calificarse como ilegal, por fuera de los controles de la autoridad, y que afecta a cada vez más personas. Sólo en San Javier se estima que circulan por las sendas unos 700 ciclistas por fin de semana, y un número no establecido de enduristas y de caminantes.
El incidente, ocurrido el 1 de agosto en el lugar conocido como “Senda de los helechos”, dejó en claro que a los visitantes se les cobra el paso cuando llegan a la mañana -$100 por motociclista y $ 50 por ciclista- y en el caso de la agresión habría ocurrido porque se intentó cobrar el peaje por segunda vez a la tarde. Los ciclistas revelaron entonces que hay varios circuitos en los que deben abonar por el paso a lugareños establecidos estratégicamente. El secretario de Bienestar Universitario también contó que cuando se habilitaron los senderos para hacer trekking en el parque Biológico hubo lugareños que se apostaron en los accesos a los senderos e intentaron cobrar por el paso, incluso permitiendo el ingreso de ciclistas, pese a que los circuitos de la UNT sólo están habilitados para caminantes.
A lo largo del tiempo ha sido un hecho aceptado por enduristas –que recorren las montañas desde hace por lo menos tres décadas- y por bikers que en algunos casos había que dejar una contribución para ayudar a mantener las sendas dañadas por el paso de los vehículos. Se entiende, además, que las sendas tienen circuitos que atraviesan terrenos fiscales y también predios privados, sin que haya por lo general cercas o alambradas que pongan límites. Pero otra cosa es que se convierta esto en un negocio de gente que aprovecha la afluencia cada vez mayor –sobre todo de bikers- a los cerros tucumanos. Más grave es la situación cuando se producen incidentes como el de Potrero de las Tablas, que pudo costarle la vida al motociclista. De hecho, en las redes sociales los grupos suelen advertir de trampas como alambres atravesados en las sendas, lo cual hace presumir el incremento de tensiones.
Las autoridades por lo general están actuando ante los hechos consumados y con ciertas previsiones sobre los problemas de inseguridad. Es el caso de la universidad, con sus circuitos bien cuidados, de Yerba Buena y la Policía, con el sendero para ciclistas por el lecho de Anta Yacu, y de Turismo, con las conversaciones con municipios del sur para habilitar circuitos de trekking, además de la delimitación turística de las sendas que unen la alta montaña con San Javier. No obstante, es evidente que se requiere de medidas que abarquen los distintos aspectos que tiene el uso cada vez más intenso del cerro, y eso debería movilizar a las municipalidades y comunas pedemontanas en conjunto con las autoridades provinciales. Ya ocurre en Tafí Viejo, que intenta resolver las situaciones –de tránsito y de seguridad- que se generan con la afluencia de ciclistas.
No obstante estas acciones, haría falta un mayor involucramiento en conjunto de las autoridades para asegurar no sólo que no se extienda el cobro de peaje ilegal sino también prevenir agresiones o asaltos, tal como se hizo adecuadamente en Yerba Buena. La actividad deportiva y de esparcimiento de ciclistas, enduristas y caminantes (senderistas) es una tendencia que ha crecido sin pausa en los últimos años y que, presumiblemente, va a tener un incremento sustancial en estos momentos en que es una de las pocas actividades permitidas durante la pandemia.