¿En qué momento pasamos del videojuego como un “vicio”, una planta carnívora que devoraba adolescentes que quedaban atrapados días enteros en las pantallas, a los videojuegos como una práctica sana, inspiradora y formadora? La respuesta es una: los deportes electrónicos, o e-sports, como se los conoce popularmente. Y quienes los practican, incluso, tienen su propio día: hoy se celebra en todo el mundo el Día del Gamer, para visibilizar toda la estructura y el trabajo que hay detrás de este entretenimiento devenido en deporte.
Hay clubes, equipos, ligas, entrenadores, nutricionistas, campeonatos (siempre que no haya pandemias, claro) y, fundamentalmente, hay jugadores de todo el mundo que se encuentran en el espacio virtual para tomarse el juego bien en serio y a nivel profesional. Las horas “perdidas” frente a la computadora se convierten aquí en horas de entrenamiento.
“El deporte está asociado al esfuerzo físico, pero ¿alguien se atrevería a decir que el ajedrez, por ejemplo, no es un deporte? Claro que lo es, y con los deportes electrónicos pasa lo mismo. El esfuerzo es mucho más mental, lo cual no implica que no haya un esfuerzo físico, pero sigue siendo un deporte”, compara Roberto Oporto, de la Asociación de Deportes Electrónicos y Videojuegos de Argentina (DEVA), una agrupación civil que tiene por objetivo promover la profesionalización de los deportes electrónicos en el país. La DEVA se formó en 2017 y desde hace poco cuenta con una filial en Tucumán. El jueves pasado pusieron en marcha, junto con la Universidad San Pablo-T, un taller destinado a introducir a preadolescentes y a sus padres en los esports.
“Cada año más niños y adolescentes se acercan al mundo de los videojuegos, dedicando cierta cantidad de horas cada día a la actividad videolúdica. Esta actividad de esparcimiento tiene un potencial educativo enorme, ya que jugar un videojuego significa desarrollar capacidades de análisis e interpretación de tablas, gráficos y otros tipos de información, de toma de decisiones y de trabajo en equipo, entre otras”, explica la asociación en un comunicado.
Tucumán, un campo virgen
Pasar del juego por diversión al juego por profesión es un salto grande y que, entienden los expertos de DEVA, debe darse con un acompañamiento profesional. No se trata de que los chicos que se proyecten como deportistas profesionales se pasen el día completo jugando. “Como tampoco se trata de que un chico que quiere ser profesional en el fútbol esté todo el día con la pelota. El entrenamiento tiene que ser acorde con su edad y no deben descuidarse otras actividades”, advierte Oporto, que además de responsable de Formación en DEVA, es propietario de un club de esports, 44Seconds (ver aparte).
“En Tucumán hay un gran potencial y una oportunidad enorme. Es como un campo virgen que queremos explotar”, explica José Parolo, representante de DEVA en Tucumán. Es que se trata, según detalla, de una enorme industria que podría ponerse en marcha en la provincia. “La capacidad para generar empleos de los esports es enorme, hay decenas de profesiones implicadas: nutricionistas, entrenadores de juego y entrenadores físicos, comunicadores, comentaristas para los torneos, árbitros...”, enumera.
Romper paradigmas -y estigmas- respecto de los videojuegos y promover las buenas prácticas es la misión de los entusiastas de los esports. Y también reclutar en los clubes a aquellos jugadores que quieran ir un poco más allá. La promesa, por su parte, es un montón de beneficios que traerían los videojuegos: trabajo en equipo, capacidad para solucionar conflictos, gran desarrollo de la concentración y los reflejos y ampliar las posibilidades de sociabilización son apenas algunos de ellos.
Desde la Psicología: “Contrario a lo que se piensa, el videojuego es una herramienta de sociabilidad”
Entre los equipos profesionales de deportes electrónicos también hay profesionales de la salud mental que se encargan de seguir de cerca los procesos por los que atraviesan los “atletas” electrónicos. El mejor resultado de la ecuación estrés - motivación dará el mejor rendimiento. “Cualquier deporte profesional genera estrés y emociones positivas y negativas que hay que saber gestionar”, explica Julián de Muria, psicólogo y miembro de la Asociación de Deportes Electrónicos de la Argentina (DEVA).
Entre los múltiples beneficios de los esports como herramienta de formación, el profesional destaca una que, para él, es clave, y es la capacidad que tienen para fomentar la sociabilidad. “Los chicos muchas veces están en equipos y es casi todo virtual, pero hemos presenciado que cuando se encuentran, ese vínculo se fortalece aún más. Para chicos que tienen dificultades con la sociabilidad en el mundo presencial, la virtualidad es una ayuda enorme como ejercicio. El error está en pensar que la presencialidad es determinante para sociabilizar. Es importante el contacto físico, por supuesto, pero no podemos decir que si no lo hay, no se está sociabilizando”, finalizó.