“Hacer radio, en casi todas mis etapas, fue un ejercicio saludable de la libertad”. Así define Carlos Diez al centenario medio, que habita desde hace décadas. Una libertad que “choca a veces con el manual del poder que busca hacer sentir su jerarquía”, agrega.
En este tiempo, siente que la radio “se cansó de los touch and go, privilegia a los creativos desde la previa, a los solventes de cada capítulo y se decide por los que con claridad le permiten anhelar un nuevo encuentro con la audiencia”.
A la hora de los recuerdos, menciona el viaje inaugural de la vuelta del ferrocarril de pasajeros a Concepción. “Con la magia de Víctor Hugo Suárez, transmitimos con un equipo de VHF desde el tren. A la llegada a cada estación, estaba la banda de música tocando y los niños con sus delantales y banderitas. Esa emoción, hasta hoy, es una página dichosa de mi vida”, admite.
Afincado en Radio Nacional, el locutor reconoce que esa emisora “es el escenario donde se ponen de manifiesto las políticas de comunicación de quienes están en el poder y en ocasiones ha sido un feria de prueba y error, con graves consecuencias para los trabajadores, que son llevados a hacer productos mediocres, sin aprovechar su formación y experiencia, en operaciones de prensa que pretendían realizar”. La llegada a la dirección de Guido Sebastián Ferreyra es un dato halagüeño: “me llena de esperanza, no sólo porque conoce los códigos o porque integramos propuestas y proyectos en común, sino porque sabrá canalizar los esfuerzos de cada uno para arrancar esta nueva centuria con originalidad, pasión, coraje, responsabilidad y talento”.
Patricia Acosta vuelca actualmente su larga experiencia como periodista en la enseñanza de Periodismo en la Universidad San Pablo-T, enfocada en la radio. “La producción periodística en general está complicada. Hay una vagancia en la construcción de la agenda diaria. Normalmente está influida de manera peligrosa por las líneas editoriales que son oficialistas: cuando hay una propuesta que intenta poner en duda el relato oficial es muy difícil de que llegue a buen puerto”, alerta.
En su prédica contra los discursos únicos, y en medio de la pandemia, reclama profundidad en el tratamiento de los temas. “Hay medios de comunicación marginales que hacen un tipo de trabajo periodístico mucho más relajado, con entrevistas mucho más profundas, que se manejan por fuera de la vorágine que imponen los grandes medios y, entre ellos, la radio. Vivimos una debacle en nuestra profesión, que en vez de mejorar, se ha profundizado en esta época”, lamenta.
Experiencias extremas: la palabra de presos, detenidos y locos
La radio como soporte de la expresión, su masividad y su accesibilidad la han llevado a convertirse en el medio elegido preferentemente para personas que, por cualquier motivo, están privadas de su libertad. La experiencia de emitir programas con producción propia de los internos es recurrente en los penales de todo el mundo, y en 2001 el Ministerio de Justicia de la Nación había anunciado un plan para instalar frecuencias en 33 cárceles federales de toda la Argentina. En provincia de Buenos Aires, jóvenes alojados en institutos cerrados de La Plata ponen al aire “Tu voz en libertad”, que se emite sábados y domingos por Radio Estación Sur (FM 91.7, disponible on line) de esa ciudad, en el que repasan sus historias de vida. Dese 1991, los internos del Hospital Neuropsiquiátrico Borda tienen La Colifata, su propia radio en la frecuencia FM 100.3 que fue la primera en el planeta en esta clase de transmisiones. A ellas se suman miles de experiencias comunitarias, barriales, indígenas y de sectores sociales que construyen un universo plural en voces e ideas.