Escandaloso, disparatado, ilógico, inverosímil, poco serio. Ni bien se conocieron detalles de la reunión que tuvieron 31 presidentes de los clubes de la Primera Nacional, en la que intentaron buscar la manera de resolver esos ascensos que dejaron en stand by cuando llegó la pandemia, la opinión pública se encargó de poner a los principales dirigentes de nuestro fútbol en el ojo de la tormenta.
Pese a que nadie quiere hablar por ahora de formatos de competencia, la idea principal que se filtró de ese encuentro vía Zoom es el tan mentado Reducido en el que quieren dirimir los ascensos, incluyendo a los 32 equipos de la categoría, olvidando las 21 fechas disputadas en lo que iba de la temporada y nivelando a los equipos que mejor habían hecho las cosas, con los que estaban con la soga al cuello y fueron salvados gracias a la resolución que dictaminó dejar sin efecto los descensos.
“Nos dijeron que íbamos a ascender y un llamado de la política cambió todo. ¿De quién? De Sergio Massa, todos lo saben”. Hace algunas horas Roberto Sagra volvió a denunciar lo que ya todos conocen y es vox populi en el mundillo futbolero. El mandamás “santo” dejó en claro que piensa que un contacto con el poder pesa más que lo que hacen los futbolistas dentro de un campo de juego.
¿En serio puede resultar viable dejar en la nada el esfuerzo de un grupo durante 21 fechas y emparejar al que mejor hizo las cosas con los que no? ¿No hubiese sido más lógico tratar de mantener condiciones y reglamentos, definiendo en la cancha ascensos y descensos como se lo hizo en otras ligas? ¿Por qué no primó el sentido común y aguardaron a ver cómo transcurrían los hechos antes de tomar decisiones que terminaron metiendo a los dirigentes en un callejón sin salida?
“Estuvimos todos de acuerdo”, sentenció Marcelo Achile sobre la decisión de casi todos los presidentes de armar un “Reducido” de 32 equipos y definir los ascensos. Claro, un buen número de los equipos (salvo los que estaban primeros) podría verse beneficiado por la decisión de empezar todos desde cero. Si a un equipo lo salvan del descenso y le dan la chance de reforzarse y pelear por un lugar en la categoría superior, es más que obvio que levantará la mano votando a favor de esa determinación.
En los cinco meses que llevamos de aislamiento, los dirigentes jugaron al quedo, como esos equipos que zafaron del descenso y que hoy piensan en grande. Ahora, se intenta buscar la forma de jugar, de resolver un conflicto en el que la propia AFA se metió, dando por finalizada una temporada a la que no le asignaron los ascensos.
En las principales ligas del planeta se respetaron reglamentos, condiciones, no se abrieron los libros del pases, volvieron al ruedo a lo sumo tres meses después de haber detenido la pelota y completaron los campeonatos. Así de sencillo. No hubo llamados que cambiaran opiniones o que tiraran por la borda los reglamentos establecidos, tal cual denunciaron Sagra y algunos periodistas que caminan con frecuencia los pasillos de AFA.
Igualmente nada es claro. Hay que ver si la pandemia permite jugar en los últimos meses de este año y qué sucede con el pedido “Santo” ante el TAS. ¿Qué pasará si a San Martín le reconocen el ascenso? ¿AFA le reconocerá, en consecuencia, el ascenso a Atlanta? ¿Jugarán los 31 equipos restantes por un solo cupo? ¿Agregarán más ascensos a la Liga Profesional para tratar de dejar contento al resto de los participantes?
En cualquier lugar del planeta lo más sencillo sería completar el torneo, sin alterar reglamentos y condiciones. Pero en nuestro fútbol hay demasiados antecedentes que indican que todo pasa y todo se olvida.