La única consigna concreta que pudo reconocerse ayer durante la edición tucumana de la “Caravana por la República” fue el rechazo a la reforma de la Justicia, que impulsa la Casa Rosada.
Después, casi a modo de murmullo, sonaron muchísimos cuestionamientos generales, hacia lo que los manifestantes consideran que el actual Gobierno representa: no al comunismo, no al nuevo orden mundial, no al aborto, no a la corrupción, sí a la libertad de expresión. Varios pusieron en duda las estadísticas difundidas por canales oficiales sobre los casos y sobre las muertes por la covid-19, y unos cuantos incluso negaron que la pandemia sea real.
Pero más allá de la abstracción de estos últimos planteos, quedó muy en claro que todos los que participaron de la movilización se ubican en las antípodas del presidente, Alberto Fernández, y, muy en especial, de la vicepresidenta, Cristina Fernández.
Los primeros autos y camionetas iniciaron la caravana muy puntuales: a las 16 salieron desde plaza Urquiza en dirección hacia plaza Independencia, por calle 25 de Mayo. Bocinazos y banderas blanquicelestes por las cuatro ventanillas. Algunos pasajeros aplaudían, y desde las veredas recibían adhesiones -también con aplausos- de transeúntes, aunque no necesariamente estos participaran de la protesta.
Unos 10 minutos después de los vehículos, los caminantes comenzaron a marchar hacia el principal paseo del microcentro. Vestidos de banderas, batiendo palmas o caceroleando. Algunos cantaban contra el Gobierno; pero la falta de un “director de orquesta” hacía que unas canciones “pisen” otras y, de ese modo, ninguna podía oírse con claridad. La mayoría -casi todos- usaba barbijo; muchos dejaban, sin embargo libre su nariz o su boca.
Paula -prefirió no dar su apellido- sabía que durante la marcha no se iba a respetar la distancia social. Debido a eso se “armó” de barbijo, de máscara y de alcohol. “Nosotros nos debemos cuidar; pero basta de meternos miedo”, reclamó. Además de exigir que la Nación dé marcha atrás con la reforma judicial, también formuló un pedido al gobernador, Juan Manzur. “Que no nos deje solos. No podemos tener en Tucumán tanta inseguridad. Nos están matando; están matando a los jóvenes. Haga algo gobernador; usted dijo que nos iba a cuidar, y no nos cuida”, reprochó.
En lo que tiene que ver con los reclamos comarcanos, tal fue, precisamente, una de las consignas que sonó con más fuerza. “Ese es el problema aquí: hay un asesinato todos los días”, bramó Juan del Prado. Él no temía contagiarse durante la marcha: usaba de manera correcta el barbijo, y opinaba desde al menos unos 10 metros del núcleo de la protesta, frente a Casa de Gobierno.
Tampoco sentía miedo de contagiarse Marta Elena Buscetto. Al contrario, deseaba que ello le sucediera. “Yo me quisiera infectar, no enfermar; porque así genero los anticuerpos. Contagiarse no es enfermarse. Podemos ir a bares y al banco, pero no podemos ir a misa”, lamentó. Y luego enumeró otros reclamos para el Gobierno provincial: “hay un mal manejo de la salud, de la educación -los chicos no dan más encerrados en sus casas-; y hay mucha pobreza y falta de higiene”.
El reclamo por la inseguridad en la provincia le sirvió a Blanca Acosta para que desarrolle su teoría acerca de la emergencia sanitaria. “Todos los días están matando jóvenes, y la Policía está ocupada en impedir que la gente pasee un perro o vaya a caminar. La pandemia está recontra exagerada. Tenemos la cuarentena más larga del mundo; nos encerraron, y nosotros mansamente lo aceptamos porque nos asustamos. Pero estos encierros posibilitan que Gobiernos como el nuestro aprovechen para pisotear los otros poderes del Estado, y gobernar como una tiranía”, consideró.
Acerca de la reforma de la Justicia, o de cualquier otra medida que quiera tomar la Nación, Acosta desafió: “que consulten; que hagan una asamblea popular a ver si se animan; que utilicen las redes para ello”.
Algo similar, respecto de la crisis sanitaria, deslizó Silvia Antoni. Ella, que se presentó como médica, puso en duda los datos que difunde el Gobierno provincial, sobre la situación de la covid-19. “Que digan la verdad, porque muchas veces yo veo qué se hace con las estadísticas. Guardo distancia y uso la máscara; pero quiero que digan la verdad. Tucumán tiene una altísima tasa de mortalidad, y es porque no se dice la verdad”, reclamó.
Alguien gritó “oíd, mortales...”, y como efecto dominó se le fueron sumando todos. Las estrofas del Himno nacional también funcionaron como una amalgama.
En Tucumán, la “Caravana por la República” no fue un evento multitudinario, pero lejos estuvo de ser raquítico. Y tal participación cobró mayor relevancia debido a la ausencia de dirigentes y de militantes de partidos políticos (Ver “Ausencia de dirigentes”). Se trató enteramente de ciudadanos que aceptaron la convocatoria difundida por las redes sociales mediante el hashtag (etiqueta) #17ASalimosTodos.