Conforme la pandemia fue ganando espacios en las agendas oficiales, también se fue agrandando la impresión de que obligó al Gobierno nacional (y también a los provinciales) a pegar volantazos involuntarios. Uno de ellos puede ser el visto bueno para el regreso a la actividad en el fútbol de Primera. Elitista, sectorista o con el rótulo que se le quiera poner según el ángulo desde el cual se lo vea, volvió al ruedo, pero sólo para los clubes de la A, lo que deja en claro que la ley no es pareja ni igualitaria para todos. De la Primera Nacional hacia abajo, a esperar.
¿Alcanza con la excusa de las competencias internacionales? ¿Es momento para el regreso del fútbol? Por cómo se está dando la coyuntura de los casos activos de coronavirus en las principales urbes del país, el “no” podría torcer cualquier fundamento del “sí”. La gente extraña ver rodar a la pelota. Pero eso no es suficiente. Menos con una crisis en ascenso y sin una curva a la vista.
“¿Por qué ahora vuelve y no hace algunas semanas, cuando había menos casos? Hay una situación social, una situación económica y un cansancio general que también repercutió”, fundamentó el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García. Hay quienes quedaron insatisfechos con estas explicaciones.
Entonces surge una pregunta que se repite cada día más, en una amplia porción de la población. En un país que atraviesa una extensa cuarentena, en un mundo invadido por el coronavirus, ¿los primeros 60 días de aislamiento social fueron realmente necesarios? Pueden variar los criterios, pero para este sector el “sí” podría contar con mejores armas que el “no”. Se arguye que hubo un encierro sin sentido, sobre todo en regiones como la que integra Tucumán.
“Dependerá de la AFA”, aportó Ginés, en cuanto el control de los planteles y de cómo llevan adelante las medidas de bioseguridad. Habló de “cápsula”, de mantener a los jugadores en una burbuja. Ante tanto sufrimiento, el fútbol es aquello que permite a las masas contar con un muy arraigado entretenimiento. Pero eso no es una solución al problema de fondo.
En 25 de Mayo y Chile, los hinchas de Atlético gritaron como un gol de media cancha que sus jugadores hayan superado con éxito los test privados de covid-19. Volvieron a entrenarse en el complejo de Ojo de Agua. El hecho dejó a todos contentos y a la espera de los que faltan regresar.
En Bolívar y Pellegrini, la imagen es sombría. El aliento está, pero no las respuestas que se necesitan. San Martín sufrió la sangría de más de medio plantel; se le fueron casi todos los titulares; no sabe cuál será la respuesta del TAS y desde la AFA confirmaron que los ascensos a Primera se dirimirán en la cancha. Hay dos boletos en espera. ¿Es justo que no se los espere a los “nuevos”? Los hechos hablan por sí solos: otra vez la figura del volantazo.
La burbuja del fútbol no es a prueba de coronavirus. Pero mientras se mantenga como el fusible que sostiene ese pequeño halo de alegría que exigen los argentinos en aislamiento, que haya casos positivos en los planteles, como en Boca, River, Independiente, Racing, por citar a un pequeño puñado de clubes, el show no se cancelará. Y no se hablará de un volantazo de la AFA, sino de una máquina de felicidad que estuvo cinco meses sin generar sonrisas y que ahora, con fallas en sus engranajes, está obligada a funcionar, aunque la pandemia apriete.