El tiempo pasó y del crimen de Luis Gerardo Caro sólo quedó que los 15 de septiembre, día en el que fue asesinado cerca de La Ciudadela, se celebra el Día Internacional del Hincha Decano, una extraña manera de recordar una tragedia que aún debe enlutar a todos los amantes del fútbol tucumano. Pero la muerte de este chico de 13 años no fue la única que se registró por peleas entre las barras bravas de los clubes más importantes de la provincia. Otro inocente -pareciera que los violentos se ensañaron con menores indefensos que nada tenían que ver- perdió la vida al recibir un balazo al quedar en medio de un enfrentamiento entre los miembros de “La Inimitable” y “La Banda del Camión”. Muchos intentaron en vano despegar el homicidio del fútbol, pero les resultó imposible por dos razones: se repitieron las escenas de salvajismo y los protagonistas.
El domingo 12 de octubre de 2008, el clan Acevedo se preparaba para celebrar los 15 años de Florencia Sánchez. la hija de Mercedes González. Toda la familia había colaborado para que la adolescente tuviera su fiesta en su casa de Alfonsina Storni al 700, en el barrio Ampliación San Jorge, de Villa 9 de Julio. Después de haber asistido a un encuentro en el Monumental, Valeria Acevedo caminaba por la zona. Al pasar por una casa donde se encontraban los miembros de la facción “santa” fue reconocida. Primero empezaron a insultarla, pero como ella respondió, la golpearon. Valeria fue hasta la casa de su hermana y contó lo que le había ocurrido. Varios de sus familiares -nunca se precisó quiénes- se presentaron a pedir explicaciones, con incidentes incluidos. La venganza se produciría horas después.
Roberto “Tancho” Adrián Brito tenía 14 años. Vivía con su madre y sus hermanos en el barrio. De día, después de vender estampitas en bares del centro, volvía a casa para entregarle el poco dinero que recaudaba para su madre. Luego iba a jugar con sus amigos en la vereda. Entre ellos estaba Florencia, la chica que estaba por ser agasajada por su cumpleaños. El adolescente se dirigía a esa reunión cuando se produjo un durísimo enfrentamiento en la casa de los Acevedo. Intentó escapar, pero recibió un balazo en el cuello. Cuando llegó la Policía y al observar que la ambulancia no aparecía, lo subieron a un patrullero para trasladarlo al Centro de Salud. Pero el esfuerzo fue en vano. Llegó sin vida al centro asistencial.
La investigación
La fiscala Adriana Reinoso Cuello, un año después del homicidio, pidió la elevación a juicio del caso. Según su teoría, César “Cucaracha” Roldán, de 40 años, sus hermanos Jorge “Sombra” (47) y Diego “Condorito” (39); Nelson Gómez (28), Juan “Coy” Moreno (35), Fernando “Zurdo” Ruiz (57) y Fernando “El hijo del Zurdo” Ruiz (29), todos integrantes de La Banda del Camión, enterados de que en la casa de Mercedes González, hermana de los integrantes de La Inimitable, se realizaba una reunión familiar, se agruparon en una casa de Warnes al 200 y consiguieron armas de fuego.
“Una vez organizados, se distribuyeron en cinco vehículos y se dirigieron hasta la vivienda donde se estaba festejando el cumpleaños. Al llegar al lugar comenzaron a disparar contra la casa y las personas que allí se encontraban”, se pudo leer en el requerimiento. La investigadora dijo además que Gustavo “El Gordo” González (48), Jorge “Jazo” (35) Acevedo, Sebastián “Pelao” Acevedo -quien años después fallecería en una celda del penal de Villa Urquiza, aparentemente en un caso de suicidio- y Walter “Chichilo” Acevedo (45) respondieron el ataque disparando. “Mientras esto ocurría, Brito, que se encontraba subido en una bicicleta a unos 30 metros de la vivienda junto a otros participantes de la fiesta, recibió un impacto de proyectil en el cuello que le provocó la muerte casi en el acto”, explicó.
El enfrentamiento generó un caos en el vecindario. El Renault 19 en el que se desplazaban los barras “santos” se atascó en una zanja cuando intentaba escapar. Sus ocupantes huyeron a pie y el auto fue incendiado por los vecinos.
Dos horas después del enfrentamiento, “Sombra” Roldán, que era policía en actividad en esos momentos, se presentó en la comisaría de Villa Mariano Moreno para denunciar que dos hombres lo habían asaltado y le habían quitado su arma reglamentaria cuando supuestamente hacía ejercicio a bordo de una bicicleta. Esa versión quedó desmentida, ya que la pistola 9 milímetros fue entregada a las autoridades por los Acevedo. “Sombra” Roldán fue luego exonerado de la fuerza.
“Cucaracha” Roldán y Gómez se presentaron en diferentes centros asistenciales para ser atendidos y dijeron haber sido heridos en diferentes hechos. La fiscala acusó a los Acevedo y al “Gordo” González por las lesiones que sufrieron.
Durante la etapa de instrucción fueron muy pocos los que declararon y, en todos los casos, negaron su participación en el hecho. “Una persona que tenía la remera de Policía (“Sombra” Roldán) le pegó un culatazo en la cabeza a mi hermana y ahí comenzamos a forcejear… Vino otra persona y me golpeó en la nuca. A partir de ahí comenzó la balacera. Pero fueron ellos los que dispararon”, declaró “El Gordo” González.
“Cucaracha” Roldán contó de manera curiosa cómo fueron los hechos: “No sabíamos que la fiesta era en la casa de ellos. Llegamos y decidimos irnos porque estaban todos los p... ‘decanos’. Ya me había bajado del auto y salí caminando. A los pocos metros recibí un disparo en la pierna”.
Insólita definición
La causa estuvo paralizada casi ocho años por los diferentes planteos que realizaron los defensores de todos los imputados. Los delitos de falsa denuncia y de lesiones prescribieron por el paso del tiempo. Y si no se desarrollaba la audiencia, iba a correr la misma suerte el delito de homicidio en ocasión de riña, la acusación que tenían todos los participantes del hecho. A días de que prescribiera, las partes le pidieron al fiscal Carlos Sale que hicieran un juicio abreviado. Al considerar que aun abriendo el debate los plazos se agotarían, terminó aceptando la propuesta.
“Creo que fue una decisión equivocada realizar un juicio abreviado por este caso. El fiscal de Cámara, como representante del Ministerio público, no debió realizar ese acuerdo”, opinó Geraldine Salazar, que durante años representó a la querella de la familia de Brito. “La madre falleció y el poder de querellante quedó a cargo del padre del menor, pero también murió a principios de 2018. La hermana no pudo constituirse como querellante y por eso se llegó a ese juicio abreviado”, explicó.
También destacó: “si hubiera podido actuar hubiera pedido que se cambie la calificación del delito, puesto que este caso no se trató de un homicidio en ocasión de riña. A Adriancito lo mataron de un disparo a corta distancia”.
El viernes 23 de marzo de 2018, casi 10 años de haberse producido el crimen, los jueces de la Sala I -Pedro Roldán Vázquez, María Elisa Molina y Marta Cavalotti-, escucharon a los Roldán (defendidos por Silvia Furque); a Gómez (representado por Mónica López); a González (asistido por Álvaro Zelarayán), a Reynaga, Moreno y los Ruiz (patrocinados por Pablo Rivera) y a “Jazo” y “Chichilo” Acevedo (asistidos por el defensor oficial Hernán Molina).
Todos aceptaron su culpabilidad en el hecho y terminaron siendo condenados a tres años en suspenso, es decir, que podían cumplir la condena en libertad. Quedó afuera de ese acuerdo “Jazo”, que al tener una condena previa, debe cumplirla de manera efectiva. La situación de “Chichilo” es diferente: el tribunal entendió que por un error procesal debía volver a ser investigado por este hecho, pero con la causa iniciada en su contra.
Historia repetida
Todos los miembros de los Acevedo que fueron imputados en esta causa, aparecen mencionados como parte de la barra brava de Atlético que se enfrentó con sus pares de San Martín ese fatídico 15 de septiembre de 2001. Ninguno de ellos fue procesado por este caso porque nunca se investigó el enfrentamiento que hubo antes de que se disputara el clásico y en el que también participaron simpatizantes de Los Andes.
“Cucaracha” y “Condorito” Roldán, miembros de “La Banda del Camión”, sabían lo que era enfrentar un tribunal por un homicidio. Ellos estuvieron presos varios meses y se sentaron en el banquillo de los acusados cuando se desarrolló el juicio por el crimen de Caro, y terminaron absueltos.
Otra vez la Justicia, la Policía y los dirigentes de ambos equipos no recurrieron a una figura legal para combatir a los miembros de las barras. Tenían una excusa perfecta para aplicarles el derecho de admisión, es decir, cerrarles las puertas para que no ingresaran a ningún estadio al menos por un tiempo. En este caso era mucho más factible, ya que la mayoría de sus integrantes habían sido condenados por un homicidio que se registró en un enfrentamiento entre ambos grupos.
El tiempo se encargó de hacer lo que no hicieron los dirigentes y funcionarios durante muchos años. Los Acevedo se fueron acercando peligrosamente al narcomenudeo. “El Gordo Gustavo” y sus hijos se quedaron al mando de la tribuna porque sus parientes Acevedo fueron sumando condenas por delitos comunes. Pero el dominio no les duró mucho, ya que terminaron tras las rejas, acusados de haber secuestrado a Margarita Toro, la líder del clan que lleva su nombre y cuyos integrantes más jóvenes habrían estado interesados en quedarse con el dominio de las tribunas del Monumental de 25 de Mayo y Chile.
Sergio “Flay” Roldán fue mencionado en esta causa, pero quedó desvinculado al demostrar que ese día se encontraba en el penal de Villa Urquiza, pues había sido condenado por herir a Carlos Argañaraz esa fatídica tarde del 15 de septiembre de 2001. En el juicio en contra de Ángel “El Mono” y Rubén ”La Chancha” Ale, una testigo de identidad reservada mencionó al líder de “La Banda del Camión” como una de las personas que distribuían la droga que ellos comercializaban en distintos sectores de la capital, entre ellos Villa 9 de Julio. “Nunca tuve relación comercial con los Ale”, dijo Roldán, pero sí habría utilizado su remisería para cambiarse después del crimen de Caro.
“Flay” protagonizó un grave accidente y sufrió secuelas que lo alejaron de la conducción de la facción de la barra. Su puesto fue ocupado por “Condorito”, el que fue condenado por el crimen de “Tancho”. Y todo porque nadie se atrevió a cerrarles las puertas cuando deberían haberlo hecho.