Las palomas están presentes en grandes cantidades en las ciudades, especialmente en las zonas céntricas, donde hay muchos restos de comida. El aumento de su población es cada vez mayor (tienen gran capacidad de reproducción), pero no hay ningún plan para controlarlas, admite Néstor López, de la división Zoonosis del Siprosa.
La paloma que habita en Tucumán es conocida como Columba livia. “El peligro se da al entrar en contacto con su materia fecal. Pueden transmitir muchas patologías, pero en general no son un gran problema, salvo para quienes tienen una enfermedad de base o son inmunodeprimidos. Con buen diagnóstico y tratadas a tiempo, no son graves para la mayoría”, explica.
“Este ave supo adaptarse bien a las ciudades; hoy es una especie en expansión y cuenta con todo lo que necesita, como agua y comida que le da la gente. Además la arquitectura le ofrece opciones para anidar. Es necesario trabajar en la concientización: enseñar a la población que no debe entrar en contacto con las aves y mucho menos llevarlas a una casa y ponerlas en una habitación”, aconseja.
La veterinaria Rosandra Molina cree que lo óptimo sería que en Tucumán quede el 10% del total de palomas actuales. “Se pueden usar estrategias, como anticonceptivos en la comida”, sugiere. Esa opción figuraba en una ordenanza que sancionó el Concejo Deliberante en 2012, recordó el ex edil José Luis Avignone. Pero la norma fue vetada por el Ejecutivo municipal.