Los continuos viajes de Juan Luis Manzur a Buenos Aires, las loas que se propinan mutuamente con el presidente, Alberto Fernández, y su pasado reciente como armador de la estructura electoral nacional para que llegara al poder son cuestiones que no pasan desapercibidas en la Capital Federal.
Manzur es como un río que suena y que provoca que cada vez más dirigentes se convenzan de que piedras trae. El gobernador viene siendo mencionado en las últimas semanas como posible reemplazante de Ginés González García en la cartera sanitaria, una vez que la pandemia amaine o se dé por superada. También se lo cuenta como posible jefe de Gabinete, para darle respiro al golpeado Santiago Cafiero, o como ministro del Interior, para fortalecer a Fernández con apoyo político de los gobernadores.
En definitiva, en la Casa Rosada, en la Quinta de Olivos y en el Congreso se habla de Manzur. El gobernador, comentan algunos pasilleros de los centros de poder, dialoga de mucho más que de obras y recursos para Tucumán en sus charlas con el Presidente o con “Wado” de Pedro. El mandatario es un hombre de consulta en materia política y el nexo que estaría necesitando la Nación con los gobernadores peronistas que huelen debilidad en Alberto y empiezan a mirar con más respeto -o temor- a Cristina, la vicepresidenta que teje poder en silencio y con punto doble.
Por qué sí, por qué no
En cuanto al posible regreso de Manzur al Ministerio de Salud de la Nación, en la Rosada observan que posee una traba casi insalvable: el mandatario provincial se pronunció en contra de la legalización del aborto y el Presidente prometió mandar el proyecto al Congreso.
En cuanto al Ministerio del Interior, el tucumano se convirtió en una suerte de vocero del Norte al pedirle a De Pedro que priorice la obra del Belgrano Cargas como proyecto de infraestructura neural para la logística y la competitividad de la región. Otra vez, cuando el río suena...
Ahora bien, habría un motivo extra y relevante para el futuro político de Manzur que también lo seduciría al momento de decidir acompañar al Presidente en su Gabinete. Algunas espadas del mandatario, incluso con asiento en el Congreso, pergeñan una estrategia para que el sanitarista pueda volver a ser candidato a gobernador en 2023, que incluye su retiro a Buenos Aires. Según esos armadores, si Manzur va a luchar por la causa albertista, podría darse por no consumado su segundo mandato como gobernador y volver a competir en 2023.
¿Hay aval constitucional para que esto se concrete? Un avezado abogado constitucionalista asevera que no, que la Constitución de Tucumán es clara respecto de la elección del gobernador y del vice por dos mandatos consecutivos, pero no habla de que no se tome a uno de esos períodos como válidos según el tiempo que uno u otro lo ejerza. O sea, según el constitucionalista en cuestión, se juzga únicamente el hecho de que son elegidos en las urnas dos veces consecutivas.
El artículo 90 de la Carta Magna dice: El gobernador y el vicegobernador duran cuatro años en sus funciones y podrán ser reelectos por un período consecutivo. El vicegobernador, aun cuando hubiese completado dos períodos consecutivos como tal, podrá presentarse y ser elegido gobernador y ser reelecto por un período consecutivo. Si el gobernador ha sido reelecto para un segundo período consecutivo no puede ser elegido nuevamente, sino con el intervalo de un período. Lo mismo resulta de aplicación para el cargo de vicegobernador.
El artículo 91 abunda en cómo debe actuar el Estado ante muerte, renuncia, enfermedad, ausencia u otro impedimento del gobernador; también en caso de destitución. En todos esos casos, prevé qué autoridad debe hacerse cargo del Ejecutivo, por qué período y en qué casos debe convocarse a una nueva elección.
Sin embargo, hay dos rendijas o huecos legales que miran los asesores de Manzur en su plan de continuidad más allá de 2023: por un lado, nada dice la Constitución, taxativamente, sobre si ese mandato trunco es considerado como uno completo que invalide una tercera elección consecutiva. Por otro, la Carta Magna manda a dictar una Ley de Acefalía que 14 años después de la enmienda constitucional todavía no existe.
Esos supuestos vacíos legales podrían motivar a algún dirigente a pedir una declaración de certeza a la Justicia o a presentar un recurso de amparo. “Ya sucedió, no es descabellado”, insiste el constitucionalista, recordando que los dirigentes Mariela Martín Domenichelli y Víctor Arias, del Partido Frente Renovador Auténtico, solicitaron en Tribunales que se pueda modificar el plazo de llamado a elecciones que fija la Constitución. ¿Pasará algo similar?
Hasta aquí son todas especulaciones. Sin embargo, los príncipes del Palacio especulan con que incluso podrían ser los mismos jueces que avalaron el amparo favorable a los intereses del Gobierno provincial los que tengan que terminar fallando en caso que haya una presentación respecto de si se considera o no “mandato” el segundo de Manzur, en caso de que no pase el año y medio de gestión.
Las ansias de poder llevan a forzar los límites de la imaginación. Y hasta de las instituciones.