La pandemia le arruinó la fiesta, pero bomberos y policías le cumplieron un sueño
Cuando Jonás empezó a decir que quería ser bombero y policía tenía dos años y todos en su casa pensaron que sería algo pasajero. Pero hoy cumplió cuatro y no solo sigue siendo su sueño sino que una parte se hizo realidad.
A las 0.00 en punto, las sirenas comenzaron a sonar en la calle. En ese momento su mamá, Ángeles Ale, acababa de entregarle un regalo. "No le importó nada, se asomó a la ventana y vio que afuera estaban el camión de bomberos y varios móviles de la Policía. Tiró el regalo al piso y salió corriendo a abrazarlos", relató su madre.
La idea surgió cuando advirtieron que la pandemia había arruinado el festejo de cumpleaños. "Le habíamos organizado un cumpleañitos pero como el viernes volvimos para atrás con la cuarentena, tuve que suspender todo", contó Ángeles. Y agregó que la reacción de su hijo al conocer la noticia fue desgarradora: "me dijo 'mamá, mi cumpleaños va a ser horrible'. Y me partió el alma".
Entonces la familia se puso manos a la obra y le mandó un mensaje a los Bomberos Voluntarios de El Manantial, que a su vez se comunicaron con el comisario local, José Díaz. La idea inicial era conseguir que bomberos y policías graben un video para el cumpleañero, pero los uniformados pusieron tanta buena onda que decidieron sorprender a Jonás para soplar con él las cuatro velitas.
Ángeles desconoce de dónde salió semejante admiración de su pequeño hijo por esos uniformes. "Nadie en la familia se dedica a eso, tal vez sea por el dibujito 'Paw Patrol' que le gusta mucho. Pero ya lleva dos años así, tiene dos disfraces que no se los saca, a él no le pueden faltar el casco y el uniforme", comenta.
El papá de Jonás es médico y fanático de Marvel. "Intentó inculcarle su pasión por los superhéroes, pero él no quiere saber nada, dice que los verdaderos héroes son los bomberos y los policías", cuenta su mamá.
Todo indicaba que su cumpleaños iba a ser triste: la fiesta se había suspendido y su padre estaba de guardia anoche. Pero la historia tuvo un final feliz. Jonás pudo festejar con bomberos y policías de carne y hueso, que le cantaron el feliz cumpleaños y jugaron con él.
Hoy, cuando una tía lo llamó por teléfono para felicitarlo, su mamá lo escuchó decir con una sonrisa: "es el mejor cumpleaños del mundo".