Los cuatro nuevos relatos del libro “La Sangre manda” de Stephen King llegan a la Argentina en el momento que la extrañeza, el terror o lo fantástico -no sólo en el país, si no en el mundo entero- generan una vacilación diferente entre lo científico y lo maravilloso, cuando los paradigmas del género son cuestionados tanto por escritores como por lectores, donde, incluso las bases de un premio literario pasan a debatirse en el acotado mundo literario, aunque la lectura del autor norteamericano, no necesita de una pandemia, porque se basta por sí misma para actualizarse todo el tiempo.
Las cuatro historias del libro “If It Bleeds” -traducido en español como “La sangre manda”- ubican a Stephen King luego de 46 años de haber publicado su primera novela, “Carrie”, como un autor alejado de la simple etiqueta de “escritor comercial”, a pesar de haber vendido más de 350 millones de copias que se reparten entre 61 novelas, 11 colecciones de relatos (incluido esta última) y cinco libros de no ficción.
“El teléfono del señor Harrigan”, “La vida de Chuck”, “La sangre manda” y “La rata” son relatos sin una isotopía que los cruce pero que impresionan, no sólo por la originalidad (si es que fuese necesaria) si no por su destreza en la trama, sobre todo en el segundo, donde la historia del ejecutivo Charles “Chuck” Krantz, está contada al revés y en tres actos en medio de un clima apocalíptico. También impacta la dosificación precisa de la información para crear el clásico suspenso al que tiene acostumbrado King a sus lectores y su maestría en la creación de los personajes ambiguos, misteriosos, humanos.
Realidad y fantasía
King, nacido en Portland, Maine, en 1947, es un especialista en trabajar sobre la fina divisoria entre realidad y fantasía, de hacer surgir por la porosidad de la realidad lo fantástico, tal como teorizaba Cortázar. El escritor estadounidense lo aborda en varias de sus novelas, pero sobre todo en “La mitad oscura”, en “Un saco de huesos” y en “La invocación”.
En “La sangre manda” sucede exactamente lo mismo: es el lector quien vacila entre encontrar una solución científica o sobrenatural, tal como explica “lo fantástico” Tzvetan Todorov en su célebre trabajo “Introducción a la Literatura Fantástica”. En “La rata” es el lector quien tendrá que optar si lo que sucede pasa dentro de la cabeza de Drew Larson, el personaje escritor, o es un ser realmente sobrenatural que dialoga con el protagonista.
“La rata” es un cuento de hadas malévolo, asegura King y agrega que este relato le dio ocasión de escribir un poco sobre los misterios de la imaginación y cómo se traduce eso en la página. El protagonista es un escritor quien luego de publicar un exitoso cuento quiere escribir una novela, pero malestares físicos y psicológicos se lo impiden. Decide irse a vivir a la cabaña de su padre en la mitad del bosque con la finalidad de concentrarse en su historia.
En la atracción a los abismos que provoca la soledad, sus problemas se acentúan y por eso pacta con una rata (no tiene mucho sentido ocultar este detalle porque aparece en el título del relato) el desbloqueo del escritor a cambio de la muerte de un ser querido, lo que le traerá, como Mefistófeles a Fausto, nefastos resultados para el novel escritor.
La detective
En el tercer relato, el que le da título al libro, la protagonista es la recordada detective privada Holly Gibney quien además de participar en la “Trilogía de Bill Hodges” (“Mr. Mercedes”, “Quien pierde paga” y “Fin de Guardia”) aparece como personaje en la novela “El visitante”. En esta historia ella empieza a tener más carnadura. King, en la nota final del libro, dice “Adoro a Holly. Así de sencillo”.
Es tal la adoración que ahora Holly Gibney es la jefa de agencia de detectives Finders Keepers e investiga a Chet Ondowsky, un periodista de televisión que aparece en la escena del atentado a un colegio de niños. “Es uno de esos corresponsales que parecen estar siempre presentes en los escenarios de tragedias horrendas; todo el mundo en el medio conoce el axioma de que la sangre atrae a las audiencias o, por así decirlo, que la sangre manda”, remarca King.
La historia que abre la colección “El teléfono del señor Harrigan”, inspirada en una película que vio de niño King, cuenta la historia de Craig, un adolescente, quien le lee desde los nueve años al señor Harrigan, un jubilado, con el cual a lo largo de los años han desarrollado una amistad. A la muerte de Harrigan, el chico descubre que puede comunicarse con su amigo a través del iPhone que el muerto le había regalado y él le puso en el bolsillo cuando lo enterraron.
El origen
Las cuatro historias de “La sangre manda” trabajan con lo familiar, pero en un punto se vuelven extrañas, se enajenan, aparece lo ominoso, lo siniestro. El narrador declara que cuando le preguntan de dónde surgen estas ideas, con frecuencia no sabe qué contestar, lo cual lo incomoda y se avergüenza un poco, piensa que debe ser algún complejo de la infancia “A veces doy la respuesta sincera (¡Ni idea!). No creo que importe de dónde surgen las historias, ni que sean fantásticas, o de terror o de ciencia ficción porque la atracción al abismo y el miedo que generan en los lectores es real. Y eso es lo que importa”, sostiene King.