La noche del 15 de diciembre de 2012 era una de esas clásicas que se dan en la provincia en esa época del año. Las altas temperaturas nada tenían que ver con que el calendario indicara que el verano llegaría en pocos días; la estación más cálida del año ya estaba bien instalada en la cotidianidad tucumana. Por eso no llama la atención que Omar Narváez tenga como primer recuerdo el factor climático. “Hacía mucho calor, fue una semana muy linda porque compartimos hotel en familia”, rememoró “El Huracán”. “Pero fue algo distinto”, agregó inmediatamente. Es que los planes de defender por sexta vez la corona mundial súper mosca de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en Tucumán fueron cambiando. El festival pasó de la amplitud de Villa Luján al reducido, pero elegante, salón del hotel Hilton Garden Inn del Abasto.
Fue muy diferente, no sólo para el boxeo tucumano: también para el nacional, más habituado a escenarios como estadios e incluso algunos más populares como centros vecinales. Si bien Narváez sentía el calor de la noche, en el cuadrilátero apenas lo percibió, ya que el aire acondicionado alivió a todos. En cualquier otro estadio, el calor hubiese estado combinado con el aroma a choripán, milanesas y papas fritas. Podría haber sido una mezcla incómoda, pero por el espectáculo que se anunciaba iba a ser lo suficientemente soportable.
En el Hilton Garden Inn, lejos de tener que abrir las piernas para evitar mancharse con algún aderezo del chori, quienes pagaron $750 estuvieron cenando cómodamente en las mesas apostadas alrededor del ring, decoradas delicadamente. Champagne Chandon era una de las bebidas para hidratarse, servido en sobrias copas. Otros optaron por pagar el mínimo de $400 para presenciar la velada que incluía la presentación de créditos locales como Cristian Coria y Orlando Farías.
El festival tenía un cupo limitado de 400 personas y aquí radica lo especial de aquella noche en la que se pasó de “La Catedral del boxeo tucumano” a un lujoso hotel.
Ese año, la novela “Sos mi hombre”, atravesada en su argumento por el boxeo, contaba con la actuación de Gonzalo Valenzuela. El actor chileno en la vida real es fanático del deporte al que el abogado de la ficción también era aficionado. El apodado “Manguera” tiene una escuela de boxeo en su país y sus hijos llevan nombres de boxeadores o relacionados (Ringo, Silvestre y Alí). La cuestión es que Valenzuela quería debutar, aunque fuera de manera amateur.
La inquietud llegó hasta Osvaldo Rivero, promotor nacional, que empezó las tratativas con la organización local (AB Deportes fue la productora local a cargo de René Bustos (h) y Daniel Alperovich). Con un importante banco como patrocinador principal y el acompañamiento del hotel, todo terminó en una exclusiva experiencia de deporte y glamour. Para ponerle más estado “VIP”, Juanita Viale, pareja del actor en ese tiempo, Luciano Castro, Sabrina Rojas, Jimena Barón, Lito Cruz, todos integrantes del elenco de la novela que se emitía por El Trece, estaban en una de las mesas alentando a más no poder. Por el lado deportivo, Juan Carlos Reveco, campeón mundial minimosca AMB en 2007, y Betiana Viñas, campeona plata pluma AMB, fueron parte de los selectos espectadores.
“Fue súper VIP”, calificó Maximiliano Bevacqua. “Maxi” fue el rival de Valenzuela; actualmente es el director de Turismo de Tafí Viejo. “Le dije que no piense en otro rival”, explicó el taficeño su respuesta a Bustos cuando lo contactó para proponerle el combate. Como el actor, Bevacqua es aficionado al boxeo. “Me encantan estos desafíos”, reconoció. A 20 días del combate “Maxi” se puso a trabajar intensamente con Pedro “El Cirujano” Ruiz, no tanto en el guanteo sino en dar el peso de no más de 83 kilos. Lo aquejaba una sinovitis en la muñeca que le causaba dolores, pero no tan intensos como para dejar pasar la particular oportunidad. “Yo amo el boxeo. Y entiendo sus reglas, entendía el show”, contó Bevacqua.
Ese entendimiento con todo lo montado en aquella velada es lo que le permite guardar un grato recuerdo de su derrota a manos de Valenzuela por puntos. “Si hoy me dicen ‘vas a pelear transmitido por TyC Sports y vas a tener la experiencia de compartir con un campeón del mundo, pero al final te van a robar la pelea’, vuelvo a subir”, reconoció Bevacqua, que además de experimentar un entrenamiento en el mismo gimnasio que Narváez, el campeón lo invitó a “guitarrear” en su habitación gracias al instrumento que Bevacqua le facilitó.
“No quedé conforme con el fallo, pero entendía que era parte del show”, insistió. “Entendía además que él estaba en plena promoción de la novela que hablaba de boxeo, que había venido casi el 80 por ciento del elenco, con un sponsor importante… Todo indicaba que no podía perder porque sería un gran papelón”, analizó sin rencores Bevacqua.
El chileno y el tucumano dieron un espectáculo acorde a su nivel amateur, sin una técnica muy pulida, pero ambos con buen aspecto físico. Las diferencias eran pocas, pero fue Bevacqua el que puso de rodillas a Valenzuela en el primer round, con algún golpe de exceso cuando “Manguera” ya estaba en el suelo. Fue uno de los episodios que se produjeron durante la pelea que duró tres rounds y que en las tarjetas terminó con triunfo para el chileno. Sí, por una mínima diferencia: 59-58, 58-58 y 59-58 fueron los números.
La sensación de que un empate era lo más justo quedó sobrevolando. “Ni bien terminó la pelea, me abraza y me dice: ‘me pegaste fuerte, me caí, pero creo que te la gané’. Y se ríe”, reveló Bevacqua, que remarca más la experiencia que el resultado. “Me dijo que gracias al boxeo hizo amigos de verdad, que sobresalen del mundo de la farándula y el espectáculo. Él quería la oportunidad y me dio las gracias de haber podido boxear de manera amateur. Tiene una historia de vida muy dura y se ve que es muy querido. Era como una cuenta pendiente para él”, percibió en el actor que perdió a un hermano, a sus padres y a un hijo.
Si lo de Bevacqua y Valenzuela se vio parejo, lo de Narváez fue todo lo contrario. El chubutense hizo una pelea magistral dando cátedra durante los 12 rounds. El boricua David Quijano, nueve años menor que “El Huracán”, perdió por decisión unánime con diferencias en las tarjetas de 14, 12 y 10 puntos. “Fue diferente pelear dentro de un hotel, con mesas, sillas, cena, pero me gustó. Además salió una linda pelea en la que logré ganar cómodamente”, recordó el también campeón del mundo mosca.