Una batalla que lleva siglos: los monumentos no son inocentes símbolos históricos

Una batalla que lleva siglos: los monumentos no son inocentes símbolos históricos

No se detiene la retirada de estatuas en Estados Unidos y Reino Unido. La tradición en discusión.

EN BRISTOL. Menos de 24 horas estuvo en un pedestal la escultura de una activista negra realizada en resina. EN BRISTOL. Menos de 24 horas estuvo en un pedestal la escultura de una activista negra realizada en resina.

Las protestas contra el racismo se han concentrado en Estados Unidos y en Gran Bretaña en la última semana, en especial en la ciudad de Portland donde Donald Trump está experimentando una táctica represiva especial.

Pero hay otros enfrentamientos que no han cesado y que son las batallas por las estatuas; sí, son batallas. También suceden en las calles y en los tribunales. La ciudad de Lafayette, en Louisiana, había votado quitar una estatua de una Confederación militar de combate de la ciudad, pero otro grupo obtuvo una orden judicial para evitar que eso suceda. El viernes, en Chicago, se retiraron dos monumentos a Cristóbal Colón que se encontraban en parques públicos, para evitar conflictos. En Boston, Baltimore y San Francisco ya fueron sacadas estatuas que lo evocan.

El miércoles la Cámara de Representantes de EEUU aprobó una propuesta de ley para retirar de la sede de las dos cámaras del Congreso las estatuas que hacen homenaje a quienes fueron líderes de la Confederación durante la guerra civil estadounidense. La votación salió adelante con 305 votos a favor frente a 113 en contra. La medida ordena identificar y retirar de la Sala Nacional de las Estatuas del Capitolio al menos 10 esculturas que representan a oficiales del sur, incluido Robert E. Lee, el comandante general del Ejército Confederado, y Jefferson Davis, el único presidente de los Estados Confederados de América.

Las estatuas confederadas, que conmemoran a quienes lucharon a favor de mantener la esclavitud en la Guerra de Secesión (1861-1865), no son inocentes símbolos históricos de un pasado lejano. La tradición pesa a través de las creencias y los sistemas de producción, pero también de los símbolos.

En Bristol (Reino Unido), un día duró en el pedestal la escultura de una activista contra la discriminación racial. Había sustituido la efigie del esclavista Colston, derribada durante una manifestación de protesta por la muerte de George Floyd. El artista Marc Quinn contó que se inspiró después de ver una imagen una mujer parada en el zócalo con el puño levantado durante la protesta de Black Lives Matter el 7 de junio. La escultura de resina negra de Reid, se llamó “A surge of power”.

“Siempre en la historia se han derribado estatuas con motivo de revoluciones, conquistas, cambios de régimen o protestas, porque ellas no tienen que ver con la historia sino con el poder”, define el antropólogo español Alfonso González-Ruibal.

Por eso, vale recordar que, al menos registrado, la Guerra de las Estatuas comenzó durante el siglo IV en Roma. El conflicto era sobre qué hacer con una estatua pagana llamada Estatua de la Victoria en el Senado Romano. Ésta ofendía a los senadores cristianos que poco a poco ganaban poder en la vida política romana. A medida que el cristianismo avanzaba, la sustitución de símbolos paganos por cristianos se hacía realidad no sin bastante oposición e incluso violencia, llevando incluso a la destrucción de auténticos tesoros como la reconstruida Biblioteca de Alejandría.

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