Barbijos: unión de lo sanitario y lo estético

Barbijos: unión de lo sanitario y lo estético

Diseñadores, artistas y arquitectos de todo el país participan de diferentes convocatorias para intervenir los tapabocas.

28 Julio 2020

Objeto transferido del mundo del cuidado al espacio social cotidiano, el barbijo sufre un proceso de reapropiaciones identitarias que se plasman en una variada producción que transcurre entre arte, diseño y mercancía, según reflexionan las investigadoras Laura Zambrini, Andrea Saltzman y Elina Matoso, que detectan en la particularidad del fenómeno una búsqueda de identidad como huella de estos tiempos, informa la agencia Télam.

Convocados por la asociación Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados, arquitectos y diseñadores mostraron una serie de creativos diseños a través de sus redes sociales. Otra convocatoria similar hizo la grabadora entrerriana Silvia Lissa, bajo la consigna “Con la boca bien tapada”.

Las fotos de caras con barbijos producidos, intervenidos se exhiben en Facebook y en asociación con el centro cultural El Cántaro de Parque Patricios (Buenos Aires) se promueve la exposición virtual, con “la idea de realizarla presencialmente con una reunión de los participantes con sus barbijos, a modo de festejo por el fin del aislamiento”, comenta Marcelo Bagnati, director del espacio, quien promueve la muestra fotográfica en YouTube “Con la boca bien tapada (y los ojos bien abiertos)”.

Imagen y vivencia

Matoso, directora del Instituto de la Máscara, sostiene: “el hecho de tener que usar una máscara te cambia la imagen del cuerpo y la vivencia de corporeidad. El tapaboca plantea la paradoja de protección y tener que enfrentarse al rostro reflejado en el espejo y ver un desconocido. Ese enmascaramiento tiene entre sus características que no deja salir la voz y la respiración fácilmente, influyendo en la comunicación con los otros”.

Según Matoso, las convocatorias para crear tapabocas “tienen que ver con lo diferente, la subjetividad y lo único”. Y ejemplifica: “uso un tapaboca verde porque el verde me da identidad y lo mismo al elegir el dibujo de un pintor. Significa no estar uniformados, es la necesidad de diferenciarse”, indica.

“Al barbijo se lo incorpora como con la moda de usar sombrero, como esos objetos que marcan y te definen el rostro, por ejemplo el usar anteojos. Lo difícil es incorporarlo a la imagen de uno. Esto que tengo puesto me es propio, por eso lo intervengo”, señala.

No es una moda

Zambrini, doctora en sociología y docente de la Facultad de Diseño de la Universidad de Buenos Aires, afirma: “El barbijo surge en un contexto de una emergencia sanitaria, se impone este accesorio como una cuestión de cuidado por lo que no reúne en un principio los requisitos de una prenda incorporada al sistema de la moda. Pasado un tiempo donde se estabiliza su uso y la emergencia sanitaria continúa, la moda reacciona de dos formas: las textiles con sus producciones en cierto punto paradas, con unas caídas de ventas estrepitosas, se ponen a fabricar barbijos también como una necesidad de producir y vender; y por otro lado, se empieza a incorporar en el circuito de la moda a través de diseños más funcionales y atractivos para los jóvenes.

Zambrini cuenta que hay antecedentes del barbijo, siempre en relación a la emergencia sanitaria, y que en la Edad Media surge como accesorio. Pero una vez superada esta circunstancia, “es muy probable que no queramos usar el barbijo”, reflexiona. “No se lo va a incorporar como a una bufanda. En el caso de que se estabilice su uso en el tiempo, la moda lo integra y empieza a imponerle ciertas lógicas y a dialogar con la estética y con el campo de la salud”, dice.

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