Un hotel se reinventa y ofrece pequeños comedores reservados en las habitaciones

Dejás el auto en la cochera y comenzás a subir por una rampa. Luego de un viaje corto en ascensor, en el segundo piso, hay un pasillo con varias puertas identificadas con números. Una está abierta. Te invitan a pasar a la habitación. La imagen está bastante lejos de ser aquella que habitualmente vemos en los hoteles. Las camas, las mesas de luz y los percheros han desaparecido. En su lugar hay un living con sillones y una mesa para cuatro personas, a punto de ser servida.

Un mozo aparece, de repente, y ofrece un cóctel de bienvenida. La música le da un toque especial a este pequeño comedor reservado que se montó en la habitación. Se trata de una apuesta para subsistir en tiempos de pandemia, aclara Matías Méndez Collado, gerente del hotel Garden Plaza, un gigante de 100 habitaciones que desde el 20 de marzo quedó desocupado.

Las fronteras cerradas, sin turistas ni convenciones a la vista. El panorama que enfrentan los hoteles en general es muy incierto. “Con el correr de los días hemos desarrollado ideas para paliar los efectos de esta pandemia y hemos incorporado servicios que hasta ahora no teníamos, como el delivery de comida de nuestro bar, Los Naranjos. Luego, con la flexibilización, pudimos reabrir el bar. Sin embargo, el sector hotelería se hundía. Nos planteamos cómo seguir, qué hacer con 100 habitaciones vacías”, cuenta Matías. Había que reinventarse, señala. Fue entonces que surgió la idea de Los Naranjos Lounge.

Cambios

Para empezar, cambiaron la fisonomía de 10 habitaciones. Las convirtieron en salones individuales para almuerzo o cena con capacidad de cuatro a ocho personas. “Es ideal para pequeñas reuniones familiares o empresariales. Hay tres tipos de tarjetas personalizadas, con propuestas gastronómicas distintas, cada una incluye entrada, plato principal y postre”, detalla Luciana Alanis, coordinadora del hotel ubicado en calle Laprida, frente a la plaza Independencia. Luego, aclara que las tarjetas tienen valor fijo y cuentan con un descuento para los socios de Club LA GACETA. Está incluido el estacionamiento.

La experiencia

Al ingresar al lounge asignado -con ambiente climatizado y un frigobar con bebidas de cortesía- comienza esta experiencia diferente. Es ideal para quienes quieren huir de espacios con mucha gente. Es un lugar exclusivo para aquellos que querían reunirse, hablar y al mismo tiempo comer bien y estar protegidos de miradas indiscretas. Tienen baño propio en la habitación, wifi y pueden quedarse entre dos y tres horas.

Después del cóctel de bienvenida, hay una entrada con tapeos, ideal para una charla distendida en el living. O para picar mientras se disfruta, a través de la ventana, una vista panorámica de los edificios históricos que rodean la plaza. Por estos días, desde ese lugar, también es posible ver los trabajos de remodelación que se están haciendo en el principal paseo de los tucumanos.

Poco después llega el plato del chef: las opciones pueden ser con carne, pastas o pescado). Se debe elegir con antelación. La comida transcurre entre charlas sin testigos. Si algún comensal necesita algo, puede llamar por el teléfono de la habitación a la recepción del hotel. La tranquilidad del lugar es una invitación a quedarse, probar otra cosa, tomarse un café o brindar con una copa de champagne mientras se disfruta del postre: un fino mouse de frutos rojos con pionono.

Los lounges son ocupados por un solo grupo al día. Luego, las habitaciones son desinfectadas bajo el estricto protocolo que se les exige a los hoteles, hoy una de las industrias más afectadas por la pandemia. La nueva normalidad nos está cambiando todas las rutinas. Y nos exige reinventarnos ¿Quién hubiera imaginado que el restaurante podía mudarse a una habitación de hotel?