La muerte de un adolescente con problemas de adicción conmocionó ayer La Costanera. "Es muy triste, la familia ha quedado destrozada", comentó ayer Fernanda Martínez, de 75 años. Ella es la abuelastra de Jonathan González, de 16 años. El joven fue encontrado sin vida por un amigo el miércoles, en la casa donde vivía.
"Pensamos que se podría haber tratado de una crisis de consumo", agregó Martínez, de 75 años. Ella está preocupada por las chicas y chicos del barrio por el impacto de la adicción al paco. "Tengo ocho hijos. El menor, que tiene 30 años, es adicto al paco y no logro que siga un tratamiento para que se recupere", agregó la mujer. Ella vive en un módulo habitacional junto a su hijo y a dos adolescentes, de 13 y 15 años, que también cría. El dolor también es por la falta de comida: "Soy cartonera, no me alcanza para comer. Crío a estos niños y necesito camas, porque dos adolescentes no pueden dormir juntos", lamentó Martínez, que llegó a La Costanera hace 50 años. Vino desde Río Colorado (Trancas) cuando tenía 15 años para trabajar de empleada doméstica. Nunca pudo regresar a su pueblo, comentó.
"Los conozco a los padres desde que eran jóvenes, y a Jonathan desde que ha nacido", contó Jaqui Ponce, quien gestiona junto a otros jóvenes un comedor para chicas y chicos con problemas de consumo de paco, como parte de la tarea de recuperación del grupo de recuperación de las adicciones "Ganas de Vivir", con profesionales del Ministerio de Desarrollo Social. "Acá en el barrio le decían Ñoqui al chico, tenía problemas de consumo. A la tarde del martes la pasó junto con un amigo. A las 16 mas o menos se fue cada cual a su casa. Este chico lo encontró muerto el día siguiente, porque había ido a buscar la gorra que le había prestado. La gestión por el cajón del Estado demoró, entonces lo velaron en una cama porque no llegó el servicio", contó Ponce.
Grupos de vecinas y vecinos quemaron cubiertas ayer al mediodía frente al Centro de Atención Primaria en Adicciones (Cepla) protestando por más recursos para trabajar en la recuperación de jóvenes. "La juventud está en peligro acá, la gente necesita ayuda. No se puede soportar que muera otro joven adicto, otro adolescente", reclamó Julio Medina. "Se están muriendo los niños por las adicciones o por el narcotráfico. Ya murieron otros adolescentes este año por esta situación, es terrible", agregó Blanca Ledesma, referente de Madres del Pañuelo Negro.
Los vecinos comentaron que en los últimos meses hubo un incremento en el valor de la dosis de paco, que se elevó hasta los $ 150. Por eso, comentaron, muchas personas comenzaron a consumir inhalantes, como pegamento. "La botellita con un poco de pegamento cuesta $ 50. Encima lo 'cortan' con aguarrás. Es muy triste, la gente necesita trabajo y salud en este barrio", contaron en el barrio.
"En mi familia tuve tres chicos con problemas de consumo de drogas. Además de esto, mi marido también es adicto. Hemos luchado y logrado junto a mi nuera que dos, de 33 y 23 años, pudieran recuperarse. Me queda mi marido y mi hijo de 24 años. Consumen base, paco, merca, poxirrán... nos duele mucho. Hay chicos que se andan muriendo por el poxirrán porque no pueden ni hablar. A la par de mi casa se repite la situación", contó Isabel Cristina Santillán, de 56 años.
"Esto da tristeza, angustia, porque dos por tres se matan los chicos. Este año van varios casos, y todos nos estrujan en lo más profundo porque no soportamos esto. Como mamá, como abuela... tenemos que rebuscarnos para comer y para ayudar a que alguien mas coma y pueda salir de esta situación espantosa. Me encomiendo a dios y salgo. Soy cartonera, a veces me rebusco en el Mercado del Norte, me dan fruta y pollo. A veces con eso mantengo a mi familia. Mi nuera, con niños en brazos, se va hasta el centro y en la Maipú y San Martín abre puertas de taxis o vendemos cualquier cosa. En mi casa somos tres familias juntas, somos 20 bocas para alimentar. No tenemos ayuda. No me sale la Tarjeta Alimentaria porque cobro una pensión. Soy hipertensa y diabética, soy población de riesgo por la pandemia y sigo yendo a buscar qué comer, exponiéndome. Mi hijo trabaja en el limón pero pasa la zafra y quedamos sin nada. Como mucha gente, necesitamos ayuda", cerró la mujer.