Como si la máquina del tiempo efectivamente existiera, nos vamos a mediados de julio de 2017. Tranquilamente podría ser un día como hoy. El estadio “Ramón Tahuichi Aguilera”, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), está a minutos de vivir algo histórico. Quizás no para todo el continente pero sí para Atlético, que jugará allí su primer partido de Copa Sudamericana. El mismo torneo en el que el equipo volverá a presentarse a fines de octubre de este año, si la pandemia lo permite.
Es de noche y los más de 30 grados nos hacen preguntarnos si verdaderamente estamos en el hemisferio sur. No tardaremos en contestar esa pregunta afirmativamente una vez que empiece el partido, porque el clima en las tribunas y lo que se verá en la cancha es propio de estas latitudes.
Atlético llegaba al partido que significaba el debut en esa Copa, su segundo torneo internacional, con un humor extraño. Y no sólo se lo proporcionaba el drástico cambio de clima. El equipo que desde hacía poco dirigía Ricardo Zielinski -firmó contrato en mayo de ese año- venía de ser eliminado en la Libertadores (de hecho así se había plasmado la clasificación a la Sudamericana, al terminar tercero en su grupo) y algunos de sus jugadores más importantes estaban por emigrar. La fecha era inusual, ya que estaba ubicada tan sólo 10 días después del vencimiento de muchos contratos (tal como pasó este 30 de junio) e interrumpía las vacaciones de los jugadores, programadas para después del partido.
Fernando Zampedri, el goleador que tan feliz hizo al pueblo “decano”, jugaría allí su último partido antes de partir a Rosario Central. Con sus declaraciones previas al juego lo había dejado claro. Bruno Bianchi, también pondría fin a su primer ciclo en el club. Ignacio Canuto decía adiós y se iba a Lanús. Y como si el destino hubiese querido que se despidan a lo grande, los dos primeros terminaron convirtiendo en un partido con muchas emociones.
No habían pasado ni dos minutos y el uruguayo Maximiliano Freitas puso al frente a los bolivianos. Después de perderse varios goles, Atlético pudo empatar en el segundo tiempo. Luis Rodríguez no sólo puso el 1-1, sino que además se convirtió en uno de los pocos jugadores argentinos de la historia en anotar al menos un gol en el Argentino A, B Nacional, Primera, Copa Argentina, Copa Libertadores y Copa Sudamericana. Todo un logro.
Al ratito llegó el gol de Bianchi tras un córner y el defensor inauguró una serie corta de festejos con despedida, mirando a los miles de hinchas “decanos” que habían viajado a Bolivia. El mismo Freitas anotó el 2-2 cerca del final y Zampedri, con un cabezazo inmediatamente después del empate, escribiría otro capítulo de esa serie festejando muy cerca de los hinchas y despidiéndose hasta quién sabe cuándo.
El plantel, que había viajado en vuelo charter, terminó trayendo un resultado que significaba varias cosas. Era no sólo el 3-2 en la serie de 16vos. de final sino también la segunda victoria a nivel internacional en condición de visitante (la primera fue el 1-0 en Quito ante El Nacional).
Se trató del primer triunfo de Zielinski como entrenador de Atlético, que había debutado en la última fecha del torneo de Primera 2016/17 con un 1-1 ante Patronato. Además, terminó sellando prácticamente una llave (los goles de visitante valían “doble”) en un inmejorable momento: el equipo iba a afrontar el partido de vuelta con muchísimas bajas y varios juveniles. Los refuerzos que había contratado entre el primer partido y el segundo no podían ser utilizados porque la lista de buena fe era la que se había entregado antes de la ida. Así, en el desquite no completó el banco de suplentes que sólo tuvo a tres jugadores de campo y un arquero.
Para muchos, ese 3-2 no significó mucho, pero para Atlético fue importante en diferentes niveles. Y ahora, muy cerca de jugar su segunda Copa Sudamericana, viene bien recordarlo.