Ante el exceso de información a la que todos tenemos acceso con sólo hacer un par de clics, muchos caen en la lectura de pocas líneas que plataformas como Google ofrecen para saciar el apetito de conocimiento sobre algún tema. Aunque a veces esto resulta más fácil, no siempre es lo mejor quedarse con la frase suelta leída en alguna página de internet. El mundo de hoy, y su sobre-información, nos exige volver a los libros para no conformarnos con una parte escueta del tema consultado. Para que esto suceda, y se mantenga en el tiempo, quienes deben hacer ese retorno a la literatura son los más jóvenes.
Entonces, son muchos los adultos que buscan que sus hijos, sobrinos, nietos, le dediquen tiempo a la lectura. “En mi caso, motivo a mis nietos para que lean porque yo también viví eso, a través de mi abuela o de mi madre, que me hacían leer. Por un lado hay un vínculo desde el cariño en la relación de una abuela y sus nietos, y por otro lado porque eso les amplía los horizontes, no solamente en cuanto a la escritura, sino también a la hora de comunicarse en general. Es una herramienta importante para la vida”, apuntó Soledad Paz, coordinadora del Centro de Información e Ingresantes de la Unsta.
Esta es una práctica que ella siempre trató de inculcar en sus hijas, e incluso apuntó casi exultante que una de ellas es una lectora voraz, por lo que considera que tuvo éxito en su intento de que los niños encuentren placer en la lectura, ganas de leer. “Tengo ocho nietos y cuando vienen esperan que les lea un cuento, es algo cotidiano en la casa de la abuela para ellos. Como algunos todavía no saben leer, trato de que escuchen y asocien imágenes”, explicó en un diálogo telefónico con LA GACETA.
Milagro Gallo Peralta, licenciada en Gestión Ambiental, a pesar de la vida que lleva entre trabajo y estudio (cursa el último año de Ciencias Políticas, además de otras especializaciones), siempre se encarga de dedicarle tiempo a su sobrina Delfina, de 10 años, para que encuentre el gusto por la lectura. “No soy su mamá, pero desde el rol que me toca como tía siempre trato de inculcarle la importancia de saber, de conocer. Y le digo que cuando tenga inquietudes, que acuda a un libro para responderlas. Prefiero que haga eso antes de buscar en internet”, señaló.
A Milagro no le va mal en esta tarea. Esta semana, cuando visitó la casa de su sobrina, Delfina le contó que se acercaba el Día del Niño y le preguntó qué libro le iba a regalar, algo que Milagro aún está pensando.
“El éxito está en seleccionar bien el contenido, buscar algo que les llame la atención. Ver qué tipo de libros uno les acerca. A mí, en particular, me gustan los que les dejen alguna enseñanza o moraleja”, sostuvo.
Hay incluso madres que van más allá en la atención que ponen en esta cuestión. Ese es el caso de Guadalupe Puig, arquitecta y docente en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), quien el año pasado fundó un club de lectura para niños con el objetivo de que su pequeña Margarita, que en ese momento tenía ocho años, adquiriera el hábito de la lectura.
“La idea es que esto sea un plus, que genere motivación, no sólo en las chicas sino también en sus padres. No les doy contenido académico porque no me importa lo que lean, que lean lo que quieran. Lo que me interesa es que tengan ese hábito”, dijo en una entrevista con LA GACETA.
Guadalupe, fundadora del club de lectura al que actualmente asisten (por la pandemia ahora lo hacen de forma virtual) 13 niñas, explica que parte de su éxito en inculcar la lectura en su hija y en las demás chicas está en la libertad que les da para elegir el contenido. Esto no significa, para ella, abandonarlas delante de una biblioteca enorme para que elijan y lean por sí mismas, sino que las acompaña y tiene un proceso para comenzar con la lectura.
“Depende de la edad, pero yo arranco con historietas, que tienen diálogos cortos y son bien gráficas, lo que las hace más dinámicas. Otra que no me falla son novelas o cuentos cortos”, reveló.
Efecto psicológico
La tarea que realizan padres y parientes para que los más chicos lean no es en vano, pues está comprobado que la lectura trae diversos beneficios para quienes frecuentan esta costumbre. Desde el punto de vista psicológico, Florencia Delgado, psicoanalista especializada en niños, explica que la lectura es buena o deseable porque las historias que los libros ofrecen permiten procesar a nivel subjetivo las distintas dificultades que puedan aparecer.
“Siempre existen ciertos conflictos, y los personajes y las historias hablan de esas cosas. Entonces es una herramienta para procesar y acompañar, además de enriquecer el vocabulario”, indicó. Por otra parte -agregó- la lectura sirve como un instrumento para pensar.
La lectura acompaña, como una sucesión de mundos posibles (e imposibles), a todos los que se aventuran en ella. En este sentido, para la psicoanalista, aunque el libro sea un drama, transmite placer, sin necesariamente tener un final feliz.
Si bien el mundo literario puede ser muy útil para un niño, Delgado estableció que no debe “abandonarse” al chico en este proceso: “me parece importante que se haga un acompañamiento, sobre todo cuando se trata de niños de edades más tempranas. No necesariamente debe ser el padre o la madre, también puede ser algún referente”. (Producción periodística: Homero Terán Nougués)