Uno de los estrenos de mayor impacto que tuvo Netflix en lo que va de este fatídico 2020 fue “The Last Dance”, el documental que relata la temporada 1997/98 de los Chicago Bulls, la que marcó el cierre de una era dorada, con Michael Jordan como figura principal junto a otras leyendas como Scottie Pippen y Dennis Rodman. Consciente de que el equipo sería desmantelado al final de la campaña, el entrenador Phil Jackson decidió bautizar a esa última aventura como “The Last Dance” (El Último Baile).
Los “Naranjas” también tuvieron su “último baile” en el Argentino 2014, aunque en ese momento no lo sabían. Sólo el tiempo revelaría que ese, el del título número 11, sería el último grito sagrado para el seleccionado mayor. Tres años después -todos ganados por Buenos Aires- el histórico torneo de las Uniones soltaría su último suspiro antes de ser archivado por la UAR de forma indefinida.
La gesta de 2014 comenzó ya a germinar cuando todavía no se había disipado la espuma por el título de 2013. El staff técnico conformado por Alejandro Molinuevo, José Macome y Diego Ternavasio comenzó a mantener reuniones individuales con los jugadores para saber con cuáles podría seguir contando y comenzar a planificar la campaña sobre esa base. “Había sido un año perfecto para nosotros, con un gran grupo de personas. Sabíamos que iba a ser difícil repetir eso. Les decíamos a los muchachos que debíamos ser humildes en el triunfo y trabajar como si no hubiéramos ganado nada”, sintetiza Molinuevo.
Así como hubo algunas bajas, también hubo un refuerzo importante: Julio Farías. Después de haber jugado un Mundial con Los Pumas y brillado en la Vodacom con los Pampas, al tercera línea le quedaba la deuda de ser campeón con Tucumán. “Venía con mucho desgaste físico y mental. Me costó muchísimo, y terminé jugando todo golpeado. Pero suerte me pude sacar la espina”, agradece el “Flaco”. Su potencia y experiencia fueron valores agregados a un plantel que combinaba la solvencia de referentes como el capitán Gabriel Pata Curello y Diego Vidal, con la frescura de jóvenes como Nicolás Proto, Matías Frías Silva, Agustín Cortés, Joaquín López Islas o Juan Martín Guerineau.
La campaña comenzó con un categórico 78-3 sobre Alto Valle. Luego siguió la visita a Córdoba, que terminó con un trabajadísimo triunfo por 23-14. Bien podría decirse que Tucumán ganó el título ese día, ya que en la tabla final quedaría empatado con los “Dogos” en 18 puntos, pero se adjudicaría la corona por haber ganado el cruce entre ambos. “Lo ganamos bien, en un momento jugando con uno menos. Ese día me quebré la mano, así que los últimos tres partidos los jugué infiltrado”, cuenta Farías.
El tramo final
Pero todavía quedaba camino por recorrer. Y si lo de Córdoba fue difícil, la visita de Rosario en cancha de Lawn Tennis fue acaso peor. Con más corazón que buen juego (y también por la efectividad en los disparos de Juan León Novillo, quien terminaría siendo goleador del torneo), Tucumán lo ganó 27-24. La misma fórmula le permitió ganar en Salta por 32-10. La buena noticia es que Tucumán llegaba a la última dependiendo de sí mismo y con la ventaja de definirlo en su cancha. La mala es que el rival era el siempre poderoso Buenos Aires, y que Córdoba tenía como último rival al ya descendido Alto Valle, por lo que los “Naranjas” estaban obligados a sumar aunque fuera un punto para no depender de un milagro.
Paréntesis: al regresar a Tucumán, tuvo lugar una interesante anécdota de entre las varias que dejó ese último baile. El equipo venía bien, llevaba cuatro triunfos seguidos (10 si se contaban los del año anterior) y merecía celebrarlo. “En un momento se acercan el ‘Flaco’ (Farías), Mariano Centurión y Andrés Chavanne a pedirnos permiso en nombre del grupo a mí y al presidente Fernando Martoni, para ir a un pub lindo que había”, cuenta Molinuevo. “Nuestra primera respuesta fue un contundente ‘No’, porque nos quedaba un partido más, pero insistieron. Farías prometía que iba a ser todo dentro de los cabales. Por eso después con el staff lo apodamos ‘Farías Cabales’ en lugar de Farías Cabello. Al final acordamos ir todos pero sólo quedarnos hasta las 2. Lo pasamos muy bien”, completa “Caco”.
Luego, sí, llegó la hora de la verdad en cancha de Lawn Tennis contra Buenos Aires. Tucumán pegó temprano con un try de Roberto Tejerizo, pero luego cedió el protagonismo a las “Águilas”, que contaron con un intratable Sebastián Poet. En el segundo tiempo, Buenos Aires llegó a sacar una distancia de 21 tantos. Pero otra vez, como en en la final de 2013, apareció Augusto López Salas para sacar unos cuantos conejos de la galera. Con tres tries (dos en la parte final), hizo posible lo que parecía causa perdida. Hubo que defender eso durante 12 largos minutos, pero Tucumán dejó sus últimas fuerzas en mantener a raya al rival. La derrota 34-38 (sobre el final hubo otro penal de Novillo) permitió sumar el bonus que se necesitaba. “Estábamos para el cachetazo, pero el ‘Chino’ nos salvó con sus tries. Es un lindo recuerdo. Además, haber ganado ese título me sanó un poquito el dolor de haber perdido el Regional a manos de Lawn Tennis después de haber ganado todo el año”, rescata Farías, que ese día se despidió de la “Naranja”, sin saber que en realidad era el último baile para todos.