¿Por qué la clase media salió de nuevo a la calle?

¿Por qué la clase media salió de nuevo a la calle?

Mientras el Presidente reabrió el debate contra los “odiadores seriales”, una franja de la sociedad intensifica la protesta con una multiplicidad de planteos contra el Gobierno.

EN LA CASA HISTÓRICA. Los tucumanos salieron a protestar contra las medidas adoptadas por el Gobierno nacional, tras los actos del jueves. EN LA CASA HISTÓRICA. Los tucumanos salieron a protestar contra las medidas adoptadas por el Gobierno nacional, tras los actos del jueves.

Las últimas fechas patrias no sólo han servido para que el Gobierno exprese su predisposición al consenso, sino también para recrudecer los reclamos de una franja social con una multiplicidad de planteos hacia la gestión del presidente Alberto Fernández. El 25 de mayo pasado, el motivo era la extensión de la cuarentena; el 20 de junio se focalizó en la expropiación de la empresa Vicentin y el avance del Estado sobre los privados. Y el 9 de julio se sumó el posible otorgamiento de la prisión domiciliaria del empresario Lázaro Báez, nominado como un presunto testaferro de la familia Kirchner. Sin embargo, el fondo de la cuestión es otro: la incertidumbre que se percibe respecto del rumbo económico de la Argentina en lo que se ha denominado la pospandemia. En eso coinciden los cuatro analistas políticos consultados por LA GACETA.  

“El recrudecimiento del malestar se manifiesta por la continuidad del aislamiento social preventivo y obligatorio y se transforma en un conjunto de demandas sociales porque la población observa que la economía será más complicada en lo que se ha denominado la pospandemia”, indicó Julio Burdman, doctor en Ciencia Política. Según el director de Observatorio Electoral, estos movimientos callejeros son considerados como la punta del iceberg de lo que puede venir. “Uno observa que, desde lo discursivo, el Presidente asume una posición defensiva frente a los llamados odiadores seriales (como lo planteó en su mensaje del Día de la Independencia), pero también no hay que perder de vista que debemos acostumbrarnos a las protestas porque no se puede pasar una abrupta caída de la economía sin un fuerte malestar social. Y esto no sólo acontecerá en la Argentina, sino en gran parte del mundo”, evaluó el politólogo. “Estas son las primeras postales de una situación que vamos a ver repetirse durante mucho tiempo”, agregó.

Gustavo Córdoba, analista político y director de comunicación en Zuban Córdoba y Asociados, consideró que el banderazo es la clara muestra de que la clase media argentina no tiene miedo a ganar la calle para hacerse escuchar ante el Gobierno. “Más que defender el modelo de gestión anterior (de Mauricio Macri), los sectores medios están buscando alguien que los represente y que sintetice su pensamiento, que es bastante heterogéneo”, planteó. Córdoba señaló que las marchas son multicausales y que van desde la confluencia de sectores antiperonistas o antikirchneristas hasta planteos puntuales por medidas oficiales. El analista, a su vez, advirtió que hay sectores opositores que tienen un trato institucional más cercano al Gobierno (el caso de los gobernadores de Jujuy, Mendoza y Corrientes y del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta) y que la sociedad los aplaude. “Pero también es bueno advertir que, más allá de esa confluencia producto de la pandemia, ni el oficialismo ni la oposición han sido capaz de trabajar en un nivel de consenso que supere toda grieta. “Las protestas sociales, en cierta medida, son una interpelación directa al Gobierno e indirecta para grandes sectores opositores que no saben construir aquellos consensos”, acotó.    

El analista Sergio Berensztein, a su vez, indicó que las sucesivas manifestaciones cascotearon la imagen presidencial y de la gestión. “Buena parte de las protestas no sólo están relacionadas con la cuarentena y las retenciones al campo, sino también a una confluencia de factores que van desde lo económico, del avance sobre la propiedad privada, de los casos Báez o (Amado) Boudou”, enumeró. “Lo que no hay que hacer -observó- es generalizar; el gobierno trata de capitalizar un discurso del odio que, en los hechos, no es cierto, porque eso se relaciona con minorías étnicas o de género. El discurso del odio, en política, es otra cosa; roza a la libertad de expresión, que debe prevalecer ante todo”, fundamentó. Berensztein alertó que al Gobierno le resulta difícil contener estas demandas sociales “porque, frente a la heterogeneidad de los planteos, no tiene con quién negociar y no sabe a quién sentar alrededor de una mesa si es que llega a plantear el diálogo intersectorial”.

La pandemia del coronavirus ha contribuido a fortalecer la imagen de Alberto Fernández y de su administración en las primeras semanas desde que se definió el confinamiento social. Sin embargo, el paso del tiempo y la posibilidad de que la flexibilización de actividades sea mayor en la Argentina, ha puesto al Presidente en el punto inicial de su mandato: empezar a resolver los problemas económicos del país, indicó el analista Hugo Haime.

El consultor afirmó que la imagen de Alberto Fernández remontó con la pandemia hacia sectores que votaron a Roberto Lavagna y en los moderados que votaron a Macri. Pero en la medida que fueron apareciendo cuestiones ríspidas, como el caso Báez, la expropiación de Vicentin (“el Gobierno no supo explicar bien la situación”, expresó), la causa de los espías y de los periodistas, la vieja polarización volvió casi inmediatamente. A ello se suma el hecho de que hay una percepción social de que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sigue teniendo injerencia en la gestión presidencial. “La sociedad se esperanzó con la foto que se mostró el 9 de julio (el Presidente rodeado por referentes del aparato productivo) y creo que esa es la clave para terminar con la grieta y volver a recuperar el ritmo económico”, subrayó Haime.

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