Cartas de lectores
Cartas de lectores

- Día de la Independencia

9 de Julio, día de nuestra Independencia, nació la patria. LA GACETA, en sus publicaciones, nos recuerda los antes y los después y los motivos por los cuales se eligió a Tucumán como sede de tan magno acontecimiento, con lo cual quedaba plasmada una nueva geografía patriótica sin Buenos Aires como centro, algo que no nos perdonan y nos lo hacen sentir cada vez que pueden. Por eso, para ellos es más importante el 25 de mayo, cuando se dio el primer grito de libertad en 1810. Pero en el 1812, en la batalla de La Ciudadela, en nuestra Tucumán, con el triunfo de los patriotas tucumanos y norteños, comandados por el general Belgrano y la convicción del general San Martín de que Tucumán debía convertirse en la mínima frontera norte del territorio emancipado. Desde el 9 de Julio de 1816, Argentina nació como nación libre y soberana y orgullosamente podamos decir que son nuestros Fangio, Borges, Gardel, Maradona, Messi, Ginóbili, Leloir, Pelli, Mercedes Sosa y el Papa Francisco, al igual que Nelly y José, ciudadanos comunes que en el día a día apechugan cualquier obstáculo. En el cumple de nuestra patria ¡Viva la Argentina!

Francisco Amable Díaz

Pedro G. Sal 1.180 

Barrio 20 de Junio - San Miguel de Tucumán


- A Tucumán

Donde nacen las aguas que alimenta el verdor, a Tucumán le llamaron al jardín del amor. Se desviste en la zafra y se viste en limón, gustito a miel de caña y a perfume de flor. La historia se alimenta de coraje y pasión, Casita Tucumana gloria de la Nación. Tan pequeña entre grandes y de tanto valor, organismo que late en un gran corazón. San Javier es el cerro que nos da protección, al amparo crecimos del Cristo Redentor. Poeta tucumano sencillito y rimador, con un papel en la mano te hace una copla mejor. Tucumán azúcar, Tucumán limón, Tucumán poesía, Tucumán canción.

Juan Ignacio Zamora Seco


Juan B. Terán S/N
 - Villa Carmela


- El día de la patria

Hace 204 años verdaderos patriotas tomaron la determinación de que nuestro hermoso país sea libre e independiente y no una colonia. Reflexionemos: ¿Qué pensarían esos héroes que declararon nuestra Independencia de los millones de argentinos que están pasando hambre en esta bendita tierra que nos legaron, regándola muchos de ellos con su sangre? ¿No sentimos, quizás, un rubor avergonzado cuando vemos que no todos tienen los mismos derechos y libertades proclamados en la Declaración de nuestra Independencia? ¿No pensamos en la mirada acusadora de los padres de nuestra Patria, al observar que en nuestro rico país hay niños que mueren de hambre, que muchos de sus habitantes no tienen un techo donde cobijarse, y no disponen de los servicios básicos de salud y educación? Resulta difícil imaginar que esos hombres pensaran en una vida humana donde la ley de lo inmoral fuera el código de conducta. Algunos de nuestros “representantes “ infectados de populismo, metodología que con todas sus trampas, mentiras e hipocresía conforman un verdadero cáncer; la mayoría del pueblo del cual deriva el término ya no se siente representada por esta masa, que debiera trabajar para él, y no enajenarlo y conducirlo como rebaño. Esos “líderes” que hoy se creen omnipotentes actuando en forma desvergonzada no respetan ni el día más importante de nuestra Patria, el de nuestra Independencia; por el contrario, producen ciudadanos dependientes y mendicantes de sus favores. Estos que se creen y dicen ser representantes y “administradores” del pueblo, violan y cambian las leyes ajustándolas a sus propios intereses egoístas y a su enriquecimiento; satisfaciendo sus privilegios mediante recursos engañosos y hasta aparentemente, a veces burlones, que desembocan en una mayor frustración y dependencia del ciudadano, aumentando la burocracia, los “ñoquis”, los punteros políticos y aplaudidores, que se encargan de mantener la “clientela” con prácticas manipuladoras, y que estas responden por necesidad o ignorancia, creyéndoles los que les dicen. Hay soberanía, libertad y patria cuando la inflación no agobia, cuando no se persiste e insiste en políticas económicas trasnochadas; hay independencia cuando se respeta el sentir patriótico de un pueblo, cuando la justicia puede sentenciar y no queda la impunidad del corrupto protegida; cuando el egoísmo da paso al bienestar general; cuando la reconciliación y el amor reemplazan al odio y al egoísmo. Que unidos y confiados veamos nuevamente a nuestra tierra justa, libre y soberana.

Pablo José Giunta


- Un 9 de Julio distinto

Recuerdo el 9 de Julio que nos visitó el dictador Juan Carlos Onganía como presidente de facto de la llamada Revolución Argentina, que el 28 de junio había derrocado al presidente constitucional, Arturo Illia. En la provincia, el gobernador, profesor Lázaro Barbieri, fue reemplazado por el interventor Delfor Otero. Todo estaba preparado para recibirlo al doctor Illia pero el nefasto golpe de estado alteró toda la agenda de los festejos patrios del Día de la Independencia. Se respiraba un aire de profunda tristeza en mi hogar; mi madre, radical intransigente, nos puso escarapelas con un crespón negro en señal de duelo, en repudio por el golpe de estado. No fuimos al desfile que se realizó en la avenida Mate de Luna, pero fueron miles de tucumanos a los que no les importó la caída de un gobierno democrático; disfrutaron del desfile cívico militar. Nacía Canal 10 TV por aire y pasaba en blanco y negro, en diferido, después de las 18 hs. hasta las 20 hs, todo el desarrollo de la fiesta patria y todos los programas locales. Lo más traumático para la sociedad tucumana fue el cierre de 11 ingenios azucareros, que produjo una desocupación fenomenal y un éxodo de miles de tucumanos que por Ferrocarril Mitre y Belgrano viajaban amontonados hacia Rosario (Santa Fe); y otros, el mayor número, hacia Buenos Aires, donde Retiro fue el primer asentamiento de los tucumanos, donde actualmente funciona la Villa 31. Todo esto sucedió el 21 de agosto del 66. A semanas de la visita de Onganía a la provincia, mediante un decreto-ley con las firmas de Onganía y del ministro de Economía Jorge Salimei, a la crisis azucarera se la condenó a muerte con el cierre de los 11 ingenios azucareros. En poco tiempo el pueblo tucumano pasó de la alegría y la euforia por los festejos de Tucumán como cuna de la Independencia a la tristeza del éxodo con desgarradoras despedidas en los andenes ferroviarios. Ya pasaron 54 años desde aquel día, y hoy, con cuarentena mediante, lo recordamos en medio del festejo virtual en nuestra Tucumán, declarada capital federal por este día. Viva la Patria.

Luis Marcaida


- Historia no oficial

Sorprende que haya cartas de lectores que se basen en la creencia de que no somos un país rico y que la culpa de todos nuestros males sea producto de la falta de productividad (vagancia) de los argentinos. Muchos filósofos, economistas –entre ellos J. Stiglitz, premio Nobel- han escrito importantes opiniones sobre el futuro de la sociedad mundial para salir de la crisis económica, agravada por la pandemia. Algunos coinciden y ya se está practicando en países capitalistas, que todas las medidas para salir de la desocupación, el hambre, la miseria, la falta de viviendas, de escuelas y hospitales en los países emergentes y desarrollados deben ser perdonados de sus deudas externas y el Estado deberá estar presente para reemplazar el libre mercado neoliberal. Tenemos que ser conscientes de que nuestra patria aún no se ha liberado económicamente. Hemos sido colonizados por distintas banderas extranjeras, con la ayuda de próceres y gobiernos surgidos en su mayoría de democracias mentirosas y fraudulentas o dictaduras militares. Todas entreguistas de nuestra economía, que endeudaron al país e impidieron el desarrollo de nuestra industria nacional beneficiando a banderas españolas, inglesas, francesas, norteamericanas. En cambio, ilustres apellidos lucharon y ofrecieron sus vidas por una Patria socialmente justa y soberana desde nuestro nacimiento. Fueron los que llamaría próceres progresistas. San Martín, Belgrano, Moreno, Dorrego, Güemes, Monteagudo fueron muy amigos, porque opinaban muy parecido. Tenían una visión progresista del país. Estaban del otro lado de la incipiente grieta. No llegaron al gobierno y fueron figuras degradadas, menospreciadas y hasta asesinadas por los dueños del poder político y económico, por el solo hecho de pensar distinto. El general José de San Martín, en su calidad de gobernador de Cuyo, para solventar los gastos que le demandaría al Ejército el cruce de los Andes, decretó gravámenes económicos a las familias más pudientes. El ilustre abogado tucumano Bernardo de Monteagudo, secretario del general San Martín, “propició la expropiación de las fortunas de los españoles enemigos de la revolución. Ya no se encuentran esos grandes propietarios que, unidos al gobierno, absorbían todos los productos de nuestro suelo; subdivididas las fortunas, hoy vive con decencia una porción considerable de americanos que no ha mucho tenían que mendigar al amparo de los españoles”. El general Manuel Belgrano bregaba por desarrollar la industria nacional. Fomentaba la educación pública y para lo cual a pesar de su pobreza donó, de sus ahorros, dineros para la construcción de escuelas públicas. Y proponía una entrega de tierras a los desposeídos. Por propuestas de Mariano Moreno la Junta produjo la apertura de varios puertos al comercio exterior, intentando combatir el “monopolio de los contrabandistas”, ya que el contrabando se ejercía en el puerto de la ciudad de Buenos Aires con descaro, al que proponía un estricto control. Es de suponer que para resolver el hambre, la miseria y la desocupación acentuados por el endeudamiento y fuga de capitales macristas y la pandemia, nuestros próceres progresistas, como así también el Papa Francisco -que enarbola las banderas antineoliberales- con el título de Techo, Tierra y Trabajo, estarían de acuerdo con el proyecto de gravar con el 1% por varios años, a las grandes fortunas, y el desarrollo de la industria nacional. Nuestra historia comienza con la grieta. La historia se repite, continúa. La dependencia y la injusticia social provocan la delincuencia y la inseguridad que nos afecta a todos, son la consecuencia de la pobreza e indigencia y la falta de educación, no a la vagancia de los argentinos. Y somos un país rico que produce alimentos para 400 millones de seres humanos y somos solamente 45. (Los entrecomillados pertenecen a citas del historiador Felipe Pigna).

Daniel Mirkin



- “Incorregibles”

Seguramente anestesiados por el repiqueteo informativo de la pandemia dejamos pasar los hechos que diariamente suceden en nuestro país. Estos no reciben mayor atención, hasta que impactan en la opinión pública. Pero para los que seguimos atentamente los acontecimientos, no nos pasan por alto y más cuando revisten suma gravedad. Un claro ejemplo ocurrió en los últimos días: el primero desembocó en la inédita y preocupante posibilidad, en 37 años de democracia, de que un reconocido periodista porteño de investigación política fuese encarcelado, por el solo hecho de ejercer libremente la profesión. La causa de semejante aberración se originó en la insaciable sed de venganza vicepresidencial, que busca saldar cuentas con todos los que la colocaron en una delicada situación judicial, obviamente por reconocidos méritos propios. La sangre estuvo a punto de llegar al río, de no ser porque el juez interviniente fue apartado de la causa por manifiesta imparcialidad. La opereta judicial se desarmó rápidamente, aunque todavía no terminó. Pero el ministerio de la venganza no va a detener su incansable marcha y seguirá insistiendo en su cometido, usando para ello al reconocido Instituto Patria, pomposo nombre elegido para instrumentar las peores bajezas políticas del Gobierno nacional. Si algún iluso sigue pensando que la reconciliación y la unión nacional todavía son posibles, aquí tiene un pequeño botón de muestra para desencantarse. Debemos decir que si hay algo positivo en estos 37 años democráticos, esa es la función periodística, que con su herramienta básica, la libertad de expresión, escruta permanentemente la función pública en busca de un mínimo de eficiencia y transparencia. Pero no terminó de asentarse el polvo de este hecho, cuando fuimos sacudidos por otro misil informativo: un aberrante crimen sacudió a la famosa localidad de El Calafate. El título periodístico es: “Ex secretario presidencial, que declaró en una resonante causa judicial de la vicepresidenta, fue asesinado”. Punto. Sin agregar más nada, esa es la noticia principal que impacta aquí y en el mundo. Todo lo que se puede decir después es absolutamente secundario. Y considerando de quién estamos hablando, explicar los detalles solamente sirve para oscurecer aún más la noticia. Y aquí debemos resaltar las desencajadas reacciones del Gobierno nacional, del Presidente para abajo. Repudiables epítetos y hasta una denuncia judicial fueron la respuesta a las lógicas declaraciones opositoras, que solamente exigen un accionar acorde a la gravedad institucional del hecho. Y otra vez quedó en evidencia la doble vara del accionar peronista: siendo oposición destrozó al gobierno macrista durante 77 días, por la muerte accidental de Santiago Maldonado. Ahora, como gobierno, cualquier cosa que se diga del crimen de El Calafate es infame, canallesco, difamatorio y golpista. Como diría nuestro afamado Jorge Luis Borges: “los peronistas no son ni buenos ni malos… son incorregibles”.

Ricardo A. Rearte



- Larga distancia hasta el paciente

Entre la terminal de ómnibus de San Miguel de Tucumán y el hospital Eva Perón hay una distancia importante que es difícil recorrer a pie. Este tramo lo cubren tres líneas de ómnibus. Pero todo cambia cuando nos toca pasar por la experiencia de ir diariamente al hospital: dos de las tres líneas pasan primero por la Banda o Lastenia y otros barrios. Eso implica un viaje de unos 30 minutos. Queda la línea 102, la única que va directamente hacia el hospital. El 102 pasa cada 30 minutos. A veces se van esos minutos y el esperado ómnibus no llega y la sospecha de que no vamos a llegar al horario estrictamente establecido para los que están en terapia intensiva aumenta. El sol y el intenso calor o el intenso frío que soportamos no interesa. Sólo interesa entrar cuando abren la puerta de visita. Importa no volver a ver esa mirada de angustia de los que están internados cuando no nos deben entrar. Esa incertidumbre nos lleva a tomar directamente un taxi o cualquier ómnibus que nos dejen la banda y de ahí un taxi. La otra alternativa, más económica, es quedarse en el hospital unas siete u ocho horas, esperando el otro turno de visita. Y uno ve que son varios los que se quedan y andan con la comida descomponiéndose en una bolsita de plástico. La gran mayoría de los que asisten al hospital-incluidos los que trabajan-no tienen medios propios de movilidad. Sólo algunos tienen motos. Los que tienen transporte escolar piden trabajos alternativos. Estos pueden salir desde la terminal cada 10 minutos en horarios clave o salir cuando tengan más de cinco pasajeros. Sería una muy buena alternativa para el usuario.

Cristina Brahim


Matheu 1.549
 - San Miguel de Tucumán

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