Messi no es el mismo. Lo dicen sus detractores. Los que esperan un tropezón del rosarino para celebrarlo como si fuera una caída. En este caso algo de razón tienen. No es el mismo. Y es lógico que eso suceda. A los 33 años, con 700 goles oficiales anotados en su carrera, 36 títulos ganados y decenas de récords establecidos, nadie puede ser el mismo. Ni Messi se salva del paso del tiempo. Ya no es el futbolista explosivo que imponía condiciones en todos los campos de juego y ganaba partidos por sus acciones individuales. Ahora le cuesta convertir -sólo aportó tres tantos desde la reanudación de la competencia y dos fueron de penal, incluyendo el que le permitió meterse en el club de futbolistas con 700 o más goles en su carrera- y parece más preocupados en asistir a sus compañeros. Tal vez porque tiene 19 y necesita sólo dos más para igualar el récord de 21 pases de gol en una temporada que ostenta su excompañero Xavi. De una forma u otra, lo que nadie puede dudar es que sigue siendo la única luz que brilla en las sombras de un conjunto opaco como el actual Barcelona. “No está el proyecto ganador como se le prometió. Se cansó. Su idea es abandonar el club”, advirtió el periodista Manu Carreño.
¿Alguien se imagina a Messi con otra camiseta que no sea la de Barcelona? Hasta hace unos meses eso era impensado. Sin embargo, algunas circunstancias fueron transformando la sensaciones y en estos momentos nadie puede asegurar que “Lio” se retirará en el club que lo formó y catapultó a la fama. “(Él) me dijo que terminará su vida futbolística en el Barça”, declaró el presidente de la institución catalana para intentar calmas las aguas.
A principios de este año, Messi arremetió contra el director deportivo del club, Eric Abidal, quien acusó a los jugadores de no trabajar lo suficiente bajo el anterior entrenador, Ernesto Valverde. En marzo hizo una polémica declaración contra la conducción del club por el recorte salarial que aceptó el plantel en medio de la pandemia de coronavirus. Ahora se lo nota distanciado del entrenador Quique Setién y en los últimos encuentros se lo vio cometiendo faltas inusuales en él y hasta discutiendo con rivales. Signos de que no está cómodo, y si a eso se suma la decisión de no definir todavía lo que pasará en 2021, los catalanes tienen motivos para estar preocupados. Ya se habla de que Juventus quiere juntarlo con Ronaldo y que Manchester City se ilusiona con lograr su reencuentro deportivo con Pep Guardiola.
Otro estilo
Desde la reanudación de la Liga de España, luego del parate por la pandemia, Barcelona se mostró completamente dependiente del juego de Messi. Sus compañeros le delegaron toda la responsabilidad. Lo que antes sucedía en la Argentina, ahora lo vive en su club. En los ocho encuentros disputados desde la reanudación estuvo presente y no salió ni un minuto. Si bien las chances de ganar la Liga siguen intactas, el rendimiento del equipo incrementa las dudas. En caso de que Real Madrid no afloje (necesita ganar tres de los cuatro partidos que quedan o ganar dos y empatar dos) el título será un recuerdo. Sólo la Liga de Campeones, a jugarse en agosto, quedará como alternativa para cerrar una temporada sin títulos pero con muchas dudas. Eso, a un futbolista acostumbrado a ganar siempre no le agrada.
La otra cara de la moneda se muestra en la Selección. Lionel Scaloni parece haber encontrado una base para no darle toda la responsabilidad. Esa es la estrategia que ideó para jugar la Copa América, uno de los trofeos -junto con la Copa del Mundo- que más quiere ganar el ídolo rosarino. La suspensión del torneo lo obligará a esperar un año más. Luego llegará el Mundial, ya en el tramo final.
Messi tiene algo a favor. No se rinde y desafía los límites. Por eso todavía brilla en las sombras de Barcelona, un equipo que depende de su capitán. Ese que a los 33 años sabe que debe reconvertir su carrera.