La muerte de Érica, la nena de tres años que falleció el viernes producto del maltrato doméstico que recibía, caló hondo en los vecinos del barrio capitalino Villa Urquiza. La menor vivía en un pasillo de viviendas edificadas sobre lo que en otra época fue un camino ferroviario, en la esquina de Chile y Catamarca.
“Era una nena de tres años y la mataron a palos. No sabemos si fueron los padres o los abuelos, pero podría implicar a varios familiares, al parecer”, contó Johana, residente de esa zona caracterizada por lindar con El Chivero y el popular Puente de Los Suspiros.
“No puedo decir que sean personas que hayan tenido problemas con los vecinos, pero sí les pegaban a las nenas y no tenían cuidado en muchas cosas. Recuerdo haber visto que las bañen con agua fría en pleno invierno, por ejemplo”, describió la mujer aún acongojada por el triste final que tuvo la pequeña. Señaló además que la noticia llegó de imprevisto, y que esa noche no se escuchó “música fuerte” en el pasillo, un indicio que solía darles la pauta a los vecinos de que Érica y sus hermanas estaban siendo castigadas en ese momento. “Los vecinos comentan que cuando esa gente le pegaba a las nenas, subían el volumen de la música para que se disimulara el grito de las criaturas. Igual se las escuchaba llorar en toda la cuadra”, indicó luego Olga Pereyra.
Los vecinos contaron que la nena provenía de una familia numerosa y de escasos recursos, también que Érica habría nacido producto de una violación, por lo cual nadie sabía exactamente que vinculo real tenía con sus tutores. Johana aseguró que a las niñas se las veía a menudo, con una familiar, pidiendo limosna en el supermercado de Sarmiento y Catamarca.
“Era una ternurita la criatura, sin embargo la pusieron al cuidado de violentos”, advirtió Pereyra, que no podía ocultar su rabia ante el hecho. “Me duele porque ibas al banco a cobrar y las chiquitas estaban ahí ofreciendo caramelos mientras la madre andaba en cualquier lado. Tampoco quiero que ahora digan que esto pasó por la pobreza, yo fui vendedora ambulante y siempre me esforcé para que mis hijos salieran adelante. No es un problema de pobreza, es un problema de violencia”, aseveró.
Daniel Alba aseguró que desconocía la situación que se vivía dentro del pasillo y que la intervención policial los sorprendió. Lo mismo describió Andrea, quien agregó: “sé que vivían con los abuelos las nenas. Nos levantamos y vimos que empezó a haber movimiento de policías en el lugar. Son gente normal hasta donde sé”.
“Nunca intervino ningún organismo por los maltratos, y sí llamamos, porque la realidad de las nenas conmovía; pero aquí nunca viene nadie. Ni para ponerte una vacuna se acercan”, dijo Johana.
“No son gente agresiva ni molesta con el vecindario, pero claramente de la puerta para adentro era otra cosa”, concluyó Pereyra.