- Hagamos dulce de naranjas agrias
Las tradiciones de un pueblo no sólo aportan a la conformación de su cultura, sino que, muchas veces, a la calidad de su vida, acercando elementos que, oscurecidos por el consumismo y la tendenciosa publicidad comercial, no podemos ver aun teniéndolos ante nuestros ojos y al alcance de nuestras manos. Tal el caso de las naranjas agrias de los árboles de nuestra ciudad. Con los que cualquiera puede hacer -con muy poca plata y un poco de trabajo- uno de los más exquisitos e históricos dulces del norte argentino. Aquí va la receta que me llegara de mi abuela paterna, refrendada por la materna, y que ellas recibieran de sus madres, y así, para atrás, vaya uno a saber cuánto tiempo. 1) Cortar unas 12 naranjas, para comenzar (cuantas más naranjas, más provecho se le sacará al trabajo), teniendo cuidado de que estén maduras, es decir, la cáscara bien pintona y, especialmente, que no caigan al suelo porque si se golpean ya no sirven. 2) Lavarlas bien y rallarlas, sólo hasta sacarles el color de la cáscara, nada más que el color, es decir la superficie de la corteza. 3) Cortarlas por la mitad. 4) Colocarlas en una olla y cubrirlas con agua (importante: medir y anotar la cantidad de agua que se pone). 5) Agregar 3 cucharadas soperas colmadas de sal por cada litro de agua. Esto se hace para eliminar el amargor. 6) Hacer hervir 20 minutos, más o menos. 7) Sacarlas, escurrirlas y ponerlas en un fuentón o palangana. 8) Llenarlo de agua, revolver, y repetir esta operación cada ocho horas durante un día. Se trata de eliminar la sal. 9) Sacarlas, sacarles las semillas -que saldrán junto con bastante hollejo-, cortarlas por la mitad (es decir, en un ¼). 10) Preparar un almíbar liviano con la cantidad de agua que habíamos anotado y, aproximadamente (la cantidad más precisa aparecerá con la experiencia) 2 kg de azúcar (o también puede ser entre 700 y 800 grs. de azúcar por litro de agua). 11) Poner las cáscaras en el almíbar y hacer hervir, más o menos tres horas. Las cáscaras irán trasluciéndose, tomando una agradable -y sabrosa- apariencia. Hay que ir probando el dulce y terminarlo cuando nos satisfaga, por su gusto y consistencia. Si notamos que falta jugo, agregar del almíbar extra que prepararamos, por si acaso. 12) Para mejor conservar, envasar en frascos muy limpios y secos, y el dulce, lo más caliente que se pueda manipular. Hasta ahí, la centenaria receta de mis abuelas; mi familia disfruta este dulce que nos ofrecen con generosidad, año a año, los estoicos y entrañables naranjos de nuestra ciudad.
Arturo Arroyo
- Roberto Rojo
El 17 de junio se cumplieron 10 años de la muerte de Roberto Rojo, doctor en filosofía, erudito, docente de varias materias en la facultad y también de especialistas y tesistas en la disciplina, y fundador -entre las muchas cosas que realizó- de la Asociación Filosófica Argentina. Tuve el honor y la satisfacción de que aceptara ser director de mi tesis en Filosofia en 2005 y su presencia hizo dar un giro radical en mi forma de pensar, crear y escribir. Me enseñó el tremendo desafío del acto de sentarme frente al ordenador y escribir en forma inteligible y clara aún de los temas más complicados y difíciles; al tiempo que me decía “ustedes los médicos son muy complicados” y me enseñaba a escribir fácil para todos: desde manejar la puntuación siendo claro y simple, hasta llegar al fondo de las cosas por más complejas que fueran siempre. Y diciendo lo que se debe. Disfruté al máximo todas nuestras entrevistas en su casa y en el viejo café de las calles Ayacucho y Bolívar y absorbí todas las reglas de puntuación y sintaxis para no tergiversar el sentido y la profundidad de las palabras. Aprendí a escribir pensando en quien leía mis líneas, para que entendiera el significado de lo que quería informar. Me mostró la realidad de las cosas “tal cual son” y efectuar un giro en mi vida intelectual, cuestionando mis primeros escritos a la edad de 12 o 13 años que aún conservo, comparándolas con el del tesista que él formó, desde pensar distinto al escribir con la madurez que dan los años y el contacto con los grandes maestros generosos como Roberto Rojo, cuya sapiencia, simpleza y magisterio me mostraron un panorama que me cambió la vida. Una vida “janica” como le llama Santiago Garmendia en su acertada y equilibrada nota sobre Rojo en LA GACETA Literaria durante su aniversario. Muchas gracias don Roberto Rojo por su magisterio, su vocación, su ejemplo y su bonanza que cambiaron mi vida afectiva e intelectual. Sigo extrañando su presencia física en la dimensión de lo que se fue a lo intangible y lo extraño como profesor, amigo y guía.
Armando Pérez de Nucci
- Extrañando a Calliera
Alberto querido. Qué foto te pusieron en el diario el día de tu partida, amigo; Maestro. Qué hermoso es trascender de esta manera, cómo te quiere el pueblo, cómo te extrañamos, qué falta que nos hacés ahora. Te fuiste a la gloria con la gloria de los que no la buscan. Creo que jamás imaginaste que ibas a llegar tan profundo en el corazón de tus hermanos provincianos. Siempre te admiré, siempre admiré tu sencillez, tu claridad, tu forma picante de llegar a la crítica sin criticar. Debes estar sorprendido de ver dónde llegaste, qué fuiste para nosotros los tucumanos. Todavía guardo en mis pupilas el verte en la mesa del café elaborando tu trabajo, cosa que me produjo siempre una sensación de admiración y curiosidad. Querido Alberto, llegaste donde nunca pensaste ir, al corazón de tu pueblo. Trascender es lo importante, dejar huellas en el camino y como dijo otro prócer nuestro, “caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Y como dos caminantes, espero que el camino los junte para sentarse a charlar y un bien vino paladear.
Héctor René Terán
San Martín 980 - San Miguel de Tucumán
- Violación en manada
La noticia que llega de Colombia, sobre la violación en manada de una niña indígena, nos ha desgarrado una vez más suscitando interrogantes inconclusos y dolores viejos que antes de poder parpadear, vuelven a visitarnos. ¿Cuántas niñas más, cuántas jóvenes más, hasta dónde llega esta barbarie que pone en jaque la condición humana y nos hace renegar de pertenecer a ella? Ha expresado Hannah Arendt que los campos de concentración nazi no deterioran tanto la dignidad de la víctima ni del victimario como degradan la condición humana. ¿Quiénes somos después de esto? ¿Qué podemos alegar en defensa nuestra? Llena de un espanto que no puedo digerir, cada vez que leo noticias como esta, vienen a mi memoria todos los abusos perpetuados sobre inocentes y sobre indefensos a lo largo de la historia de una vida y un mundo que no terminamos de comprender. ¿Por qué la saña, por qué esa concreción tan visible del peor mal, del mal siniestro, de la mayor atrocidad? ¿Cómo seguir después de leer noticias así? ¿Cómo pueden comprender los padres de esta niña el olvido y el perdón, y los derechos humanos de los demonios abusadores? ¿De dónde sacar las fuerzas para construir una realidad que dé lugar a la esperanza? ¿Existe algún castigo posible para una aberración así? Sólo preguntas; no hay respuestas posibles porque la ebullición de la rabia las ha cancelado. Sólo una lápida sobre las que resuenan las palabras de Cristo: “Mi Reino no es de este mundo”.
Graciela Jatib
- Delincuentes policías
“El común denominador de la fuerza no es tener personal acusado o asociado al delito”. José Ardiles -subsecretario de seguridad de Tucumán en el gobierno de Juan Manzur . Estas declaraciones las dijo este señor después de que atraparan al policía Juan Ruiz con parte de su uniforme luego de una persecución cinematográfica tras haber cometido un asalto y secuestro. Es increíble la tibieza y ambigüedad de este pensamiento traducido es dichas palabras por parte de este importante funcionario. Además, sólo pasaron unos días del cruel asesinato y posterior ocultamiento del cadáver de Luis Espinoza, perpetrado por integrantes de esa fuerza policial. Señor gobernador: tome medidas concretas y ejemplificadoras con la reestructuración total del área. La sociedad espera de usted una señal al menos para eliminar esta otra pandemia mortal en la provincia.
Guillermo E. Bórquez
- Trump y la policía de EEUU
Si hay un signo de megalomanía que ya no asombra en Trump, es la escena que de tanto ser repetida por asuntos tan diversos se convirtió en un clásico: cada vez que firma un decreto (“orden ejecutiva”, le llaman) y rodeado de las personas que en cada caso le aplaudirán: abre de para en par el libro de los decretos y muestra a la prensa (al munido todo, lo sabe) el texto que no se puede apreciar tanto como la descomunal firma suya al pie. Es casi seguro que los especialistas en los comportamientos humanos y en relación con su psiquis sabrán inferir con argumentos sólidos sobre la personalidad de quien así actúa. Y los psiquiatras, como muchos ya lo hicieron con otros especialistas en un libro que enojó a Trump. Incursiona en los enfermizos comportamientos que tiene el ocupante de la Casa Blanca y con vocación por otro período que se definirá en noviembre próximo. El sistema policial de EEUU y su relación con los de raza negra es un “clásico”. Y el sistema judicial también. Pese a la ley propiciada por el accionar de Martin Luther King (1968) que prohíbe la discriminación que pesaba sobre la gente de raza negra (derechos políticos, civiles y culturales) y que permitió el voto ciudadano de los impedidos hasta entonces, todavía reina aún impera el racismo. Todavía 50 años después el “arma reglamentaria” de la rodilla de un cruel y sanguinario policía blanco podía matar en el suelo a George Floyd, luego de ahogarlo sin compasión. Al momento de estampar con imperioso gesto y determinación su desproporcionada firma Trump lanza su frase buscando el aplauso y lo logra. De los pocos que le rodean en ese momento: “Como parte de este nuevo proceso de acreditación, se prohibirá agarrar por el cuello, excepto si la vida de un oficial está en riesgo”, dijo Trump. “Todos dijeron que es hora, que tenemos que hacerlo”. Ese fue el eje las modificaciones del sistema policial de EEUU. No se comprende, por otra parte, con las numerosísimas expresiones de repudio en casi todo el territorio de los Estados Unidos que ésta haya sido la más “importante” reacción del Gobierno de la Casa Blanca. Además de tardía y de condescendencia hacia el sistema policial. De nada le servirá Trump en noviembre cuando las elecciones presidenciales -que no son obligatorias- ponga en la balanza aciertos y errores de su gestión. A menos que la totalidad de los afroamericanos masivamente arrimen su voto por Biden para el fin de Trump, ese presidente.
Carlos Duguech
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