El impulso de la juventud hace que imaginemos proyectos, que aunque muchas veces parecen un delirio, en ocasiones terminan siendo un sueño hecho realidad.
En esta edición queremos dedicar un espacio a aquellas personas que con esfuerzo y dedicación lograron cumplir un sueño productivo, luego de años que pasaron trabajando sin descanso, día a día. Y queremos que ellos mismos puedan contar ese sueño de juventud, que les representó un verdadero desafío llevar adelante.
Esta historia comienza en la década de 1960 cuando la crisis azucarera se llevó por delante 17 ingenios que cerraron sus puertas, dejando en la calle no sólo a obreros y a trabajadores del surco, sino también a productores cañeros de diversa escala, lo que generó una crisis socioeconómica muy importante.
“Eso me hizo decidir que debía cambiar de horizonte y buscar una alternativa de trabajo y de vida totalmente distinta. Y la fuerza de la juventud me llevó a tomar ese importante paso en mi vida”, recuerda José Manuel “Guré” Paz.
Admite que cambiar su trabajo en el ingenio San José y en los campos cañeros de Caspinchango le significó una difícil decisión. El hecho de que llevaba poco tiempo de casado y que ya tenía hijos, lo llevó a reflexionar mucho. Y finalmente, se decidió. “Tuve la suerte de tener el apoyo de algunos tíos, que me ayudaron para conseguir unos potreros en la zona de El Rodeo en Tafí del Valle y dedicarme a los trabajos hortícolas de verano. Mi mujer, Lucy, me ayudó mucho en esa decisión que marcó nuestras vidas y las de toda mi familia, ya que no sólo cambiaba un trabajo, sino una forma de vivir diferente y en un lugar alejado de la civilización”. “Ella fue un apoyo fundamental en todo lo que hice” dice.
Llegada al Valle
Durante esos años “Guré” y su familia trabajaron produciendo alcauciles, espárragos, lechuga y frutilla: “tuvimos muchos problemas, al ser algo muy novedoso; pero cuando me metí en papa se empezaron a abrir muchos caminos”.
Según añade, en ese momento comenzaron a tener en claro que el objetivo era producir papa semilla, ya que en el país y en nuestra provincia se hacía papa consumo con semilla importada, lo que tenía un altísimo costo. “Estábamos seguros de que ese era el camino a seguir: producir papa semilla de calidad y en cantidad. El país no producía y esa papa holandesa era realmente cara. Debíamos tener nuestra papa y que sea de nuestra región para que se adapte y funcione mejor”, cuenta.
“Guré” habla en plural; dice que fueron muchas personas y técnicos los que trabajaron para lograr que Tafí del Valle sea una prestigiosa zona de producción de papa semilla.
A modo de ejemplo, menciona el aporte de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc). “Sus técnicos, como José Ploper y Eduard Viirsso, que junto a mi hermano Gonzalo y a otros productores trabajamos en conjunto logrando llevar al valle a ser un importante productor de papa semilla y de otras especies, como lechuga, frutilla y hortalizas varias”, destaca.
Comenzó en una pequeña finca, a la cual luego llamaron “La Carolina”, en honor a su hija menor, que lo sigue acompañando. “Puse mucho empeño en desarrollarla de a poco, con mis propias manos; y luego, con el apoyo técnico de mi hijo mayor, logramos desarrollar un gran semillero de papa”, cuenta.
Con la primavera
Desde aquellos años, en cada comienzo de la primavera, “Guré” y su familia empezaban a trabajar esos suelos para producir semilla para ellos y para otras zonas productoras de papa consumo. Siempre buscando trabajar para obtener semilla de gran calidad y sanidad, que le permita al papero contar con una semilla que le garantice cierta probabilidades de éxito en la producción de consumo.
“Trabajar desde un principio en esas 20 hectáreas es toda una historia; con trabajo en el campo, con maquinarias novedosas, con agroquímicos que iban apareciendo a medida de que producíamos. Realmente todos los productores que apostamos a la semilla de papa nos ensuciábamos las manos en serio, con esfuerzo y dedicación”, recuerda.
Reconoce, además, que ese trabajo les permitió vivir bien. Pero no sin sacrificios. “Debíamos viajar mucho a diferentes zonas productoras de papa para empaparnos de este tipo de producción y de las necesidades de semillas de los productores de diversas partes del país que sembraban diversos tipos de papa y en épocas distintas”, dice.
Considera que el valle se merecía contar con un sistema de riego eficiente, debido a los problemas de agua que había. “Con la ayuda del Gobierno provincial y del Programa de Servicios Agrícolas (Prosap) nos pusimos a trabajar a full en este tema, que en los 90, después de muchos años de trabajo, pudimos concretar”, celebra “Guré”, un nato impulsor de esta mejora para el valle.
Actualmente regamos mucho mejor y alcanza el agua para los productores de esta parte del valle.
Final feliz
“Guré” está contento, tranquilo. Rememora su vida, sus decisiones, y celebra. “Esta historia -mi historia y, por supuesto, la de mi familia- terminó bien. Con una compañera, que estuvo siempre a mi lado, en todos los frentes, y me ayudó mucho en esta odisea. Tuve la suerte de que mi hijo mayor, José Manuel, trabajó conmigo y se capacitó para dotar a esta empresa familiar de todas las herramientas técnicas necesarias para que se desarrolle adecuadamente”, dice.
Pero la cosa no termina en sus hijos, sino que se prolonga más allá. “Ahora mis nietos también siguen en este camino, aportando lo suyo con el ímpetu propio de la juventud; el mismo que alguna vez me impulsó a llevar adelante este desafío”, cuenta. Hoy, la empresa “La Carolina” produce papa semilla, desde la semilla básica, las diferentes etapas de semillero, papa consumo y papa industrial. “Con el valor agregado de producir nuestra propia papa frita”, agrega.
Destaca que la vida de productor le enseñó mucho; en especial que con sacrificio, con honor, con ética y con moral, y acompañado por Dios, todo se puede. “Por suerte este estilo de vida que elegí me gustó mucho. Viví momentos difíciles, pero seguí adelante; no acepté cargos que me ofrecieron porque sabía que mi destino era trabajar acá, en Tafí del Valle. Pasé por muchas experiencias; la mayoría, muy buenas, y otras, duras. Pero todas, satisfactorias. Ojalá pueda seguir en este camino, produciendo y trabajando, en un lugar tan esplendoroso como este querido valle”, cierra “Guré”.