Sacó su violín en un café y sorprendió a los tucumanos con Strauss, Mozart y Ravel

Sacó su violín en un café y sorprendió a los tucumanos con Strauss, Mozart y Ravel

Un músico venezolano agasajó a los peatones que hacían compras por el Día del Padre.

20 Junio 2020

Hace 13 años se llevó por primera vez un experimento social para saber qué tan buenos somos los seres humanos para apreciar la belleza. Aquella vez el famoso violinista Joshua Bell tocó en una estación de metro de Washington. Para sorpresa del músico, acostumbrado a que pagaran 100 euros por oírlo en el teatro, la gente esta vez apenas se dignaba a mirarlo y muy pocos se pararon a escucharlo.

Esta mañana, en pleno día de compras por el Día del Padre, a Solana Colombres, una docente de francés, amante de la música clásica, se le ocurre reeditar aquella experiencia. Logra la complicidad del violinista venezolano Diego Armando Guzmán Villalobos, de la Orquesta Estable de la Provincia, y juntos se sientan a tomar un café en un bar de la galería de San Martín al 700. De pronto el venezolano saca el violín de su estuche y comienza a revivir a Strauss (“Danubio Azul”), Mozart (“La pequeña serenata nocturna”) y a Ravel (“Bolero”).

Los que pasaban no sabían si mirar la vidriera o al solista y terminaban caminando despacio pero sin detenerse para no frenar a los que venían por detrás. Los mozos se detenían un momento con la bandeja en la mano. Un señor mayor intentaba seguir hablando a su compañero de mesa, que poco le prestaba atención himnotizado por la caricia musical.

Rodolfo Carlos Succo, que toma un café con Nena, está impactado: “es la primera vez que escucho un violín de cerca”. Choly Sánchez comparte la mesa con Rafael López y opina: “experiencias como estas te levantan el espíritu más en esta época de pandemia”. Inspirado, su amigo agrega: “¡qué hermoso glamour!”.

En otra mesa, Teresa está emocionada y Chuchy admite que le dieron ganas de salir a bailar, “después de tantos días de encierro”.  Para Erika, “tomar un café con música clásica es algo nuevo”. Gustavo Gaudino confiesa que “escuchar esto te sube la moral en estos días” y su amigo Ernesto Possleman propone que se haga más seguido porque “alegra el alma”. Alicia Grinblat está visiblemente emocionada y dice: “el arte cura el alma”.

¿Tenemos buen oído los tucumanos? Parece que sí. Al menos en este experimento se demostró que la belleza no pasa desapercibida. Lo atestigua un joven de 19 años, Diego Rodríguez, que vende trapos de piso: “este artista tiene talento... va a llegar lejos”, dice.

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