Investigación: nuestro cerebro aprende a ver con las “experiencias pasivas”

Investigación: nuestro cerebro aprende a ver con las “experiencias pasivas”

En la infancia, contemplar el entorno mejora el desarrollo de las células de la corteza visual.

SALUD. El autoaprendizaje visual fomenta la maduración de ciertas neuronas. SALUD. El autoaprendizaje visual fomenta la maduración de ciertas neuronas.
03 Junio 2020

Durante nuestra infancia, las experiencias visuales pasivas que vivenciamos son importantes para la maduración y el funcionamiento de varias neuronas involucradas en el proceso de visión. Así lo demostró una reciente investigación experimental llevada a cabo en la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (Italia).

“Desde las primeras etapas de la gestación, nuestro sistema visual está sujeto a estímulos continuos que se vuelven cada vez más intensos y estructurados después del nacimiento. Están en el centro de los mecanismos de aprendizaje que, según algunas teorías, son fundamentales para desarrollar la vista”, explica Davide Zoccolan, director del Laboratorio de Neurociencia Visual de la institución, en una entrevista recabada por la agencia de noticias Europa Press.

El aprendizaje visual se da por dos caminos: a través de la supervisión, o mediante la exposición pasiva al medioambiente. “El primero es el que todos podemos asociar con nuestros padres o maestros, quienes nos dirigen al reconocimiento de un objeto. El segundo sucede espontáneamente, de forma pasiva, cuando nos movemos por el mundo observando lo que sucede a nuestro alrededor”, detalla el neurocientífico.

El estudio se centró en el rol de las experiencias visuales espontáneas y la continuidad temporal de los estímulos, con la hipótesis de que esto permite establecer procesos de aprendizaje biológicos espontáneos.

El proceso

Para comprobar las afirmaciones iniciales, los investigadores expusieron -diariamente- a dos grupos de roedores a diferentes videos. Ya sea en su versión original o con las imágenes y los cuadros mezclados aleatoriamente.

“En los sujetos expuestos a este flujo visual discontinuo, observamos el deterioro de la maduración de algunas células de la corteza visual. Estas neuronas permiten reconocer la orientación del contorno de un objeto independientemente de su posición exacta en el campo visual”, comenta Giulio Matteucci, otro de los científicos del equipo.

Los resultados -publicados en la revista especializada “Science Advances”- son importantes para el estudio de nuevas terapias de rehabilitación visual.

“Hay opciones que usan la reiteración temporal de estímulos visuales específicos (como las formas geométricas o las palabras sueltas) para enseñarles a los pacientes a discriminar objetos. Nuestros resultados confirman la validez de estos enfoques. Y también revelan los mecanismos neuronales detrás de ellos, pudiendo sugerirse posibles simplificaciones”, argumenta Zoccolan.

Este avance sirve además para perfeccionar los sistemas de visión artificial. “El desarrollo de los sistemas visuales artificiales utiliza técnicas de aprendizaje supervisadas, que necesitan millones de imágenes. Con el complemento de este método de observación pasiva (que imita los procesos de trabajo del cerebro) la inteligencia artificial puede ser más eficiente”, proyecta Matteucci.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios